Lo bucólico, al adviento y la Navidad
Nos recreamos de forma superficial en esos belenes, bueyes y mulas, sin entrar en la entraña del fuerte, duro e importante mensaje navideño.
08 DE DICIEMBRE DE 2020 · 10:00

Muchas de las imágenes que usamos en Adviento pueden estar contaminadas con los mismos excesos bucólicos con los que está teñida la historia de la Navidad. Yo creo que, a veces, con esa recarga de imágenes bucólicas o campestres, podemos dar una imagen degradada y empobrecedora de la Navidad, aunque yo no estoy en contra de que se usen. Lo que pasa es que, tanto el Adviento como la Navidad, es mucho más que sacar los temas bucólicos, ya sean belenes, pastorcillos o la paja del pesebre.
Puede suceder que, en lugar de hablar del lenguaje icónico comprometido y de la trascendencia que puede tener el que Jesús naciera en un pesebre de un humilde mesón como un lenguaje de solidaridad con los desheredados de la tierra, como un lenguaje profético de compromiso de Dios con los que sufren y con los excluidos de la historia, nos recreemos de forma superficial en esos belenes, bueyes y mulas, así como otras imágenes be belleza bucólica, sin entrar en la entraña del fuerte, duro e importante mensaje navideño.
A veces me parece que estamos eliminando las fuertes connotaciones sociales de solidaridad con los excluidos y, también, de esa tendencia hacia abajo que muestra siempre Jesús que siempre tuvo una inclinación hacia los pobres y los sencillos en la relación con los hombres.
Muchas veces podemos quedarnos sin captar o sin interpretar la profundidad de muchas de las imágenes y símbolos, con lo cual corremos el peligro de quedarnos epidermis del mensaje. Podemos, así, aminorar el compromiso de Dios con los hombres, compromiso que tuvo muchísimas implicaciones en la defensa con los proscritos, de los pobres, de los desheredados, de los humillados, de los injustamente tratados y que, sin duda, en sus ejemplos y estilos de vida desde su nacimiento, ya van trazando su línea de compromiso.
El nacer en un lugar pobre, humilde y de exclusión social, estaba marcando ya las líneas de lo que había de ser su programa en relación con los hombres. Los prolegómenos de lo que serían sus líneas programáticas que se ven claramente en Lucas 4:18-19: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. A tal programa le corresponde tal elección de su lugar de nacimiento en pobreza y solidaridad con los que sufren, dando ejemplo de vida y prioridades ya desde su nacimiento.
Tanto el pesebre como la cruz fueron lugares de un total compromiso con el hombre que sufre.
Lo mismo puede ocurrir con la celebración del Adviento. Aunque se conoce y se habla mucho del Cántico de María, muy pocas veces se resaltan textos como: “Quitó De los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos”. Lucas 1: 52-53. Parecen Palabras demasiado duras y elegimos otros textos diferentes a estos que, de forma tan radical, se unen a la defensa de los pobres de la tierra y se posicionan en contra de la acumulación de los ricos que desequilibran la balanza del que debería ser un justo reparto o una justa redistribución de los bienes del planeta tierra.Sin embargo, se acude también a las imágenes bucólicas, luces, coronas, consumo prenavideño que, de alguna manera, pueden ocultar el profundo, justo y solidario mensaje de Adviento. Se pueden olvidar las implicaciones como que, además del mensaje de salvación para el más allá, Dios se preocupa de la situación social o de sufrimiento en la que se encuentran sus hijos. Pues sí, tanto el Adviento como el nacimiento de Jesús implican un mensaje de solidaridad con los más débiles.
Podríamos preguntarnos si la noche de paz que cantamos en estas fechas, no es también un choque contra los valores marginantes que dejaban a muchos sin hogar, sin lugar para ellos en el mesón de la vida. No hay paz, no hay noche de paz para muchos de los pobres de la tierra.
Así, quizás, aunque parezca menos bucólico o menos poético, ¿podría añadirse a este canto, “Noche de Paz”, una preocupación, un grito por la solidaridad entre los hombres y por la liberación de los pobres y oprimidos? Tanto el pesebre como la cruz fueron lugares de un total compromiso con el hombre que sufre, para salvarle para la eternidad, pero también para liberarle, en su aquí y su ahora, de toda exclusión, marginación y sufrimiento por causa de la insolidaridad humana.
Celebremos el Adviento, celebremos la Navidad, pero que sepamos que aún hoy, en estas noches prenavideñas, seguirán naciendo niños en “pesebres infectos”, con frío, sin medicinas, sin lugar para ellos en el mesón. Acordémonos de ellos y seamos solidarios. Eso es también parte de todas estas celebraciones.
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