Noche, fantasmas, miedo...un rayo de sol
¿Cómo es posible que alguien ande sobre nuestro miedo como si no pasara nada?
07 DE JULIO DE 2020 · 16:15

El Covid-19 nos ha sumido en la cuarta vigilia de la noche. Es el momento del horror, del problema, de la pesadilla. También, como consecuencia económica, el paro ha sumido a muchos en el miedo. Otros, aún no han cobrado los ERTE. También, en otra perspectiva, la muerte de tantos y tantos ancianos en sus Residencias, muertes que, en una gran parte, pudieran haber sido evitadas. Más aún, los enfermos que no se han curado del todo, que tienen secuelas quizás de por vida. Los nuevos rebrotes después de final del estado de alarma. ¡Cuánto miedo y sufrimiento, Señor! Hasta los discípulos, en medio del mar y las olas, sobrecogidos por el miedo, cuando vieron a Jesús andando sobre las aguas, pensaron que era un fantasma (ver Mateo 14). ¡Cuántos y cuántos estarán con sus vistas nubladas por fantasmas reales o irreales! Tiempos de pandemia, de horror, de inseguridades mil.
Recuerdo las pesadillas del libro La Metamorfosis de Franz Kafka. Pesadillas, malos sueños, dolor, sufrimiento. Ahora, en la Nueva Normalidad, nos hablan de nuevos rebrotes, de vacunas lejanas, de infectados por imprudencias, todavía de muertos. La noche parece eterna. El túnel de la enfermedad y del posible contagio parece no tener fin. Sombras por detrás, negruras fantasmagóricas por delante. Pobreza, emergencias económicas. ¿Cuándo volveremos a tener una economía normalizada? No se divisa aún la luz. Sigue el miedo. Parece no haber tabla de salvación a la que agarrarse. La fragilidad del hombre, de la vida… toda una lección de humildad.
En estos meses ha aumentado el número de muertos, muchos de ellos, de forma asombrosa, eran ancianos que, en muchos casos, han tenido situaciones sanitarias irregulares. El duelo por estas muertes y el miedo, forman un cóctel extraño, difícil de superar, creador de inseguridades. El hombre es mucho más frágil de lo que se pensaba, la salud puede perderse en poco tiempo, la sanidad no es tan perfecta como se creía, tiene muchas deficiencias, la economía puede desacelerarse y, en parte, hundirse, en cuestión de momentos. La pandemia ha puesto de relieve que nuestras seguridades no son tales, que la muerte acecha, que los almacenes de bienes pueden destruirse y desaparecer como llevados por el viento.
Falsas seguridades las que nos da el mundo. Esta es la situación, la reflexión y el pensamiento de muchos hombres y mujeres hoy. Casi no queda espacio a la esperanza. Nadie viene para ayudarnos porque, quizás, estamos solos en medio de las ondas y las olas del sufrimiento humano. No somos ni nadie ni nada, pensarán algunos. Una simples barquilla “entre las peñas rota, sin velas desvelada y entre las olas sola”, diría el poeta.
Es el recuerdo de los discípulos en el Evangelio de Mateo, 14, cuando están azotados por las olas. Miedo de perecer. Maltratados por el encrespado mar de la vida, trasladado hoy a la pandemia Covid-19 en el mundo. Días de Coronavirus con sus consecuencias en muchas otras áreas: mujeres que han pasado tiempo y tiempo con sus maltratadores, niños que también han sufrido el maltrato, el azote y el abandono en medio de su cuarta vigilia de su noche triste. Pareciera que en el mundo gana la desesperanza, la idea de muerte, de sufrimiento. ¿Dónde estará el Señor?
Covid-19. Símbolo hoy de sufrimiento humano. El horror de los cementerios llenos, sobrecargados como si, de nuevo, algún tipo de peste nos arrasara. Sin embargo, en medio de esta pesadilla, de esta noche oscura, de este mar encrespado, alguien se acerca andando sobre nuestro sufrimiento, sobre nuestras aguas en forma de ondas y olas mortíferas, andando sobre los elementos causantes de nuestro miedo. ¿Cómo es posible que alguien ande sobre nuestro miedo como si no pasara nada?
El problema es que la ofuscación de nuestra pesadilla no nos permite distinguir quién es ese que puede andar sobre la causa de nuestro problema, sobre nuestras aguas turbulentas. Nos parece imposible que no sea un fantasma, que sea nuestra salvación, la imagen de nuestra esperanza. Entonces es cuando, en nuestra necedad, podemos decir como los discípulos: es un fantasma, sombras fantasmagóricas que quieren asustarnos… pero hay respuesta.
Pues sí. Alguien también puede acercarse a nosotros en medio de nuestra pandemia y decirnos: “Soy yo, no tengáis miedo”. Quizás, entonces, empecemos a creer, a tener confianza. ¿Y si es Él? Así, podemos llegar a decir: Señor, yo también quiero andar sobre mi problema, sobre mi miedo, sobre mi horror. ¿Podremos andar, caminar sobre nuestro propio problema? Señor, si eres tú, haz que yo también pueda andar sobre las aguas, llegar hasta ti, no dudar y conseguir paz, tener esperanza, incluso en medio de la pandemia.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Noche, fantasmas, miedo...un rayo de sol