Jesús y el trastoque de valores

También, en nuestro momento histórico, hay muchos obreros injustamente pagados que necesitarían de la justicia misericordiosa que usó Jesús con los trabajadores de la viña.

02 DE JUNIO DE 2020 · 19:00

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Foto de Alexander Schimmeck en Unsplash.n Unsplash.

Espero que os llame la atención algunas de las parábolas del Reino como la Parábola de la Gran Cena, ese valor del Reino que nos dejó Jesús que nos anuncia que “muchos últimos serán primeros”, la afirmación de que habrá prostitutas que podrán ir por delante de muchos religiosos al Reino de los cielos, la Parábola de los Obreros de la Viña en donde los últimos serán pagados los primeros e igual que ellos, la Parábola de la Fiesta de Bodas en donde, al final, entran todos aquellos que jamás habrían pensado en participar en ese banquete, mientras que otros muchos se autoexcluyen o son excluidos, el ver como Jesús saca del banco de los tributos a personas estigmatizadas y ladrones para que sean sus seguidores, y así muchos otros casos. Realmente, no cabe duda de que Jesús hace un trastoque de valores.

Pregunta: ¿Nos escandaliza esto hoy al igual que se escandalizaban muchos de los religiosos de la época de Jesús? ¿Escandaliza esto hoy a profesionales de la religión que se creen representantes oficiales y escogidos de Dios y por Dios? ¿Hay hoy tantos y tantos estigmatizados, proscritos, desclasados y marginados como en el tiempo de Jesús? ¿Cómo es nuestra sociedad hoy? ¿Haría también hoy nuestro Maestro, Jesús, una nueva subversión de valores sociales, económicos y religiosos? 

Hoy sigue habiendo personas marginadas y tachadas de pecadores, sigue habiendo ricos acumuladores que despojan a los más débiles de una forma injusta, hoy, también, la situación de la mujer, de la valoración de las razas con la xenofobia y el racismo sigue ahí de una u otra manera. También, en nuestro momento histórico, hay muchos obreros injustamente pagados que necesitarían de la justicia misericordiosa que usó Jesús con los trabajadores de la viña, hoy hay muchas y muchas personas rechazadas del banquete de la vida, personas que no pueden participar mínimamente de los recursos de la tierra y del trabajo para vivir con los mínimos de dignidad imprescindibles. 

¿Tendría que hacer Jesús un nuevo trastoque de valores hoy? ¿Es que, acaso, esa subversión ya está hecha y se ha dejado en nuestras manos? ¿Es que nosotros somos nos infieles que no cumplimos con la enseñanza e implantación de los valores del Reino de Dios en el mundo? ¿Es que, también, muchos religiosos, pertenecientes a diferentes confesiones religiosas, miran insolidariamente desde posiciones de prestigio, estando de espaldas al grito de los pobres, de los marginados y excluidos del mundo? ¿Cómo son nuestros valores sociales hoy? ¿Entran también en nuestras congregaciones, siendo valores antibíblicos, en contracultura con el Evangelio, pero que los aceptamos como válidos, mientras vivimos como los que no tienen esperanza? 

¿A quién seguimos dando los primeros lugares, a quiénes invitamos a nuestras mesas, cómo pagamos a nuestros trabajadores, como consideramos a tantos y tantos migrantes procedentes de allende los mares? ¿Seguimos dejando a muchos al margen del camino, mientras que como malos prójimos pasamos al lado de los apaleados sin mancharnos las manos, pero de camino a nuestros rituales cúlticos? 

Hoy haría falta un trastoque de valores, o mejor dicho, la recuperación con seriedad de los valores del Reino,  para que no hubiera entre nosotros tantos pobres, lisiados en abandono, proscritos, excluidos de los bienes sociales, del trabajo y, en muchos lugares del mundo, del agua potable, de la alimentación mínimamente sana, de las medicinas, de la capacitación y de la promoción humana.

Nos podríamos preguntar cómo analiza la iglesia hoy las parábolas y los valores del Reino para que podamos vivir una espiritualidad cristiana integral, una forma de ser discípulos de Jesús buscando justicia, practicando misericordia y haciendo que la fe siga actuando a través del amor como reclamaba el apóstol Pablo. Con tantos y tantos cristianos en el mundo, no debería haber tanta gente tirada al lado del camino de la vida por el que pasan tantos y tantos religiosos, tantos y tantos profesionales de la religión, tantos y tantos adoradores de espaldas al gemido de los sufrientes de la historia. 

Si nos acordáramos de la frase de Jesús: “Por mí lo hicisteis”, quizás se nos allanaría el camino para aceptar y poner en práctica ese trastoque de valores que hizo Jesús para que podamos habitar un mundo más humano y más justo, abierto a la trascendencia y a la vida eterna que Jesús nos ofrece. 

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