De la vida del cielo
Poema de Fray Luis de León. (selecciona Isabel Pavón)
12 DE MAYO DE 2017 · 05:00
Alma región luciente,
prado de bienandanza, que ni al hielo
ni con el rayo ardiente
fallece, fértil suelo,
producidor eterno de consuelo.
De púrpura y de nieve
florida, la cabeza coronado,
y dulces pastos mueve,
sin honda ni cayado,
el Buen Pastor en ti su hato amado.
Él va, y en pos dichosas
le siguen sus ovejas, do las pace
con inmortales rosas,
con flor que siempre nace
y cuanto más se goza más renace.
Y dentro a la montaña
del alto bien las guía; ya en la vena
del gozo fiel las baña,
y les da mesa llena,
pastor y pasto Él solo, y suerte buena.
Y de su esfera cuando
la cumbre toca, altísimo subido,
el sol, Él sesteando,
de su hato ceñido,
con dulce son deleita el santo oído.
Toca el rabel sonoro,
y el inmortal dulzor al alma pasa,
con que envilece el oro,
y ardiendo se traspasa
y lanza en aquel bien libre de tasa.
¡Oh, son!, ¡oh, voz! ¡Siquiera
pequeña parte alguna decendiese
en mi sentido, y fuera
de sí la alma pudiese
y toda en ti, oh, Amor, la convirtiese!
Conocería dónde
sesteas, dulce Esposo; y desatada
de esta prisión adonde
padece, a tu manada
viviera junta, sin vagar errada.
Fray Luis de León
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