“Nuestra ‘nueva normalidad’ será impactada por todo lo que se haga ahora”

La crisis del coronavirus en Europa está “impulsando un debate sobre privacidad, ética y salud pública y qué medidas son apropiadas, o no”, dice la experta en nuevas tecnologías Patricia Shaw.

Joel Forster

Evangelical Focus · LONDRES · 14 DE ABRIL DE 2020 · 13:30

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Muchos países europeos han comenzado a aplicar medidas sobre el uso de datos. / Yulissa Tagle

Muchos países europeos están llegando al pico de la crisis de Covid-19, y los gobiernos han anunciado la implementación de medidas especiales para luchar contra la pandemia en áreas como las telecomunicaciones. Muchas soluciones tecnológicas pueden ser útiles para ayudar a detener el virus, cree Patricia Shaw de la Iniciativa Homo Responsiblis, un think/action tank de expertos cristianos y líderes de opinión recientemente creado en el campo de la Inteligencia Artificial, el análisis de datos y la digitalización. Pero es necesario analizar cuidadosamente el impacto que estas medidas especiales tendrán en la vida cotidiana de los ciudadanos.

“Este es un momento para el pensamiento crítico, el discernimiento y actuar con sabiduría”, dice esta asesora de ética tecnológica del Reino Unido. Nos encontramos en un momento de “exigir mayor transparencia y supervisión sobre los datos y los sistemas algorítmicos que se utilizan”.

Pregunta: ¿Cómo podrían los gobiernos o las empresas utilizar erróneamente esta crisis de Covid-19 para implementar un mayor control tecnológico sobre la población? ¿Conoces casos específicos que suceden en Europa?

Respuesta: En primer lugar, debemos tener claro cuáles son las medidas tecnológicas propuestas que podrían tener efectos sobre los derechos humanos, la privacidad, la protección de datos e implicaciones éticas para las personas: (1) Aplicaciones para autodeclarar síntomas de Covid-19; (2) programas organizados a nivel nacional de pruebas generales y periódicas para el Covid-19 de todos los ciudadanos; (3) seguimiento de contactos a través de intercambios Bluetooth entre teléfonos móviles; (4) seguimiento de datos de geolocalización basado en movimientos de teléfonos móviles; (5) códigos QR generados algorítmicamente para clasificar según el sistema RAG (‘Red, Ambar, Green’ en inglés, en alusión a los colores del semáforo) y evaluar la autonomía personal de movimiento como el que se ve en China con Alipay. Cada uno tiene sus méritos para diferentes propósitos y diferentes contextos culturales.

"Esta crisis pone en tela de juicio si la conectividad debe permanecer en manos del sector privado".

En Europa, la mayoría de los gobiernos han solicitado datos de geolocalización agregados de forma anónima (como los obtenidos de los proveedores de telecomunicaciones). En Alemania, los investigadores académicos están revisando abiertamente estos datos, como en el Robert Koch Institut, para ayudar a proporcionar aprendizajes y conocimientos a los responsables de la toma de decisiones. Técnicamente, estos datos no son ‘datos personales’ en el marco del Reglamento General de Protección de Datos porque han sido declarados anónimos, pero eso no significa que no tengan implicaciones éticas o de privacidad.

Actualmente, Alemania e Inglaterra proponen ciertas aplicaciones de seguimiento de contactos. Esto tiene un historial probado basado en su lanzamiento en Singapur. Si bien esta medida de rastreo de contactos brinda mayor seguridad de no usar datos personales porque proporciona una identificación anónima de usuario generada al azar para los contactos, también puede tener implicaciones éticas.

Entonces, ¿de qué implicaciones éticas estamos hablando aquí? De: 

- Autonomía en la libertad de movimiento, 

- Agencia en que se decide dónde y cuándo tiene libertad de movimiento, 

- Privacidad en quién puede ver dónde está y cuándo, o con quién está en contacto y cuándo está contacto con ellos, obviamente, todos se aplican solo cuando realmente se tiene la capacidad de moverse más allá de quedarse en casa,

- El intercambio de datos sobre quién (aparte del proveedor de la aplicación que recopiló los datos) puede verlos. Existe la necesidad de una mayor transparencia en los datos que recopila una aplicación o un proveedor de telecomunicaciones, y transparencia con respecto a la aplicación (o más pertinente a los sistemas algorítmicos detrás de la aplicación) en lo que están haciendo con los datos recopilados, el propósito, el uso, el almacenamiento de datos en conjunto con la aplicación, y por último, pero no menos importante, la necesidad de comprender la precisión y los posibles impactos de la aplicación que resulta en un posible sesgo y discriminación. Necesitamos saber que estas cosas están siendo consideradas y que las organizaciones que buscan proteger nuestra “salud pública” también las tienen debidamente en cuenta,

- Salvaguardas para el uso de datos, aplicaciones y herramientas más allá de la crisis actual.

P: ¿Podría la crisis ser un ‘acelerador’ para las iniciativas gubernamentales (en colaboración con las empresas de telecomunicaciones y otras compañías privadas) que en principio se habían planificado para un futuro más lejano?

R: Esta crisis definitivamente es un acelerador para probar y desplegar una mayor conectividad, más infraestructura, mejor seguridad, mayor accesibilidad, ampliar los estándares de interoperabilidad, impulsar un mayor intercambio de datos y fortalecer el caso para una identificación digital más amplia de los ciudadanos. También está impulsando un debate más público sobre la privacidad, la ética y la salud pública, y qué medidas son apropiadas (o no) para protegerlo. Realmente pone en tela de juicio si la conectividad y la infraestructura de datos que utilizamos libremente en el día a día deben permanecer en manos de los actores del sector privado; ¿No es después de todo una utilidad pública?

"Tenemos que ser conscientes de quienes no tienen acceso a internet ni pueden usar un teléfono inteligente".

Si estas medidas eran todas iniciativas gubernamentales planificadas a largo plazo o actuales es una cuestión de política y planificación de recursos públicos, que variará de un sector a otro y de un país a otro. Sin embargo, lo que está claro es que los que tienen responsabilidades quieren y necesitan más información para tomar decisiones informadas; necesitan una comprensión más completa de la Covid-19, cómo se propaga y los impactos y consecuencias (intencionales y no intencionales) de sus intervenciones.

Gran parte de los cambios tecnológicos que veremos ahora propuestos y/o promulgados estarían en línea con las iniciativas de datos inteligentes, economía de datos, datos abiertos, la estrategia del mercado único digital y la estrategia europea para el programa Una Europa adaptada a la era digital. La urgencia de la crisis ha exigido que muchas de estas cosas se estén planteando en este momento.

P: ¿Cuál es un equilibrio sólido entre ser conscientes de los peligros potenciales de los nuevos usos de las tecnologías, por un lado, y tener un acercamiento positivo y constructivo a estas nuevas realiades desde una perspectiva cristiana?

R: Es de vital importancia no ignorar; (a) los datos que se recopilan sobre ti (ya sea de forma anónimo, con seudónimo o clasificado como datos personales o no); (b) por quién; (c) para qué se están utilizando; (d) cómo el sistema algorítmico los recopila, coteja, analiza y usa; (e) con quién se comparten los datos; (f) y en qué parte del mundo se están almacenando.

Este es un momento para el pensamiento crítico, el discernimiento y actuar con sabiduría. Este es un momento para exigir mayor transparencia, gobernabilidad y supervisión sobre los datos y los sistemas algorítmicos que se utilizan.

Nada es sencillo. El uso de sistemas algorítmicos y big data es complejo. Nuestra respuesta no debe ser nacida del miedo. En cambio, debemos buscar de forma activa comprender las soluciones propuestas, y cómo esto afecta no solo a los cristianos sino a las vidas, los datos y la privacidad de toda la humanidad. Nosotros, como cristianos, deberíamos ser parte de la búsqueda de soluciones a la pandemia actual que funcionen para todos. Al tratar de proteger la salud pública, también amamos a nuestro prójimo. Involucrarnos o no con las aplicaciones y las herramientas tecnológicas que se nos presentan, es una elección personal, que requerirá sabiduría. 

Debemos ser conscientes de los “excluidos digitalmente” en todo esto. No todos tienen acceso a Internet o pueden usar un teléfono inteligente o bluetooth. Al evaluar las soluciones presentadas, necesitamos sopesar los riesgos y beneficios. Necesitamos considerar cómo la intervención resolverá la pandemia actual y erradicará el virus, y si el resultado puede lograrse de otra manera. Necesitamos saber acerca de las salvaguardas que se han implementado para cuando la crisis haya terminado, como la eliminación automática de datos e información recopilada de nosotros. Lo que está claro es que cualquier cosa que se haga ahora, tendrá un impacto en nuestra ‘nueva normalidad’.

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