Los increíbles efectos desconocidos de la música

Además del placer que produce escucharla en algunos contextos –o lo incómodo cuando deseamos descansar y el vecino abusa del volumen de su minicadena– la música tiene efectos en nuestro organismo que a veces desconocemos.

MADRID · 20 DE DICIEMBRE DE 2010 · 23:00

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Entre otras cosas, la música mejora el vocabulario. De acuerdo con una reciente revisión publicada en la revista Nature Reviews Neuroscience por Nina Kraus, de la Universidad Northwester (EE UU), durante el entrenamiento musical para tocar un instrumento se establecen conexiones neuronales que mejoran también otros aspectos de la comunicación humana. De ahí que los niños con formación musical tengan un mejor vocabulario y capacidad de lectura. También explica por qué los músicos son capaces de escuchar mejor una conversación cuando hay ruido de fondo que el común de los mortales. La música forma parte de nuestras vidas desde nuestra llegada al mundo, y ya entonces encontramos curiosidades: la música se percibe mejor por el oído izquierdo, mientras que el habla se recibe mejor por el oído derecho. «Incluso al nacer, el oído está estructurado para distinguir entre los diferentes tipos de sonidos y enviarlo al lugar correcto en el cerebro», concluía una de las autoras del estudio, Barbara Cone-Wesson. Pero la música no sólo nos acompaña, sino que tiene muchos efectos benéficos. Una utilidad interesante se produce cuando hacemos deporte al ritmo de la música. Científicos de la Universidad de Brunel demostraron en 2008 que escuchar cierto tipo de música, fundamentalmente de los géneros rock y pop, podemos aumentar nuestra resistencia al ejercicio físico intenso hasta un 15%. Entre los efectos positivos, se destaca también la mejoras cardiovasculares. Científicos del Centro Médico de la Universidad de Maryland han demostrado que escuchar música puede beneficiar al sistema cardiovascular tanto como hacer ejercicio o tomar ciertos medicamentos. Michael Miller y sus colegas comprobaron que el diámetro de los vasos, medido en la parte alta del brazo, aumenta un 26% con nuestra música favorita. En contraste, la música que calificamos como estresante hace que los vasos se contraigan un 6%. Los experimentos mostraron también que escuchando canciones que invitan a reír los vasos sanguíneos se dilatan un 19%, mientras que la música relajante produce una expansión del 11%. Sorprende saber que los efectos emocionales que produce la música aumentan cuando cerramos los ojos. Yulia Lerner, de la Universidad de Tel Aviv, lo demostró el año pasado, al usar música de miedo del estilo de la empleada por Alfred Hitchcock en sus películas. Comprobó que la actividad de la amígdala, una zona del cerebro vinculada a la sensación de miedo, aumentaba mucho más con los ojos cerrados que si se mantenían abiertos. Pero la música también se puede utilizar para otros fines más comerciales. No es extraño encontrar música más rítmica en las tiendas durante las rebajas, y tampoco que la música esté muy alta en algunos bares. Y es que se demostró en 2008 que la música alta incita a beber más alcohol en menos tiempo. Además, cuanto más alto es el volumen de la música más rápido se consume la bebida. Otro efecto «perjudicial» se produce cuando intentamos poner música «de fondo». Sin importar cual sea, es un factor de desconcentración que reduce el rendimiento, de acuerdo a estudios recientes. Así que la mejor para poder trabajar eficientemente es el silencio.

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