¿Fue Adán un Homo erectus?

Si fuera cierto que el Homo erectus fue el primer ser humano pensante, ¿cómo es que estuvo más de un millón de años sin mostrar evidencias de progreso cultural?

11 DE MAYO DE 2025 · 16:25

Cráneo de un Homo erectus en el Museo de Historia Natural de Londres, Inglaterra. / <a target="_blank" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Em_-_Homo_erectus_-_2.jpg">Emőke Dénes</a>, Wikimedia Commons.,
Cráneo de un Homo erectus en el Museo de Historia Natural de Londres, Inglaterra. / Emőke Dénes, Wikimedia Commons.

En base a la evidencia fósil y al estudio del ADN, podemos argumentar que el Homo erectus y la mayoría de las especies pertenecientes al género Homo, eran verdaderos seres humanos desde todos los puntos de vista.

Es decir, criaturas inteligentes con conciencia, creadas a imagen y semejanza de Dios y posibles descendientes de Adán y Eva.

De hecho, si se tiene en cuenta su capacidad craneal, alguno de tales grupos, como el hombre de Neandertal, tenían una media de 1.450 centímetros cúbicos, frente a los 1.345 cm3 del Homo sapiens.

Es verdad que la media del Homo erectus era de 1.016 cm3, sin embargo, dicho volumen lo sitúa ya dentro del rango humano, que oscila entre 800 y 2.200 cm3, y lo aleja de los cerebros de los chimpancés, que varían entre 275 y 500 cm3.

Aunque sabemos que el tamaño del cerebro no necesariamente está relacionado con la inteligencia ya que, por ejemplo, el cerebro de un cachalote puede alcanzar los 9 kilos y el del elefante unos 5 kilos aproximadamente, frente al kilo y medio del hombre, tales diferencias en los cráneos fósiles son suficientemente significativas. Hoy se sabe que la inteligencia depende más de la complejidad del cerebro que de su tamaño.

Se cree que el Homo erectus vivió hace entre 1,9 millones de años y 117.000 años antes del presente. Es decir, durante el Pleistoceno inferior y medio. Sus numerosos restos fósiles se han encontrado sobre todo en Asia, pero también en Europa y África.

En este último continente, con frecuencia se le incluye también en otra especie diferente, que los paleoantropólogos denominaron Homo ergaster. Esto pone de manifiesto el grave problema de taxonomía o clasificación que tiene planteado actualmente la ciencia de los fósiles humanos.

Lo escaso del registro fósil hace que las diferencias dentro de la propia especie (intraespecíficas) sean desconocidas. Como consecuencia, las características distintivas del fósil en cuestión se interpretan como diferencias suficientes (interespecíficas) para crear especies nuevas.[1] 

Y, como cada investigador pretende que los restos fósiles que él o su equipo han encontrado sean especies significativas, este problema de proliferación de especies se agrava.

Ahora bien, si fuera cierta esta suposición de que el Homo erectus fue el primer ser humano pensante, ¿cómo es que estuvo más de un millón de años sin mostrar evidencias de progreso cultural?

Los primeros restos de artefactos culturales, tales como puntas de flecha para la caza, se remontan como mucho hasta hace unos 50.000 años. Antes de tal fecha, hay muy pocas muestras arqueológicas de progreso.

Es verdad que se han descubierto herramientas de piedra que podrían haberse usado como martillos primitivos o como instrumentos cortantes y que se han datado en más de tres millones de años de antigüedad.[2] 

Esto es antes de la aparición del ser humano, sin embargo, es algo que no debería sorprendernos ya que cuando hoy un chimpancé toma una piedra y la usa para romper cualquier semilla o nuez, de hecho, la está usando como un martillo primitivo.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre estas rudimentarias herramientas que usan los monos y los arpones para la pesca, las agujas de coser o los anzuelos que fabricaba el hombre del Paleolítico.

Hace aproximadamente 200.000 años, se produjo una clara aceleración en el diseño de herramientas líticas. Se han hallado puntas de piedra bien afiladas que podrían haberse unido al extremo de bastones para elaborar lanzas y flechas.

Evidentemente la madera y las cuerdas de dichas lanzas y arcos no ha resistido el paso del tiempo. También se han encontrado punzones para perforar pieles y raspadores que podrían haber servido en varias actividades.

Todos estos enseres fueron fabricados por el hombre durante la Edad de Piedra Media (o MSA del inglés Middle Stone Age) que se ha venido datando entre hace unos 50.000-25.000 años.[3] 

De la misma manera, sólo el ser humano es capaz de producir verdadero arte, tal como puede observarse en la cueva de Altamira, en la cordillera Cantábrica, y en tantos otros lugares por todo el mundo.

Hoy se cree que los bisontes, caballos y ciervos que aparecen en las paredes de dicha cueva española fueron pintados entre hace 36.000 y 13.000 años antes del presente. No obstante, la duda sigue en pie.

Si los representantes del Homo erectus eran realmente seres humanos, con todas las características propias de éstos, ¿cómo es que se quedaron estancados, culturalmente hablando, durante más de un millón de años? ¿Por qué tardaron tanto tiempo en desarrollar una cultura verdaderamente humana?

Una posible respuesta podría ser que quizás la datación ofrecida por la paleoantropología sea incorrecta y los fósiles del Homo erectus no sean tan antiguos como se pretende.

Esta es la postura del creacionismo de la Tierra joven, que cree que el universo y la Tierra tienen menos de diez mil años de antigüedad y que, por tanto, ningún fósil humano puede ser tan antiguo.

A mí me parece que adoptar este planteamiento implica rechazar muchas investigaciones científicas coherentes que han demostrado encajar bien con la realidad observable.

Pienso que el relato bíblico de la creación puede entenderse perfectamente como un proceso lento acaecido en seis extensos períodos de tiempo.

Otra posibilidad es que las muestras de cultura humana encontradas, tales como las herramientas meticulosamente fabricadas, el arte rupestre de las paredes de tantas cavidades subterráneas y ciertos objetos decorativos, sean más antiguos de lo que se han datado.

Si esto fuera así, se demostraría que el ser humano no tardó tanto tiempo en evidenciar su cultura. De hecho, hay que tener en cuenta que los expertos en la datación del arte rupestre, por ejemplo, no son tan numerosos a nivel mundial y no sería sorprendente que sus estimaciones fueran más teóricas y menos seguras de lo que se pretende.

Asimismo, conviene tener en cuenta que quizás la mayor parte de los artefactos culturales más antiguos elaborados por el hombre se hayan ido destruyendo poco a poco por el paso del tiempo, hasta perderse por completo.

El interior de las cuevas es mucho más acogedor para conservar los materiales que el exterior. Los artefactos de piedra se conservan mucho mejor que los de madera, hueso, piel o fibras naturales tejidas. 

Además, es conveniente recordar que el avance cultural y tecnológico no se da por igual en todos los grupos humanos. Cada pueblo o etnia desarrolla su propia cultura y tecnología en función de varios factores ambientales, según sus propias necesidades materiales y cosmovisión.

Por ejemplo, cuando se construyó la Capilla Sixtina en Roma, en el siglo XV, -uno de los tesoros artísticos más famosos de Occidente- todavía existían numerosos pueblos por todo el mundo que vivían en plena prehistoria.

Incluso hoy, ciertas tribus de Papúa Nueva Guinea como los korowais, los andamaneses de la India, los surmas de Etiopía o los cujareños de la amazonia peruana, entre otros, viven en un ambiente muy primitivo.

Sin embargo, todos son plenamente humanos, aunque se encuentren en diferentes etapas de su desarrollo cultural. Por tanto, si los primeros seres humanos vivieron en un estado comparable a estos grupos, la falta de utensilios y artefactos culturales durante más de un millón de años, que pone de manifiesto la arqueología, no debería sorprender.

Si a esto se añade la clara indicación de Génesis acerca de que, en los días de Noé, la tierra estaba llena de violencia (Gn. 6:11-13) debido a la maldad humana, esto también pudo haber contribuido a enlentecer el desarrollo cultural.

De la misma manera, es posible que la glaciación cuaternaria o alpina tuviera también mucho que ver en la destrucción de los posibles artefactos humanos.

Es sabido que, durante el periodo Cuaternario, -desde hace dos millones y medio de años hasta el presente- se produjeron diversos eventos glaciares separados por periodos interglaciares.[4] 

En ese tiempo, capas de hielo de la Antártida y de Groenlandia invadieron la mayor parte de América del Norte, Europa, Asia y África en determinados momentos. 

Esto modificó la configuración de ríos y lagos, haciendo que el nivel de los mares descendiera considerablemente (se cree que unos 120 metros). Lo cual permitiría, por ejemplo, viajar a pie desde Francia a Inglaterra o cruzar el estrecho de Bering caminando entre Asia y América.

Semejante alternancia de enfriamiento y calentamiento posterior erosionaría la superficie terrestre y destruiría cualquier resto de actividad humana que estuviera a la intemperie.

Cuando el Homo erectus habitó el planeta, hace casi dos millones de años, pisó unos terrenos que hoy están sumergidos a gran profundidad bajo los océanos. Esto significa que probablemente muchos de los artefactos que él hubiera podido producir fueron enterrados y se hayan desintegrado ya en el fondo de los mares. Quizás por eso no se han encontrado.

 

Notas

[1] Cela Conde, C. J. y Ayala, F. J., 2013, Evolución humana: el camino hacia nuestra especie, Alianza Editorial, Madrid, p. 323.

[2] Harmand S. et al., 2015, “3.3-Million-Year-Old Stone Tools from Lomekwi 3, West Turkana, Kenya,” Nature, 521: 310-315. 

[3] McBrearty, S, & Brooks, A. A., 2000, “The revolution that wasn't: A new interpretation of the origin of modern human behaviour”, Journal of Human Evolution, 39 (5): 453-563; “Middle Stone Age Tools,” Smithsonian Museum of Natural History, accedido en abril 2025, .

[4]  Gradstein, F., 2004, “A Geologic Time Scale 2004, Cambridge University Press, Nueva York, p. 412.

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