Dificultades bíblicas

Hay por lo menos tres maneras de ver la Biblia. Como un libro escrito por hombres, pero inspirado por Dios y que por tanto carece de errores o es infalible; como un conjunto de textos puramente humanos repletos de errores, que nada tienen que ver con ningún tipo de revelación divina; o bien como un libro que contiene errores pero que, a la vez, posee trozos verdaderamente revelados por el Altísimo. Lógicamente, los creyentes sólo pueden adherirse a la primera o a la tercera de tales opciones ya que la segunda es exclusiva de ateos o agnósticos.

Las numerosas dificultades de la Biblia parecen, a primera vista, desafiar su infalibilidad. Sin embargo, cuando se analizan a fondo mediante una correcta crítica del texto, la mayoría suelen desaparecer. Hay otras, como las diferencias en números o estadísticas, así como la escritura de ciertos nombres propios de personas y lugares, que no pueden solventarse por medio de la crítica textual, sino que requieren alguna otra explicación diferente. Este sería el caso de la edad del rey Ocozías, que en 2 Crónicas 22:2 se dice que cuando empezó a reinar tenía 42 años, mientras que en 2 Reyes 8:26 se afirma que sólo tenía 22.^[1] Mientras que también existen dificultades lógicas en algunos pasajes, como por ejemplo el famoso caso del aparente sacrificio de la hija de Jefté (Jueces 11), que plantean la cuestión acerca de cómo pudo permitirse algo así, dado que en Israel estaban expresamente prohibidos por Dios los sacrificios de personas (Dt 12:31).

Frente a todas estas supuestas contradicciones bíblicas, el creyente tiene dos opciones: sospechar de la infalibilidad de la Escritura hasta que no se aclare dicha dificultad o bien aceptar por fe que es infalible, a pesar de las discrepancias que pudieran aparecer, y confiar en que un estudio más profundo confirmará el origen divino de la misma. En el primer caso, cada vez que alguien plantee alguna aparente dificultad, el cristiano quedará angustiado e impotente hasta que encuentre una respuesta satisfactoria. Su fe en la Palabra será siempre titubeante y dependerá de influencias externas. Mientras que, en el segundo, al estar convencido de que verdaderamente la Biblia es la palabra de Dios, pondrá todas las posibles quejas que le lleguen en cuarentena porque confiará en que finalmente serán bien respondidas. 

Quizás podría pensarse que esta manera de encarar el problema es subjetiva ya que se basa en un acto de fe personal e incondicional. Es cierto. Sin embargo, ¿existe alguna manera de leer y escudriñar la Biblia que no sea subjetiva? Toda persona que se acerca a ella y la lee, experimenta interiormente una convicción y desarrolla una opinión sobre la misma. Cree que se trata de la Palabra revelada por Dios o, por el contrario, se convence de estar ante una crónica humana falible. No hay término medio ni posiciones neutras. La tercera manera de la que hablábamos al principio es una postura incoherente. Una Biblia que contuviera una mezcla de errores y verdades reveladas sería incompatible con el carácter y los atributos divinos. ¿Por qué iba Dios a mezclar sus verdades con la mentira?

Creo que la única postura razonable es la primera. Es decir, aquella que toma en serio lo que la Biblia dice de sí misma. Si se trata de la auténtica Palabra de Dios, todas las posibles dificultades y contradicciones que surjan tendrán que ser tratadas como aparentes y no reales. Después de recopilar todos los datos al respecto, se podrá comprobar que las acusaciones de error eran inconsecuentes y que la Biblia es infalible.

Por lo que respecta a los años que tenía Ocozías cuando empezó su reinado, el error se debe seguramente a algún copista, tal como se desprende del contexto. En 2 Reyes 8:17, se dice que Joram, el padre de Ocozías, tenía 32 años cuando se convirtió en rey de Judá y que estuvo reinando durante 8 años hasta su muerte. Por tanto, murió a la edad de 40 años. Si su hijo Ocozías hubiera tenido 42 años al sucederle en el trono, habría sido dos años mayor que su padre. Lo cual es imposible y resuelve el error en favor de los 22 años. Luego el texto de 2 Crónicas 22:2 en vez de “cuarenta y dos años” debería decir “veintidós años”. Estos son errores menores que no afectan el sentido de ninguna doctrina bíblica.

En cuanto al mencionado sacrificio de la hija de Jefté (Jueces 11), provocado por el desatino de su padre, a quien se le ocurrió hacer voto a Jehová y prometer que la primera persona que saliera de su casa a recibirle sería ofrecida en holocausto, muy probablemente no se trató de un sacrificio humano, sino de un celibato perpetuo en el servicio del tabernáculo.^[2] Para una mujer hebrea joven, el hecho de ser condenada a no tener hijos era una gran afrenta solo comparable a la propia muerte. De la misma manera, su padre Jefté perdía la posibilidad de tener nietos y descendencia, algo de lo más humillante y calamitoso para un judío. Por tanto, no fue el sacrifico físico de la hija de Jefté, -algo que prohibía la Ley- sino el holocausto espiritual de un celibato de por vida. 

Es significativo lo que dice el texto: Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. Él entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón (Jue 11:37-39). Si se hubiera tratado de un sacrificio humano ¿no habría sido más lógico llorar por su propia vida que por su virginidad perpetua? Finalmente se dice también que pasados estos dos meses el padre cumplió su voto y ella nunca conoció varón ¿cómo podía conocer varón si hubiera estado muerta? Estos textos permiten pensar que no se trató de un sacrificio humano sino de una dedicación de por vida al servicio de Jehová en la puerta del tabernáculo.

En mi opinión, los errores y contradicciones de la Biblia se deben generalmente a la acción torpe de los copistas humanos que los introdujeron involuntariamente, no a Dios ni a su maravillosa revelación espiritual. 

Notas

1] Cruz, A. & Valdés, J. 2023, 100 preguntas sobre Dios, Clie, Viladecavalls, Barcelona, p. 125.

[2] Archer, G. L., 1987, Reseña Crítica de una Introducción al Antiguo Testamento, Portavoz, Grand Rapids, Michigan, p. 308.