Primeros transformistas del siglo XVIII

El propio abuelo de Darwin ya tenía también ideas transformistas. Escribió un libro sobre ciertos problemas relacionados con la evolución, declarándose partidario de la herencia de los caracteres adquiridos.

27 DE FEBRERO DE 2022 · 10:00

La ocurrencia de Maillet de que algunos peces se habrían transformado en aves, podía sustentarse aparentemente en el comportamiento de ciertas aves acuáticas como los cormoranes que eran capaces de bucear, nadar y volar.,
La ocurrencia de Maillet de que algunos peces se habrían transformado en aves, podía sustentarse aparentemente en el comportamiento de ciertas aves acuáticas como los cormoranes que eran capaces de bucear, nadar y volar.

La influencia de la Ilustración francesa y de su obra fundamental la “Enciclopedia” (Encyclopédie ou dictionnarie raisonné des sciences, des arts et des métiers) se dejó sentir con fuerza en la reaparición del transformismo. El clima intelectual de la época favorecía la idea optimista de progreso que concebía al hombre como un ser perfectible, capaz de progresar indefinidamente en todas las áreas. Esta Enciclopedia fue creada entre los años 1751 y 1765, por Diderot y D’Alembert, con el fin de contener todo el saber de la época pero desde una perspectiva laicista. Resultaba evidente que lo que pretendía ser una completa biblioteca de instrucción pública se convirtió en un órgano de propaganda antirreligiosa. En los diecisiete tomos que constituyen la obra se trata acerca de cuestiones históricas, científicas, morales y prácticas pero siempre desde una perspectiva racionalista que rechaza el teísmo, la revelación bíblica y cualquier posible interpretación sobrenatural del origen del universo y la vida. En esta gran obra, que marcó no sólo una época sino también los siglos posteriores, colaboraron pensadores como Voltaire, Montesquieu, Buffon, Rousseau, Diderot, etc.

En este ambiente del llamado Siglo de las Luces, se publicó un libro clandestino del diplomático, geólogo y naturalista, Benoît de Maillet (1656-1738), titulado Telliamed (que era el nombre de su autor al revés), en el que se presentaba una historia de la Tierra mucho más dilatada de lo que hasta entonces se pensaba y que influyó posteriormente en autores transformistas como Lamarck y Darwin. De Maillet afirmaba en su obra que los seres vivos habrían aparecido en el mar por medio de una especie de pangénesis. Es decir, por la agregación o fusión de minúsculas gémulas o simientes que llenan las aguas. Posteriormente, algunos animales marinos habrían abandonado las aguas transformándose súbitamente en terrestres y así, de esta manera, ciertos peces se habrían convertido en aves.[1]

No obstante, otro naturalista de esa misma época, como Georges-Louis Leclerc de Buffon (1707-1788), llamado vulgarmente el Conde de Buffon, que tuvo una gran influencia en el ámbito de las ciencias naturales ya que escribió una extensa Historia Natural de más de cuarenta volúmenes, no se decantó abiertamente por las ideas evolucionistas. Aunque aceptaba que todo en el cosmos cambia y puede degenerar, fue partidario de la constancia de la especies o estirpes principales, dentro de las cuales los organismos podían cambiar. En el tomo 14 de su Histoire Naturelle, se refiere a las transformaciones experimentadas por los animales domésticos (cuadrúpedos), debido sobre todo a la influencia humana, y escribe: “las doscientas especies, cuya historia natural hemos estudiado, pueden reducirse a un número bastante pequeño de familias o estirpes principales, de las cuales no es imposible que todos los otros hayan salido.”[2] Aquí parece decantarse por una evolución restringida (o microevolución) dentro del ámbito del tipo básico. 

También el matemático francés, Pierre-Louis Moreau de Maupertuis (1698-1759), contribuyó en el área de las ciencias naturales con su obra Système de la Nature (1754), en la que se refiere a las mutaciones o cambios bruscos en los seres vivos y esboza ligeramente el principio de la selección natural de las especies. De alguna manera sus ideas transformistas se adelantan al mutacionismo posterior. Es decir, los cambios en los animales y vegetales no serían graduales sino discontinuos y la naturaleza eliminaría a los individuos defectuosos. De la misma manera, Denis Diderot (1713-1784), en su libro Pensées sur l’interprétation de la Nature (1753), recoge ciertas ideas evolucionistas de sus contemporáneos.

El propio abuelo de Darwin ya tenía también ideas transformistas. El médico inglés Erasmus Darwin (1731-1802), que fue además naturalista y filósofo, escribió un extenso libro titulado, Zoonomia, or the laws of organic life (1796), en el que abordaba ciertos problemas relacionados con la evolución como los órganos rudimentarios en los animales, el mimetismo, la lucha por la vida, declarándose partidario de la herencia de los caracteres adquiridos como Lamarck. Su idea sobre el origen de los seres vivos se basaba también en unos hipotéticos filamentos vivientes que habrían surgido por generación espontánea. 

 

Notas

[1] Templado, J. 1974, Historia de las teorías evolucionistas, Alhambra, Madrid, p. 23.

[2] Buffon, G.-L. L. 1766, De la dégénération des animaux, en Histoire Naturelle, XIV, p. 358. 

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