“¿Recuerdas el pato?”

Vivimos con la necesidad de ser perdonados y tener nuestro corazón en paz.

19 DE MAYO DE 2025 · 10:30

Foto de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@andreaelphotography?utm_content=creditCopyText&utm_medium=referral&utm_source=unsplash">Andrea Lightfoot</a> en Unsplash,
Foto de Andrea Lightfoot en Unsplash

Matt Damon es el actor encargado de dar vida a Jason Bourne, una de las personas programadas por la CIA para acciones especiales llenas de riesgo en la llamada trilogía “Bourne”: tres películas basadas en las novelas de Robert Ludlum que fueron llevadas al cine con mucho éxito. El programa de espionaje y manipulación convertía a Jason en un asesino profesional, así que cuando éste se da cuenta de lo que está haciendo, le dice a su compañera en un momento de la tercera película “El ultimátum de Bourne”: “He intentado pedir perdón por lo que he hecho y por lo que soy, pero nada de eso me alivia”. 

Todos vivimos con la necesidad de ser perdonados, aunque no seamos asesinos o no hayamos cometido grandes fechorías; necesitamos tener nuestro corazón en paz. Y, además, necesitamos un perdón que viene de mucho más arriba que nuestra relación con las personas que nos rodean. 

Alguien me contó una vez la historia de un niño llamado Juan que estaba con sus abuelos en su granja. Una tarde su abuelo le dejó un tirachinas para que jugara; Juan tiraba a los árboles y a las rocas, pero eso no parecía entusiasmarle demasiado, así que volvió a casa y de repente vio uno de los patos preferidos de su abuela. Sin pensarlo le apuntó solamente para darle un buen susto, pero con tan mala suerte que le dio en la cabeza y lo mató de un solo golpe. 

Juan se quedó impresionado, triste y nervioso sin saber qué hacer, así que escondió el pato muerto entre la madera y no dijo nada. El problema es que su hermana le vio hacerlo. Al día siguiente, la abuela le dijo a la niña “Vamos a lavar los platos”, pero ella le contestó: “No abuela, mi hermano me dijo que lo haría”- Dicho esto, le susurró a su hermano: “¿Recuerdas el pato?”. así que Juan lavó los platos sin decir una palabra.

Más tarde el abuelo quería llevar a los dos hermanos a pescar, pero la abuela necesitaba ayuda para hacer la compra; la niña sonrió y dijo: “Juan va contigo abuela, él va a ayudarte en todo”. mientras le volvió a susurrar a su hermano: “¿Recuerdas el pato?”. Así ocurrió una y otra vez durante los días que los dos hermanos pasaron con sus abuelos, hasta que un día Juan no pudo más y le confesó a su abuela que había matado el pato por accidente y le pidió perdón. La abuela le dio un abrazo y le dijo:

“Cariño, ya lo sé, yo estaba viendo desde la ventana todo lo que pasó”. Juan miró fijamente a su abuela, mientras ella continuaba hablando: “Te amo y te perdono. Solo me preguntaba cuanto tiempo más permitirías que tu hermana te hiciera su esclavo”.

No sé lo que habrás hecho en el pasado, pero sí estoy seguro que tu enemigo sigue recordándotelo a cada momento: mentiras, deudas, miedos, odios, ira, amargura, etc. El diablo es muy cruel, y nosotros lo somos también con nosotros mismos, de tal manera que no somos capaces de encontrar el perdón.

Necesitas saber que Jesús siempre sabe lo que hacemos: Él conoce tu vida entera, y quiere que sepas que te ama y te perdona. Sólo está “preguntándose” cuanto tiempo seguirás siendo un esclavo, cuantos días pasarán antes de que vayas a Él para ser perdonado. El perdón verdadero viene de mucho más arriba de lo que nosotros pensamos. Nuestro corazón se llena de paz cuando recordamos que el Señor Jesús está “viéndonos desde la ventana”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - “¿Recuerdas el pato?”