¡Ni muerto!

Todos tenemos la posibilidad de escoger como reaccionamos en cualquier situación: podemos permitir que el mal nos desborde y seguir viviendo en la amargura de no perdonar, o podemos liberar nuestra alma dominando el deseo de venganza.

15 DE JULIO DE 2024 · 09:26

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Imagen de Sanket Deorukhkar, Unsplash.link], Unsplash.

El cantante James Brown falleció el 25 de Diciembre de 2006, y aparentemente todo se terminó para él… pero lo curioso del caso es que sus seis hijos y su última compañera no se pusieron de acuerdo para enterrarlo hasta varios meses después, cuando lo hicieron en un ataúd recubierto de oro. Todos habían demandado legalmente el último testamento del famoso músico, porque casi nadie estaba de acuerdo en la distribución de sus bienes. Con el tiempo todo se arregló. 

Habría que decir aquello de que ni aun muerto le dejan a uno en paz (si tienes dinero, claro). Alguien dijo una vez: ¡Qué solos se quedan los muertos! Y, la verdad, es que no les ocurre solamente a ellos; la soledad es uno de nuestros mayores problemas. 

Muchas personas viven completamente solos: algunos han tomado esa decisión y no permiten que nadie entre en su torre de marfil, pero la gran mayoría sufren soledad porque otros los han abandonado. Paradójicamente, la soledad siempre viene acompañada de lágrimas, a veces por haber perdido a alguien, en otras ocasiones porque los que amábamos se han ido, en muchas más de lo que imaginamos, porque somos tan egoístas que no nos preocupamos por los demás. “Es su problema”, parece ser la frase preferida de muchos… hasta que ellos mismos se encuentran solos. 

Si a todo esto unimos que muchos suelen abandonar a sus amigos, consciente o inconscientemente, cada vez que aparece una situación difícil, nos damos cuenta de que nuestro siglo XXI tiene un problema grave en la cuestión de las relaciones. Hablamos en otras ocasiones sobre la importancia del perdón, pero creo que debemos volver a hacerlo: perdonar  implica no recordar nunca más. A veces es difícil  perdonar una y otra vez, pero en ocasiones debemos hacerlo. No quiere decir que cerremos los ojos, porque el mal es el mal y hay que luchar contra él… pero debemos aprender que perdonar y restaurar son dos verbos que deben conjugarse aunque no se sientan. No es una cuestión de emociones, sino de decisión.

Por eso tenemos que aprender que el orden en la vida es hacer el bien para sentirse bien. ¡No al revés! Si decidimos vivir de una manera diferente, el mal acabará venciéndonos. ¿Recuerdas lo que el Señor le dijo a Caín?: “¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante?  Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia pero tú debes dominarlo. Génesis 4:6-7).

Todos tenemos la posibilidad de escoger como reaccionamos en cualquier situación: podemos permitir que el mal nos desborde y seguir viviendo en la amargura de no perdonar, o podemos liberar nuestra alma dominando el deseo de venganza. De algo tan sencillo como eso depende no sólo nuestro futuro personal, sino también las relaciones con las demás personas. Nosotros decidimos. 

 

 

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