Los que caminan juntos

Greta Garbo conoció a su secretaria personal Hazel Washington en una playa. La historia aparece en el libro Garbo, su historia de Antoni Gronowiicz. Greta llevaba una cesta de comida y vio a una señora aparentemente muy triste, así que la invitó a comer. Ella no quiso aceptar la invitación, le dijo que su vida no tenía sentido: Había estado trabajando, pero la habían despedido acusada de robar, sólo por el color de su piel. Greta le dio su cesta y la hizo desistir de quitarse la vida, porque Hazel se había disgustado tanto que estaba pensando en suicidarse, “Los blancos te usan, y cuando ya no les sirves para nada te tiran a la basura”, le dijo. Greta la convenció diciéndole “Yo también he sido usada muchas veces, aunque tengamos diferente color de piel, tenemos el mismo corazón”. Siguió hablando con ella y la contrató. Greta pensó “Está pensando quitarse la vida porque le han acusado de algo que no hizo, tiene que ser una mujer extraordinaria”. Con el paso de los años, ella era la única que podía estar con la actriz en todo momento; podía entrar en su habitación sin pedir permiso… “Sabía más de mí que cualquier otra persona” llegó a decir Greta Garbo; “Es la persona más leal que he conocido en mi vida”. 

Es muy cierto que las huellas de las personas que caminan juntas nunca se borran porque, como mínimo, siempre una de las dos las mantendrá en el recuerdo, y ese ejemplo de amistad permanecerá en el corazón de muchos otros que seguirán ese ejemplo. Jamás debemos dejar de hablar del valor de la amistad; siempre es poco el tiempo que dedicamos a sembrar amor sin preocuparnos de que otros lo destruyan: La fidelidad, la lealtad, la comprensión, la ayuda, la compañía, el cariño, la sinceridad, la ilusión, el buen humor, y muchas otras actitudes parecidas, son las que hacen la diferencia en nuestra vida y en las relaciones con los demás. Las huellas de esas cualidades no desaparecen jamás. La paz y el descanso que traen a nuestro corazón no se borran nunca.

Podemos decir y escribir mucho sobre el amor, la amistad y el compañerismo, pero lo más grandioso de todo sin ninguna duda, es disfrutarlos. Imposible poder definir lo que uno siente al cien por cien, porque quién se sabe amado atesora algo que no tiene precio, ¡No lo cambiaría por nada del mundo! No hay nada parecido a poder ser uno mismo y sentirse querido sin importar las circunstancias de la vida. De eso se trata la verdadera amistad.

Si queremos ser sinceros, ese amor incondicional sólo puede venir de arriba, porque Dios es la fuente del amor: El amor forma parte de su propia esencia. Esa es la razón por la que se encarga de recordárnoslo una y otra vez en la Biblia. De hecho ¡No hay otro tema en las cartas de los apóstoles, que se repita tanto! Dios sabe que el amor es la base de todo, lo que hace realmente la diferencia en nuestra vida: “Amaos, pues, unos a otros con corazón puro y con todas vuestras fuerzas” (1ª Pedro 1:22).