La sombra de tu sonrisa

Todo lo que Dios creó nos da placer y nos enseña a disfrutar. Cualquier situación, circunstancia, relación, etc., fue diseñada para nuestro bien.

06 DE MAYO DE 2024 · 09:00

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Steven Spielberg dirigió una saga de películas en las que Harrison Ford hacía el papel de arqueólogo aventurero (Indiana Jones), capaz de llegar a cualquier lugar para recuperar tesoros secretos; En busca del Arca perdida fue la primera. En un momento de la trama, hay una escena en la que uno de sus enemigos aparece con una gran espada y hace varios juegos con ella para mostrarle al doctor su pericia, y atemorizarlo. Después de ver su exhibición, Indiana permanece impasible, saca su revolver y le pega un tiro. La escena original era una pelea con espadas y debía durar unos cuatro minutos, pero en ese momento Harrison estaba enfermo y tenía que ir frecuentemente al baño, así que se le ocurrió hacer eso para terminar rápido… y todos le aplaudieron. Con el tiempo, llegó a ser considerada como una de las escenas más divertidas de la película. 

Muchas veces los momentos que nos hacen sonreír en una obra, surgen por casualidad. En la vida suele suceder lo mismo. Es obvio que no se puede aplicar ese ejemplo cinematográfico a una situación real (¡Jamás es divertido hacer daño a nadie, de ninguna manera!), pero sí el hecho de salir de una circunstancia difícil con un poco de buen humor. 

A veces olvidamos que la risa es un regalo del cielo: no se puede comprar o vender, todos la tienen, todos la disfrutan. Estamos hablando del buen humor, no de la sonrisa burlona o el contento por las desgracias ajenas. ¡Hasta en eso el cielo es diferente! Recuerda que en el infierno nadie puede sonreír; ni siquiera de una manera malvada. 

El estado natural del ser humano es el de la alegría y el gozo. Todo lo que Dios creó nos da placer y nos enseña a disfrutar. Cualquier situación, circunstancia, relación, etc., fue diseñada para nuestro bien. La comida, las fuerzas, la naturaleza, la belleza, las artes, los sueños, la imaginación, la amistad y un larguísimo etcétera nacieron en el corazón de Dios para que vivamos de una manera radicalmente diferente a lo que solemos hacer: Jesús nos enseñó a vivir una vida abundante, ¡de eso se trata el hecho de conocerle a Él! (Juan 10:10). 

Fíjate si es así, que el primer milagro que hizo en su vida fue en una boda: cambiar el agua en vino (Encontrarás la historia en el capítulo dos del evangelio de Juan), y para que nadie tuviera ninguna duda de sus objetivos, transformó en vino seis tinajas de agua con 100 litros en cada una de ellas, es decir, ¡600 litros de vino! Es obvio que no para que las personas se emborracharan, sino para que comprendieran que  cuando Dios da algo, siempre sobra. 

A Dios le encanta derrochar vida para todos, la vida que Él ofrece no tiene límites. La alegría del corazón de los que le aman es total. Puede que las circunstancias sean difíciles en muchas ocasiones, pero nada de lo que nos rodea puede romper nuestra relación con Él. Nuestra alegría descansa en el hecho de que vivimos permanentemente en sus manos: cuidados, protegidos, amados… Vivimos bajo la sombra de la sonrisa de nuestro Padre.

 

 

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