Amabilidad

Vivimos en un mundo en el que la amabilidad escasea, mientras que el orgullo se encuentra en todas las esquinas.

08 DE AGOSTO DE 2022 · 13:28

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Imagen de MM Tey en Unsplash.

Diego Manrique escribe habitualmente en el diario “el País” y es uno de los máximos conocedores del mundo de la música moderna, con varios libros escritos que merece la pena leer sobre ese tema. Una frase que me impactó de uno de sus artículos,  es de esas que se llaman “lapidarias” por su trascendencia: “Si adoras a un artista, mejor no tratarle; puedes descubrir a un monstruo”.

Vivimos en un mundo en el que la amabilidad escasea, mientras que el orgullo se encuentra en todas las esquinas. Podríamos decir que las “malas caras” reinan, y basta que seamos un poco conocidos o que hayamos alcanzado alguna situación de poder, para que no necesitemos rendir cuentas ante nadie, y mucho menos pedir nada por favor, o agradecer lo que otros han hecho.

Tenemos un problema hoy, y es la falta de gratitud hacia los que nos han ayudado. Parece que vivimos en una extraña mezcla de envidia y arrogancia que termina destrozándonos el corazón porque nos impide asombrarnos y disfrutar con lo que otros hacen. Hemos dejado de admirar a otros, y la consecuencia es que la amabilidad es la gran desconocida en nuestra sociedad.

¡Sí! Digo que tenemos un problema de arrogancia porque llegamos a pensar que nosotros podríamos haber hecho casi todo, mejor que quién lo ha llevado a cabo; y a eso añadimos la envidia porque es precisamente esa persona quién lo consiguió y no nosotros. ¡Tendríamos que haber sido nosotros los que recibiéramos el crédito y no ha sido así! Como digo, desgraciadamente ese carácter nuestro no solamente nos impide admirar a alguien (¡Nos encanta buscar los defectos de las personas, y rápidamente los ponemos a “circular” para que todos los conozcan!) sino que, ¡mucho más grave! No somos capaces de dar gracias aún en los detalles más sencillos.

Al final, cada uno de nosotros tiene que decidir si va a vivir en la dictadura de la amarga arrogancia, o en el disfrutar de la dulce amabilidad.

La Biblia nos enseña que la amabilidad es parte del carácter de Dios, así que cuando su Espíritu vive en nosotros, nos encanta ayudar y bendecir (Gálatas 5:22-23). No porque sea nuestra obligación, ni porque tengamos que cumplir unas normas de cortesía, sino simplemente porque nos sale de dentro. Vivimos bendiciendo a todos, porque nuestro Padre celestial también lo hace. De hecho, el mundo en general, todavía disfruta de momentos encantadores debido a la amabilidad de Dios.

Por si no fuera suficiente, tenemos que recordar a menudo que necesitamos ser amables, y que los demás lo sean con nosotros porque, ¡todos nos equivocamos muchas veces!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Amabilidad