Miedo al sufrimiento
Vivimos gran parte de nuestra vida tratando de evitar el dolor para acabar dándonos cuenta que puede ser una bendición para nosotros.
23 DE JULIO DE 2018 · 08:00
Hace algunos años un buen amigo me envió la oración de un atleta de nacionalidad estadounidense que con veinticuatro años de edad sufrió un accidente y quedó paralizado en sus dos piernas. Me impresionaron sus palabras, y creo que merece la pena recordarla: «Pedí a Dios ser fuerte para poder hacer proyectos grandiosos y él me hizo débil para conservarme en humildad. Pedí a Dios que me diese salud para realizar grandes empresas y él me dio la enfermedad para comprenderlas mejor. Pedí a Dios riqueza para poseerlo todo, y él me dejó pobre para no ser egoísta. Pedí a Dios poder para que los hombres necesitasen de mí, y él me dio humildad para que yo necesitase de ellos. Pedí a Dios gozar de la vida y él me dio la vida para que pudiese gozar de todo... Señor, no recibí lo que pedí, pero me diste todo lo que necesitaba, y casi contra mi voluntad las oraciones que no hice fueron escuchadas. ¡Alabado seas, Dios mío! Entre todos los hombres, nadie tiene más que yo».
El escritor Ajith Fernando dijo una vez: «La gente más feliz del mundo no es la que no sufre, sino la que no le teme al sufrimien- to». Vivimos gran parte de nuestra vida tratando de evitar el dolor para acabar dándonos cuenta que puede ser una bendición para nosotros. Es imposible vivir sin que algo malo nos suceda en algún momento, o sin que alguno de nuestros sueños se derrumben, así que merece la pena dedicar tiempo a pensar y a prepararnos para cuando suceda lo que no podemos entender.
Nuestra preocupación no debe ser el dolor, sino cómo enfrentarlo. Lo más importante no es huir de las situaciones que no podemos controlar, sino vivir en ellas sin que el miedo nos arrebate la paz que hay en nuestro corazón. No se trata de que todo vaya bien siempre, sino de aprender a sobrepasar el sufrimiento derivado de las circunstancias que atravesamos.
Además, el sufrimiento no es definitivo. La última palabra no la tiene el dolor. La Biblia dice: «Él destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque el Señor ha hablado» (Isaías 25:8).
Llegará el día en el que la muerte será destruida. Dios prepara una eternidad en la que las únicas lágrimas derramadas serán de satisfacción y de alegría. Se aproxima el momento en el que nadie podrá humillarnos ni hacernos sufrir: ni las circunstancias, ni nuestros errores, ni otras personas.
«Porque el Señor lo ha dicho». Él es el que tiene la última palabra. Él nunca miente ni se equivoca. Dios responde nuestras oraciones de la mejor manera posible, dándonos mucho más de lo que podemos imaginar. Regalándonos respuestas eternas.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Miedo al sufrimiento