Pete Maravich (NBA), lo mejor llegó al final

Dios está al lado de los que muchos consideran perdedores, porque para Dios no hay perdedores.

25 DE ENERO DE 2012 · 23:00

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La película “Pistol” se filmó para que la gente conociese los primeros años de uno de los mejores jugadores de baloncesto de toda la historia: "Pistol" Pete Maravich; al que por cierto están comparando a Ricky Rubio en su debut en la NBA en cuanto a su estilo de juego. Llegó a la cima del basket, en 1980 cuando firmó con los Celtics, antes había batido todos los records de anotación en la Universidad y pasado por algunos de los mejores equipos del mundo. Pero no todo fueron buenas noticias, durante su carrera sufrió bastantes lesiones: su madre se había suicidado años antes y Pete se encerró en sí mismo, y no quiso hablar con nadie. Por dos años la prensa no existió para él. Todos le consideraban casi un “cascarrabias”, hasta que un día, casi al final de su carrera, oró y pidió a Dios que cambiase su vida. Había despreciado a Dios. Había blasfemado y odiado a su Creador, pero ahora volvía a El y pedía misericordia. Volvió a encontrarse con su padre y le pidió perdón por todas las ocasiones en las que le había evitado e incluso se había emborrachado. Más tarde, su padre también llegó a conocer al Señor. En el año 1985 los “Utah Jazz” retiraron el número siete de la camiseta de Pete, y más tarde (5-5-1987) sería incluido en el “Basketball Hall of fame” y considerado el jugador más innovador de toda la historia. Cuando ya no podía hacer nada y estaba al final de su carrera, encontró lo mejor de la vida. ¿Lo has escuchado alguna vez? Es una de las frases más repetidas por todos “Dios ayuda a los que se ayudan” Hay muchos que piensan incluso que algo así está en la Biblia o que es una frase que refleja el carácter de Dios, pero déjame decirte que pocas cosas hay más lejanas al carácter de Dios que esa frase. ¿Sabes la razón? La Biblia nos enseña que Dios ayuda a los que no pueden hacer nada, a los necesitados, a los que se sienten incomprendidos y sin poder para realizar grandes cosas. Dios está al lado de los que muchos consideran perdedores, porque para Dios no hay perdedores, Dios oye las oraciones de todos. Dios conoce al niño que está solo, Dios sabe de la familia que no tiene casa. Dios escucha a aquellos que no tienen familia y piensan que no le preocupan a nadie. Dios está al lado de los que tienen sólo lo básico para vivir. Dios sabe lo que ocurre en cada corazón… la soledad y las lágrimas de todos. Incluso las que no son derramadas, o lo son en el silencio. Dios se pone siempre al lado de los oprimidos, de los que sufren, de los que se sienten olvidados. Dios ayuda a los que no pueden hacer nada, a los que incluso se sienten tentados a renunciar a sí mismos. Para Dios todos son valiosos. No importa lo que tengan o lo que piensen los demás. A Dios no le impresionan los grandes números ni las grandes hazañas. Los vencedores no influyen en el corazón de Dios. Seas quien seas, y estés donde estés, la mejor manera de presentarte delante de Dios es siendo tú mismo. Sin títulos ni presentaciones. Sin nada que puedas tener entre tus manos o en tu cuenta. Sólo tú mismo/a y Él.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Pete Maravich (NBA), lo mejor llegó al final