El espejo del alma

Yo no sé qué “cara” te ha dado la vida, pero sí sé cual puede ser tu rostro ahora mismo.

23 DE OCTUBRE DE 2015 · 16:00

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El conocido premio Nobel Albert Schweitzer dijo un día: “Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado, con cuarenta el rostro que les ha dado la vida, y con sesenta el que se merecen”.

Hoy vamos a hablar de “caras”… Supongo que ya me entiendes ¿no?

Hay gente con caradura, que vive queriendo tenerlo todo sin pasar el trabajo de conseguirlo, que no se cansa de pedir, que es capaz de engañar a cualquier precio. Gente a la que no le importa el sufrimiento de otros con tal de estar bien. Cuando encuentras gente así, comprendes lo que un día dijo el célebre actor Groucho Marx: “Yo nunca olvido una cara, pero en su caso, haré una excepción”.

Hay gente que lo tiene todo por haber nacido en una familia en concreto, gente que ha ganado mucho dinero en algunos negocios con poco esfuerzo; a veces tienen un aire de superioridad que denota su propia falta de inteligencia. El problema con ellos es la cantidad de “seguidores” que tienen. Son los que les admiran porque les gustaría estar en su lugar.

Hay gente que quiere aparentar lo que no es. Gente que jamás se preocupa por los demás. Gente que espera que todos sean sus esclavos. Como resume perfectamente un refrán gallego: “Un padre puede cuidar a diez hijos, y diez hijos no pueden atender a un padre”.

Hay caras que dicen “no” sólo con verlas. ¿Lo has pensado alguna vez? Cuando estamos perdidos y necesitamos que alguien nos haga un favor, hay algunas personas cuyo rostro nos atrae, es cómo si supiésemos que nos van a ayudar. Otros no. En cuanto los ves, tienes ganas de salir corriendo.

Hay personas a las que no les importa vivir engañando a otros con tal de que ellos lleguen a dónde quieren. Aparentan mucho para llegar a ser los reyes del “mambo”, pero tarde o temprano aprenden en sus propias carnes aquella hermosa lección que nos dejó escrita Abraham Lincoln: “Se puede engañar a unos pocos durante todo el tiempo, se puede engañar a todos durante un poco de tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”.

Algunas personas incluso han llegado a la perfección del engaño, y han desarrollado varias caras: pueden tener una para cada situación, para cada persona con la que están o para cada lugar en el que entran. Viven en un auténtico infierno, porque son los demás, los lugares y las circunstancias los que les obligan a cambiar de cara, aunque ellos se creen muy “listos”.

Se puede vivir de otra manera. Yo no sé qué “cara” te ha dado la vida, pero sí sé cual puede ser tu rostro ahora mismo. No esperes a tener sesenta años para recibir el rostro que te mereces, comienza hoy mismo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - El espejo del alma