No rompas el círculo de amor
Renato casi ni vio a la señora que estaba dentro del coche parado a uno de los lados de la carretera. Llovía fuerte y era de noche, pero enseguida se dio cuenta que alguien necesitaba ayuda. Se acercó y notó que el coche de la señora olía a nuevo. La mujer pensó que el hombre podría ser un atracador. No inspiraba ninguna confianza, parecía pobre y hambriento.
01 DE MAYO DE 2008 · 22:00
Renato se dio cuenta que ella tenía mucho miedo y la tranquilizó: “Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. Mi nombre es Renato” Miró el coche de la mujer y se dio cuenta que tenía una rueda pinchada. Ella era una señora de edad avanzada. Renato se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el auto. En poco tiempo cambió el neumático, aunque se llenó de suciedad, y se hizo una pequeña herida en una de sus manos.
Cuando apretaba las tuercas de la rueda ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que solo estaba de paso y que no sabía cómo agradecerle su ayuda, porque no sabía qué hacer ni conocía a nadie. Renato sonrió mientras se levantaba.
Ella le preguntó cuánto le debía. Ni siquiera podía imaginar lo terrible que habría sido si Renato no hubiese venido a socorrerla. Renato no pensaba en dinero, a él le gustaba ayudar a las personas. La miró y le respondió: “Si realmente quiere pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise ayuda, déle a esa persona la ayuda que necesite y acuérdese de mí”
Algunos kilómetros después la señora se detuvo en un pequeño restaurante. La camarera vino hasta ella y le trajo una toalla limpia para que secase su mojado cabello y le dirigió una dulce sonrisa. La señora notó que la camarera estaba embarazada, quizás de unos ocho meses, pero le encantó que a pesar del cansancio y las incomodidades, su actitud era increíblemente buena.
La señora quedó impresionada al ver cómo alguien que teniendo tan poco, y estando tan cansada podía tratar tan bien a una extraña. Entonces se acordó de Renato. Después que termino su comida, y mientras la camarera buscaba cambio, la señora se fue. Cuando la camarera volvió, notó algo escrito en la servilleta y cinco billetes de 100 dólares.
Mientras leía lo que aquella desconocida le había escrito, las lágrimas recorrieron sus mejillas: “Tú has sido muy buena conmigo. Alguien me ayudo hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a otra persona”
Aquella noche, cuando se acostó en su cama cansada, su marido ya estaba durmiendo. Ella comenzó a pensar en el dinero y en las palabras que la señora dejo escritas… ¿Cómo podía esa mujer saber que ella y su marido necesitaban ese dinero? El bebé iba a llegar en muy pocos días, y ellos estaban pasando una necesidad económica muy grande.
Quedó pensando en la bendición que había recibido, y sonrió, Dio gracias a Dios y se volvió hacia su marido que dormía a su lado y que había estado preocupado en los últimos días acerca del dinero que necesitaban en el futuro.
Le dio un beso suave y susurró: “Todo irá bien; te amo... ¡Renato!”
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - No rompas el círculo de amor