Breviario del sosiego/4

IV

19 DE DICIEMBRE DE 2009 · 23:00

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Alcanzada la cima de la Palabra se rompen las cadenas de una muerte imperfecta.

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Los símbolos del poder no deben cegar tu entendimiento, pues la grandeza se mide por la actitud generosa de cada persona.

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Pesada carga sobre las vértebras del hombre: la delirante ignorancia insostenible.

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Una vida sin imaginación también significa muerte. Así, ante la cotidiana turbiedad ofreciendo velatorios por doquier, conviene replicar enseñando realidades aparentemente imperceptibles.

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¿Todos son bienvenidos en tu ciudad? Tal vez el millonario de turno; o el rey de los sauditas y su pródigo séquito.

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El Eros fundador envuelve la totalidad del ser, mientras que Tánatos segrega otra forma de existencia dispuesta a confundirnos todo el tiempo.

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A veces vidas y obras se alimentan con el nutriente del amor. Entonces hombres y palabras reciben luz desde lo adorado y ya nada se quita del cuerpo, y ocurre un insólito prodigio a nivel del bien.

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Sólo ruinas quedan de aquellas otrora poderosas razones de Estado. Son como espejos opacos desportillados donde rutilan los desengaños.

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Has que suene la corneta cuando el resultado final dé la victoria a los derrotados. Y que se agiganten tus sueños del pan al alcance de todos. Luego podrán llamarte niño, niño que respira aires de justicia.

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(Sobre la tolerancia). Antes de la palabra, del concepto que se alberga en esas diez letras, decir que su sola mención no basta para remontar el espejismo de convivencia que sugiere. Hay que saber sumergirse en el hondón de su bálsamo para así poder desovar muestras tangibles de respeto hacia el otro, de un entendimiento que puede resultar difícil pero que es la mejor amalgama de una existencia en sociedad.

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Tiembla ante políticos que no exhiban algunos gramos de moral.

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La envidia se incuba largamente en el fondo del hombre. Pero algunos no desarrollan tal virus letal: la inmunidad se consigue adelantando alegrías por el otro, sin descuidar los frutos de tu propia constancia.

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Música que broncea el espíritu o vivifica la carnalidad humana y el fugitivo perfil del Dios constelado en la infancia de la creación. Música que desnuda con la velocidad de sones y acordes imantados al viento. Música para las querencias más sublimes, e imprescindible para la soledad llevadera. Música como ligerísima brisa que hace sentir que la existencia no es un tránsito mudo, ni seco ni carente de ritmo. Música para no envejecer, para temblar por entero o perderse al interior de una inmensa caracola.

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Decidido sal al frente cuando destrones el orbe de vergüenzas que mantuvo tu boca cerrada. Así sumarás un razonable firmamento cuyo candelabro dará lumbre sin desvelo a tu corazón.

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La singladura sólo acaba cuando se cumplen los propósitos.

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La desmemoria desploma la dignidad del hombre. Me refiero a quienes no desean recordar jamás el daño que padecieron o conocieron. Todo oprobio debe testimoniarse para que el secreto se vuelva contra los malvados.

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Bendecir el Amor que logra impregnar los actos. No eres sombra, Amor, porque apareces inmenso y constante. No eres máscara, Amor, porque sabes transportar dichas y atenuar desdichas. No te apagues, Amor.

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Pintar con palabras; ésa la mejor ofrenda del Arte mayor de la Poesía. Entonces unas misericordiosas imágenes se pronuncian desde otros firmamentos hasta acaparar la cuidada belleza de tan inaudita metamorfosis. Las palabras así pintadas suelen vencer a las desapariciones. Pintar con palabras: paraíso exacto del orfebre que anota lo resbalado desde el fondo ingrávido del alma.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Códice de Asombros - Breviario del sosiego/4