Breviario del sosiego/ 82

LVXXXII

02 DE JULIO DE 2011 · 22:00

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Es más fácil sembrar orquídeas en la nieve que encontrar la genuina libertad. *** Cristo nos marca la pauta. Cristo es el referente, y no ningún pontífice o pastor descabellado. Pero a veces, aun los que esto dicen saber, prefieren seguir a los segundos. *** Cristo: Cópula en la cúpula del Cosmos; Niño solitario en la Tierra; Rebeldía para Amar a toda costa; el que no se endominga si hay Trabajo; redonda Linterna por siempre; el de las Manos mendigas; Parábola para injertarse en el Corazón; sosiego para desandar nuestro Cansancio; Pasión por la Unidad de sus retoños primordiales; Impaciencia y sumisión en la abierta comarca de la Fe; inmensa Caravana hostigada por Presagios… *** Requema tus angustias, tus lacerantes ritos. *** El pasado es imprevisible. Hurgas un poco bajo su hojarasca y, al instante, descubres oprobios cubiertos con pan de oro. *** El atajo siempre es tentador: ¡evítalo! *** Hay demasiadas demencias que se nos pretenden imponer; una de ellas es aquella que aclama la razón del más fuerte. *** Los peores enemigos de Dios son muchos de los que dicen adorarle sólo para gozar de los privilegios terrenales ofrecidos por una u otra religión jerárquicamente institucionalizada. *** Nunca reemplaces tu esencia por una banal apariencia. *** ¡Oh huésped mío, Galileo en fuerza viva! *** No sé si aún será posible la desglobalización del cinismo, de la falta de escrúpulos, de la autodestructiva competitividad, el triunfo caiga quien caiga… Hay innumerables trampas y obsesiones que merecen una radical desglobalización. *** Escasean tanto los milagros que, cuando uno sucede, conviene disfrutarlo en demasía. Por ejemplo, ése beso de la mujer amada que me ha resucitado. *** Si el ser humano no lucha y defiende sus derechos, ¿qué es lo que quedará para las inmensas mayorías venideras? *** Imparable volcán es la figura de Jesús, pues sale indemne a las peores crisis de religiones e iglesias. *** La estrella del retorno cegó a los mil hechiceros. *** Ensillada tu espera, la redención no cesará jamás. *** Cuántos tramposos con aureola de santos, ¡ay!

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