El tweet de Dios sobre cómo evitar la corrupción
Corromper viene del latín y significa romper, hasta el punto de destrozar o destruir. Pero llama la atención que lleva el prefijo co, de manera que es co-romper. es decir, romper con otro.
29 DE MAYO DE 2025 · 16:05

El prefijo co se usa en la lengua española para definir algo que es compartido al menos por dos partes y así encontramos el verbo cohabitar, que designa la acción por la que dos o más viven en la misma casa; también están los verbos colaborar y su sinónimo cooperar, que indican el hecho de que se participa en una tarea o acción común; igualmente el verbo coexistir nos remite al hecho de una existencia simultánea con otra u otras.
De ese modo todos estos verbos comparten la idea de acompañar, al ir todos ellos precedidos por el sufijo co.
En esa misma construcción gramatical encontramos la palabra corromper, cuyo origen viene, como en tantas otras ocasiones, del latín y que significa romper, hasta el punto de destrozar, de destruir.
Pero llama la atención que corromper lleva el prefijo co, de manera que corromper es co-romper. es decir, romper con otro. Por lo tanto, la acción de corromper no se circunscribe a lo individual, donde empieza y acaba, sino que, aunque empieza en lo individual, acaba compartiéndose con otros, si nos atenemos a la gramática, de manera que el corrompido es un corruptor y el corruptor un corrompido
Pero no solamente la gramática nos enseña que la acción de corromper es plural, sino que la misma experiencia nos lo enseña también.
En todos los ámbitos de la vida y en todas las esferas, cuando la corrupción hace acto de presencia no va a quedarse limitada a un individuo solamente, sino que su influjo se difundirá hasta alcanzar todo lo que pueda.
De la misma manera que un gas se expande, del mismo modo que el fuego se agiganta y que el agua se extiende, así la corrupción también se propaga.
De ahí que el poder que tiene la corrupción se constate en que no se contenta con moverse en ciertos círculos solamente, sino en su capacidad para adentrarse allí donde no tendrá más que una repercusión poco apreciable públicamente, pero también en entornos elevados y trascendentes, de gran dimensión, involucrando a personas de alto nivel y categoría, que quedan envueltas en sus redes.
De hecho, aunque la tentación de la corrupción es generalizada, haciéndose presente en los de abajo y en los de arriba, la diferencia reside en que la confianza que otorga la capacidad de mando cuando se está arriba, potencia la fuerza de esa tentación.
Hay una participación en la corrupción que es por activa y otra que es por pasiva, efectuándose la primera cuando el individuo se adentra deliberadamente en ella y la segunda cuando la tolera.
Naturalmente, como la corrupción lleva aparejada la vergüenza, el corrompido negará con todas sus fuerzas que lo es, sea por activa o por pasiva, arrojando siempre la mancha sobre otros y presentándose como víctima de una campaña insidiosa y calumniosa.
Como corromper significa romper para destruir, quiere decir que las personas corrompidas quedan destruidas. Destruidas en su reputación, destruidas en su autoridad, destruidas en su testimonio, destruidas en su credibilidad, destruidas en su palabra, destruidas en su proceder, destruidas ante los demás y destruidas ante sí mismas.
De la misma manera que un huracán se lleva todo por delante, así la corrupción acaba con todos aquellos que se han entregado a ella.
Los tentáculos de la corrupción son muchos y aunque el primer aspecto que viene a la mente es el del dinero, no es el único. El tentáculo del poder, de la ambición de poder, de extralimitarse en el poder y de mal usar el poder, es otro.
El tentáculo del sexo, de su degradación, es un tercero. De hecho, asistimos a todo un encumbramiento inusitado de este tipo de corrupción por la tecnología, habiéndose convertido la pornografía en una plaga mortal, capaz de corromper a chicos y grandes, sin distinción.
Las personas que están inmersas activamente en ese mundo, como protagonistas, están corrompidas y son corruptoras, pero las que sólo participan visualmente en el mismo, quedan, a su vez, corrompidas, en una cadena que se extiende y se cierra en toda su fuerza, porque pornografía es corrupción.
Cuando es el cristiano el que participa de la corrupción de la pornografía, es la integridad la que se rompe, es la comunión con Dios la que se rompe, es el gozo el que se rompe, es la paz la que se rompe, es la santidad la que se rompe, es la libertad la que se rompe, es la fidelidad la que se rompe.
Hasta puede suceder, si es un hombre casado, que sea su matrimonio el que se rompa. Y si se trata de un siervo de Dios, que sea su servicio, su ministerio, el que se rompa.
Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa.’ (Proverbios 5:8).
La palabra de prevención hace 3.000 años sobre el peligro de la corrupción con la prostituta, sigue siendo aplicable hoy, porque ante la amenaza de la corrupción virtual, la única manera de no quedar corrompido es huir de su presencia y de la puerta de su casa, que antes era de madera o tela, pero ahora es la red o sitio web de la pantalla, adonde no hemos de acercarnos, porque el acercamiento ya es indicio de que la corrupción está en marcha.
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