El tweet de Dios sobre la mujer quebradero de cabeza

Aquel hombre tenía una familia numerosa, compuesta de su esposa, siete hijos y tres hijas, que representaban la bendición de Dios sobre su vida, la cual se había hecho extensiva también a las abundantes posesiones que tenía, siendo uno de los hacendados más ricos de su región. Además, su grandeza entre sus contemporáneos era notable, no sólo por causa de las riquezas que tenía sino, más que nada, por su talla personal. Por tanto, se podría decir de él que era un hombre que había alcanzado la plenitud en todos los aspectos de su existencia.

Sin embargo, en un solo día, perdió todo lo que tenía y pasó de la cumbre al abismo. Mensajero tras mensajero le fueron trayendo noticias de las desgracias que le estaban aconteciendo, primero con la destrucción de todas sus propiedades, a manos de saqueadores y de fenómenos naturales desatados, y finalmente con la muerte súbita de todos sus hijos. Los únicos que escaparon de la destrucción de todos estos golpes fueron los propios mensajeros que le dieron tan terribles noticias. Y así fue como este hombre pasó del todo a la nada, en cuestión de horas.

Decimos que la salud es lo primero, para indicar el valor supremo que le damos a ese bien, al cual ponemos en lo más alto de la pirámide de valores. Si se tiene lo demás y no se tiene salud, entonces lo demás no vale mucho, hasta tal punto la estimamos. Pues bien, a este hombre, que se quedó sin nada, todavía le quedaba la salud y por lo tanto un consuelo y asidero al cual agarrarse. Pero he aquí que pronto le visitó una enfermedad, extendida por todo su cuerpo, que hacía insoportable su día a día. Rascarse parecía el alivio, pero sabemos que rascarse, lejos de aplacar el problema, lo que hace es acentuar todavía más el deseo de hacerlo, convirtiéndose en una rueda inacabable.

De este modo la vida de este hombre se convirtió en una pesada carga para él mismo, hasta el punto que llegó a preguntarse sobre el sentido de su existencia, considerando que sería mejor no haber venido a este mundo. También se preguntó dónde estaba Dios en medio de todo esto y por qué permitía que algo tan terrible le sucediera. Pero todavía tenía alguien a su lado que podría serle de báculo entre tanta tragedia. Era su esposa, la que, como ayuda idónea, estaría a su lado. Sí, en estos momentos ella sería su apoyo y guía. 

Mas lo que hay verdaderamente en el corazón de las personas no se conoce mientras las cosas van bien; es solamente cuando las cosas van mal que se manifiesta lo que hay en el interior. Del mismo modo que el crisol prueba la autenticidad y calidad de ciertos metales, así el fuego de la prueba demuestra la calidad de las personas. Y lo que salió de la boca de la esposa de este hombre fue peor que todo lo que le había acontecido. 

Sus palabras fueron como rejones de muerte contra su marido. ¿De qué te sirve tu integridad, estando como estás? ¿La vas a seguir manteniendo, habiéndote Dios abandonado? Ese Dios merece que blasfemes y reniegues de él. Y lo siguiente que debes hacer es poner fin a tu vida. Rudeza y crueldad alimentaban aquellas expresiones. 

Si albergaba una esperanza de encontrar refrigerio en ella, aquellas devastadoras palabras significaron la muerte de tal esperanza. ¡Qué bueno habría sido estar totalmente solo en medio de la tragedia! Porque de esa forma se hubiera ahorrado tener que escuchar aquellas frases que fueron como golpes de espada.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda.’ (Proverbios 21:19). La tierra desierta es un sitio inhóspito, donde no hay nada agradable y todo es insoportable. No hay agua, no hay sombra, no hay sustento. A veces no queda más remedio que atravesarla, pero el saber que se trata de un recorrido transitorio ayuda a sobrellevar la dura experiencia. Sin embargo, el texto emplea la palabra morar, que indica estar allí de forma permanente, para referirse no a una estancia circunstancial en tal lugar, sino a una persistente.

Las palabras rencillosa e iracunda no dejan lugar a dudas en cuanto al espíritu y conducta que mueven a esta clase de mujer, que se convierte en una tortura para el que está a su lado. La contienda y la pelea, la provocación y la discordia son el aire que necesita para respirar, aire que es irrespirable para el que vive con ella. Pues bien, vivir en un lugar tan inhospitalario e indeseable como el desierto es mejor que vivir con una mujer así.

El texto no ha perdido vigencia, porque hoy, como ayer, es posible encontrar mujeres implacables en el entorno doméstico y en el entorno público, en la vida casera y en la vida social, agitadoras que se mueven como pez en el agua, en medio de la trifulca. El desierto es preferible.