El tweet de Dios sobre el mensajero malo y el mensajero fiel

El mensajero fiel, literalmente ‘de fidelidades’, comunica fielmente el fiel mensaje que se le ha encomendado, cuyo resultado es sanador.

04 DE MAYO DE 2023 · 09:00

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En la antigüedad el mensajero que era portador de malas noticias corría peligro, porque el disgusto experimentado por quien las recibía, especialmente si se trataba de un poderoso, podía verterlo sobre el portador de las mismas, como si fuera culpable de ellas. No es extraño que cuando ante Joab se presentó Ahimaas para que le enviara a David con el fin de darle las noticias de la derrota de su hijo Absalón, aquél le quiso convencer de que no lo hiciera, en vista de que en tales noticias se incluía la muerte del hijo rebelde. Era más oportuno que esa delicada y desagradable tarea la llevara a cabo un desconocido, por ejemplo un etíope, por si la reacción de David era imprevisible. La frase “matar al mensajero” ha venido a simbolizar el hecho de que el mensajero paga las consecuencias de las malas noticias, como si fuera el autor de las mismas, cuando en realidad es sólo un mandado. 

Pero el mensajero no sólo puede ser portador de noticias sobre hechos de los cuales él no tiene ninguna responsabilidad, sino que puede ser portador de ideas con las que se identifica y, al hacerlo, se convierte en cómplice de ellas. Y dependiendo de si las mismas son rectas o perversas, así el mensajero participará de la naturaleza de esas ideas. En este caso no puede excusarse, porque no se trata de contar hechos sino de transmitir ideas.

Cuando Elías hubo consumado la victoria en el monte Carmelo sobre Baal y sus seguidores, recibió la visita de un mensajero enviado por Jezabel, anunciándole su decisión de quitarle la vida. En Jezabel tenemos a la personificación de la maldad, quien lejos de reflexionar, sacar conclusiones rectas sobre lo que acababa de pasar en la cumbre del monte y humillarse, se encolerizó contra el siervo de Dios, jurando matarlo. La ceguera y arrogancia de esta mujer era tal, que en su corazón no había cabida para nada que tuviera que ver con arrepentimiento. Aunque la falsedad de sus ídolos y creencias había quedado en evidencia pública, lejos de cambiar se reafirmó en su dureza de corazón. Ahora bien, el mensajero que envió con ese infernal mensaje contra Elías no era alguien inocuo que podía escudarse en el argumento de que él simplemente hacía lo que se le decía. Sabiendo quién era su remitente, quién era su destinatario y cuál era el mensaje, este hombre se hizo copartícipe en el maligno propósito de Jezabel. Él estaba sirviendo a una mujer perversa y su servicio, en consecuencia, estaba contagiado de esa perversidad. Este hombre no era simplemente un mensajero, sino que era un mal mensajero por partida doble, por la naturaleza del mensaje y por el carácter de su remitente.

A consecuencia de escuchar ese mensaje a Elías le sobrevino un desfallecimiento, lo que enseña que si no nos protegemos con el escudo de la fe, los dardos de fuego del malino pueden causarnos graves heridas. Y así fue cómo el hombre capaz de enfrentarse a Acab, de desafiar a los falsos profetas y de conminar al pueblo, prestó oídos a la palabra que aquella mujer le mandó y, al creer que podía suceder la amenaza, se vino totalmente abajo. La palabra mensajero y la palabra ángel es la misma en hebreo, de modo que se puede traducir indistintamente de una manera o de otra, según sea la ocasión y quién sea el personaje. Pues bien, aquí Elías recibe la visita de un ángel del infierno, en la persona de este mensajero, con un mensaje procedente del infierno mismo, que una hija del infierno ha proferido contra él. Al darle oídos, el hombre de Dios sucumbió.

En contraposición, mientras Elías estaba dormido debajo de un enebro, por causa del abatimiento, recibió la visita de otro mensajero, muy diferente al anterior. Era un mensajero celestial con un mensaje celestial; un mensajero que le ministró de parte de Dios en este momento de suprema necesidad. Como era un mensajero celestial, se ha traducido correctamente como ángel. ¡Qué diferente es este mensajero y este mensaje! Es la prueba de que Dios no deja a los suyos en manos de sus enemigos y en las situaciones más difíciles, cuando sus fuerzas han fallado, les provee nueva fortaleza, esperanza y fe para continuar adelante. Este mensajero no sólo era portador de este bendito mensaje, sino que estaba identificado con el mismo, porque era un servidor de Dios, siendo un buen mensajero por partida doble.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘El mal mensajero acarrea desgracia; mas el mensajero fiel acarrea salud.’ (Proverbios 13:17). Los dos tipos de mensajero de los que habla el texto no son de esos a los que se puede aplicar la frase “matar al mensajero”, porque los calificativos que los definen son bien elocuentes. El malo puede serlo por dos motivos, ya sea porque porta un mensaje maligno o porque pervierte la naturaleza del buen mensaje que se le ha encomendado. En cualquiera de ambos casos su tarea está preñada de maldad, siendo su resultado nocivo. En cambio, el mensajero fiel, literalmente ‘de fidelidades’, comunica fielmente el fiel mensaje que se le ha encomendado, cuyo resultado es sanador.

La lección de este tweet de Dios explica el devenir de cada uno de nosotros, que depende del mensajero al que escuchemos, si al padre de mentira o al Fiel y Verdadero. ¿A cuál de los dos prestas oídos? De eso depende todo.

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