El tweet de Dios sobre la burla de la justicia y la nutrición con la maldad
Cuando lo cuantitativo y cualitativo de la maldad se dilata en el tiempo y echa raíces profundas, entonces la maldad ha llegado a su apogeo.
16 DE MARZO DE 2023 · 07:45

Que la maldad tiene grados resulta evidente a la luz de la experiencia, variando tal nivel de grado tanto en el aspecto cuantitativo como en el cualitativo, intensificándose en la medida en que se perpetúa en el tiempo. En el aspecto cuantitativo sucede cuando la maldad se extiende de manera generalizada en todos los estratos de la sociedad, tanto en adultos como en niños, tanto en gobernantes como en gobernados, tanto en hombres como en mujeres; en el aspecto cualitativo sucede cuando la maldad profundiza y rompe barreras que habían sido diques de contención durante siglos, pero que a fuerza de embates continuados se han quebrado y, finalmente, derribado. Cuando lo cuantitativo y cualitativo de la maldad se dilata en el tiempo y echa raíces profundas, entonces la maldad ha llegado a su apogeo.
Cuando Dios le dice a Abram que ‘aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo’ (Génesis 15:16), está expresando la verdad de que la maldad tiene grados, porque hacia el año 1.900 antes de Cristo, que es cuando aproximadamente Dios le dio esta palabra a Abram, los amorreos no habían llegado al nivel de depravación al que sí habían llegado cuando Josué entró en Canaán algo más de 400 años después. Durante el transcurso de las generaciones la maldad se fue abriendo paso, hasta ganar tanto terreno que se hizo hegemónica. Es decir, la maldad tiene un desarrollo y alcanza una madurez en determinado momento, momento que es Dios quien determina cuándo sucede. Entonces acontece la intervención de Dios, de manera decisiva, para darle a la maldad su justa retribución.
El pisado de la uva es el acto por el cual los racimos de vid recogidos son depositados en el lagar y convertidos en mosto, una ilustración que les sirvió a algunos profetas para describir la acción de Dios, cuando las cotas de maldad han llegado a determinado punto. Así como el lagar se llena de uvas, de igual modo el lagar de la maldad humana se colma. Y de la misma manera que las uvas no pueden resistir la acción de los pisadores, tampoco la maldad puede resistir la acción de la ira de Dios. Igual que el calendario agrícola marca un tiempo cuando se efectúa el pisado de la uva, también el calendario de Dios señala el tiempo cuando Dios pisa el lagar. Como se trata de una ocasión señalada, el pisado de las uvas suele ir acompañado de cantos, lo cual da ritmo acompasado al movimiento de los pies, algo que también recoge el profeta al describir a Dios haciendo lo mismo: ‘Canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra.’ (Jeremías 25:30).
Uno de los lugares donde se supone que la maldad se refrena es en la sala de un tribunal, donde la presencia del juez es anunciada, siendo apercibidos los presentes para que se pongan de pie cuando él entra, en señal de respeto. Es el representante de la justicia y quien va a impartirla, por tanto tiene una categoría superior a la de todos los que están allí. Su veredicto será vinculante y su sentencia tendrá consecuencias. Su cargo le da la importancia que tiene. Por estas razones la presencia del juez impone. La maldad puede haber penetrado en todos los pliegues del tejido social, pero no en este recinto, donde no hay cabida para ella. O, al menos, así debería ser.
Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘El testigo perverso se burlará del juicio y la boca de los impíos encubrirá la iniquidad.’ (Proverbios 19:28). El texto muestra un nivel de maldad fuera de lo normal, al describirse a un testigo al que se cataloga de perverso, que es la traducción de un calificativo que denota vileza en grado extremo. Se supone que un testigo está para asegurar que se produzca un juicio justo; sin embargo, esta clase de testigo no sólo no busca el fallo de una sentencia justa sino que se ríe de lo que el juez dictamina. La burla hacia lo serio es la expresión máxima de la jactancia y muestra una connivencia entre vileza y alarde de autosuficiencia, no exenta de cinismo. Pero para alcanzar ese límite de desafío, antes hay que haber traspasado determinadas fronteras que la ponderación y la sensatez marcan, por lo cual es lógico que quien las ha quebrantado se haya convertido en un escarnecedor de lo que es justo.
La segunda parte del pasaje describe cómo los impíos son encubridores de iniquidad y por tanto cómplices de la misma. Pero el término que se ha traducido por encubrir también tiene el significado de engullir o tragar, con lo cual se estaría diciendo que los impíos alimentan su boca de iniquidad, la cual devoran con fruición, como hambrientos de ella. Si su boca se alimenta así, sus entrañas están repletas de lo mismo. Y si lo que entra por su boca es iniquidad, lo que salga por ella será iniquidad también.
Dos escenas distintas pero que tienen un punto en común. La del perverso riéndose de la justicia y la del impío siendo cómplice de lo malo y alimentándose de ello. Si se trata de casos aislados el daño es soportable, pero si esos casos se multiplican y su ejemplo se convierte en modelo, entonces es que se está llegando, o se ha llegado, a un grado insufrible, a una plenitud que anuncia lo irremediable. Y Dios sabe cuándo se ha alcanzado tal escalón.
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