El tweet de Dios sobre el desmadre, la profecía y la ley

Este clima meteorológico desmadrado está coincidiendo con el clima moral desmadrado que está habiendo en el mundo.

15 DE SEPTIEMBRE DE 2022 · 09:00

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Imagen de J W en Unsplash.

Ahora que el clima anda muy revuelto se le podría aplicar el calificativo de desmadrado, expresión que quiere decir salido de madre, que se aplica a la corriente de agua que desborda su cauce natural. Y, efectivamente, con el actual clima meteorológico desmadrado que estamos experimentando, uno de sus efectos son las lluvias torrenciales, cuya acción se debe a que los cauces, habilitados para dirigir a las lluvias normales, no dan abasto para ese otro tipo de lluvias, lo cual hace que las aguas se salgan de madre, se desmadren, y se lleven por delante todo lo que se pone a su paso. Pero resulta, paradójicamente, que al lado de esa clase de lluvias destructivas está su opuesto, que es la sequía, por la que países que solamente conocían el verdor de la hierba, ahora saben también lo que es un secarral amarillento.

Y es que el clima se ha rebelado contra nosotros y, como no atiende a razones, nadie puede, ni los meteorólogos, predecir qué dirección tomará. Es verdad que la predicción del clima siempre ha sido una ciencia de corto alcance, porque unos días, como mucho, era el lapso en el que podíamos saber de antemano el tiempo que haría. Pero siempre se podía dar por sentado que, dentro de unos parámetros, los fenómenos meteorológicos irían ocurriendo según cierta secuencia que podíamos denominar normal para cada estación del año. Mas ahora ya no es así, porque estamos asistiendo a un cambio, que se ha denominado cambio climático, que ha roto toda la secuencia que nos era familiar desde tiempo inmemorial. El grave problema que se presenta es que este cambio no es para bien, sino para mal, como ya estamos comenzando a constatar.

Pero este clima meteorológico desmadrado está coincidiendo con el clima moral desmadrado que está habiendo en el mundo. Ahora bien, si el clima meteorológico desmadrado sólo propicia desastres, ¿qué se puede esperar del actual desmadrado clima moral? ¿Cómo echarse las manos a la cabeza frente al desmadre meteorológico, si se promueve y fomenta el otro desmadre? ¿Cómo es posible tanta sensibilidad hacia uno y tanta ceguera hacia el otro? Se escriben libros para darnos recetas prácticas para salvar al planeta del desastre que viene, para decirnos lo que cada uno de nosotros puede aportar, con su granito de arena. Y así debemos ser cuidadosos con nuestros desperdicios y reciclar todo lo que podamos; debemos ser sobrios y no derrochar agua; hemos de sacrificar algo de nuestro nivel de vida para no contaminar tanto; hemos de procurar la sostenibilidad, siendo responsables en el uso de las energías, echando mano de las alternativas; no hemos de recurrir a los plásticos, que son fuente de contaminación; es preciso enseñar a los niños a ser responsables y buenos administradores de los recursos. Y así hay cientos y cientos de recomendaciones, todas ellas destinadas a concienciarnos, ante la gravedad del panorama que se ha presentado.

Sin embargo, entre todas esta lista de consejos y sugerencias, falta la advertencia principal, que es la necesidad de un cambio profundo, por haber convertido a esta tierra en un vertedero moral, donde las normas y leyes que Dios dio son violadas, ridiculizadas y alteradas sistemáticamente, inventando otras, fruto de la desviación y la perversión humana. En realidad, el actual clima meteorológico desmadrado es la expresión del actual clima moral desmadrado y de poco vale tomar medidas para el primero, mientras no se tome ninguna para el segundo. Es más, lo que está ocurriendo es que mientras se proponen e impulsan medidas para frenar las consecuencias del primero, a la vez se promueven aquellas que acentúan las consecuencias del segundo. Y así es como asistimos a la implantación de leyes para rebajar los niveles de emisión de gases y también a la implantación de leyes para pervertir el modelo de matrimonio y familia. Para proteger la vida animal y para desproteger la vida humana no nacida. Para abolir la pena de muerte en las constituciones de los países y para defender a ultranza los mataderos de humanos inocentes, que son los abortorios. Para exigir un comportamiento sexual respetuoso y para dar rienda suelta a toda clase de incitación y vicio sexual. Para amparar hasta límites insospechados los derechos del menor y para conculcar el derecho absoluto del menor a tener un padre y una madre.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado.’ (Proverbios 29:18). La profecía a la que el texto hace referencia no es la que surge de la imaginación del corazón, sino que es la Palabra de Dios, la que está aquilatada por el valor de lo que se anunció hace siglos y se cumplió a su debido tiempo, lo cual avala que lo que está anunciado para el futuro también se cumplirá igualmente. Sin esa Palabra, el pueblo se desenfrena, se desmadra, se sale de madre, no teniendo cauce que lo dirija, porque los que pretenden ser sus dirigentes están totalmente perdidos, en un torbellino de error y confusión, como aquellos falsos profetas de la antigüedad, que prometían a un pueblo desmadrado paz y prosperidad. El pasaje contrasta la profecía con la ley, no porque sean contrarios, sino porque son complementarios y equivalentes, de manera que desechar a la primera es desastroso, mientras que obedecer a la segunda es provechoso. Llama la atención el hecho de que el desenfreno y el desmadre es del pueblo, es decir, de los muchos, de la pluralidad; mientras que la obediencia es cosa de uno, de la singularidad. Y es que el mal es muy popular, teniendo millones y millones de seguidores, mientras que su opuesto, el bien, es cosa de alguno nada más. En realidad de Uno, en los términos más absolutos.

El atolladero en el que se encuentra este mundo lo ha creado este propio mundo, al haber rechazado deliberadamente las verdades contenidas en los Profetas y la Ley, es decir, el Antiguo Testamento, con lo cual también ha rechazado al Salvador, anunciado por los Profetas y la Ley y manifestado en el Evangelio. Y al hacerlo, ha escogido a “salvadores”, que no pueden salvar.

Sí, hace falta un cambio de mente. Pero este cambio de mente (que en griego se llama metanoia, es decir, arrepentimiento) va mucho más allá de la actitud hacia el plástico, los gases, los desechos  y la energía. Es un cambio de actitud hacia lo que Dios ha ordenado y hacia Dios mismo. Un cambio urgente, antes de que sea demasiado tarde.

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