La Rambla: lágrimas, encuentros divinos y oración
Decenas de evangélicos acuden cada día al lugar del atentado en Barcelona para ofrecer consuelo. “Estamos viviendo experiencias increíbles”, nos dice Jaume Torrado.
BARCELONA · 25 DE AGOSTO DE 2017 · 17:18
Una semana después del atentado, las ramblas de Barcelona van recuperando su actividad, marcada por el bullicio y el tránsito de miles de personas. Sin embargo, la marca de lo acontecido es patente, no solo en los mosaicos, flores y mensajes en las calles, sino también en el ambiente que embarga a muchos ante lo incomprensible.
En estas circunstancias, un grupo de evangélicos está presente cada tarde recorriendo la zona. Allí buscan conversar, abrazar y sobre todo orar con aquellos que acuden a Las Ramblas.
El pastor evangélico Jaume Torrado es uno de los capellanes que voluntariamente está estos días formando equipo. La iniciativa surgió poco después del atentado, con la llegada de un grupo especializado de la Asociación Evangelística Billy Graham.
“Hay que darles las gracias -expresa el pastor.- Ha llegado a un equipo de unas diez personas, de Reino Unido y Estados Unidos, que envían para este tipo de situaciones de emergencia”, nos cuenta. “Ellos no solo han trabajado sino que han invitado a todas las iglesias evangélicas de Barcelona y de Cataluña, a quienes quisieran venir, y poder involucrarse en esta labor”.
EXPERIENCIAS INOLVIDABLES
Así, se preparan en pequeños grupos para atender a las personas. “Nos reunimos cada tarde -detalla-. Empezamos siendo pocos, no estábamos preparados para algo así. Pero tras llamar a las iglesias, hemos visto como se ha ido sumando gente. Este jueves ya eramos muchos, unas cien personas”.
La actividad de capellanía callejera se inicia cada tarde, con “una pequeña charla sobre cómo actuar en situaciones así, cómo acercarte a las personas, cómo escuchar la voz del Espíritu Santo para saber con quién hablar, cómo tratar de consolar a las personas que están heridas, y cómo orar por las personas. También sobre cómo poder compartir con ellos la buena noticia del Evangelio”. Para Jaume Torrado, están teniendo “unas experiencias increíbles”.
““Había muchísima gente rota, personas que están todo el día allí, porque no se pueden desenganchar de lo que han vivido, de como les ha afectado el atentado”, lo que “nos está dando oportunidades de acercarnos con un espíritu de compasión”.
Tan buena está siendo la experiencia que se ha producido un efecto “llamada” en las iglesias de la zona. “Quienes participan están contando a otros lo que viven. Hay muchos que nunca se habían atrevido a salir a orar por otros. Pero están viendo que están siendo útiles, que Dios actúa a través de su vida”.
Jaume Torrado reconoce que “es un momento especial”, y la gente “está receptiva: no me he encontrado a nadie que me haya dicho que no quiere orar”. Así han podido hablar con personas de distintas creencias. “Con musulmanes, con católicos, con hindúes, con agnósticos, con ateos… es increíble”, nos dice.
ACTO INTERCONFESIONAL E INTERCONVICCIONAL
En la tarde del jueves, Jaume Torrado estuvo presente en el Acto organizado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña en memoria de las víctimas, como representante del Consell Evangèlic de Cataluña. El pastor pudo conversar con algunos de los representantes de otras confesiones, así como con algunas de las autoridades presentes. En particular, ha destacado que “el representante de los musulmanes es quien más ha expresado su dolor, porque tampoco saben cómo manejar una situación así”.
En cuanto al acto, Jaume Torrado destacaba el buen ambiente, aunque reconocía que al ser organizado por AUDIR (la Asociación de la Unesco para el diálogo interreligioso) tuvo “una tendencia más sincretista” que no comparte.
“El trabajo que se hace desde el grupo estable de diálogo entre confesiones es bueno. Ese es un camino más confortable que el hecho de ver cuánto sincretismo podemos alcanzar, como está intentando la Unesco. El diálogo entre confesiones es mucho más sano y te da más tranquilidad, porque lo que se pretende es conocer las necesidades que pueda tener cada comunidad, pero no buscar en qué punto espiritual nos podemos encontrar, que es algo muy complejo y tiene distintas sensibilidades”, concluye.
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