León recuerda a Moisés Calvo, veterinario evangélico allí refugiado durante la Guerra Civil
Al cumplirse un nuevo aniversario de la muerte de Moisés Calvo Redondo, el periódico El Mundo publicó una semblanza de este prestigioso evangélico en su edición del pasado 24 de mayo, reconociendo su “modélica trayectoria”. La biografía del veterinario y profesor, que sufrió con dureza los rigores de la Guerra Civil a causa de su reconocida fe cristiana, ocupa un capítulo de un libro de autoría de Miguel Cordero del Campillo y José Manuel Pérez García.
31 DE MAYO DE 2010 · 22:00
Madrileño, nacido el 14 de mayo de 1883, Moisés Calvo Redondo conoció la fe evangélica por su padre. En efecto, Teodoro Calvo y Alonso se convirtió tras escuchar las predicaciones de Cipriano Tornos, un ex sacerdote católico, confesor de la reina Isabel II, que abrazó la fe evangélica, alcanzando fama de brillante orador, particularmente con su sermón sobre “Las Siete Palabras de Jesús en la cruz”.
“Pero su padre no sólo le inculcó las creencias religiosas, también la atracción por la Veterinaria, profesión que ejercía en Madrid al tiempo que regenteaba el herradero La Prosperidad, el sostén económico más firme de la familia”, afirma el periódico La Razón.
Tras estudiar en el Instituto de San Isidro, el joven trató de cursar la carrera de Medicina, para lo que realizó el Preparatorio de Ciencias. Pero la muerte de su padre le obligó a continuar con el herradero y reorientar su vocación. En 1895 ingresó a la Escuela de Veterinaria madrileña y obtuvo el título en junio de 1900.
VOCACIÓN DOCENTE
Más que el ejercicio práctico de la profesión, que desarrolló un corto tiempo en Toledo, a Calvo Redondo le atraía la docencia. En 1904 solicitó ser admitido a las oposiciones de Disectores Anatómicos vacantes en las Escuelas de Veterinaria de Córdoba y León. Al año siguiente se postuló para la plaza de profesor de Fragua de la Escuela de Veterinaria de Zaragoza, cargo que recién obtuvo en 1908. Mientras tanto, decidió presentarse a la cátedra de Operaciones, Apósitos y Vendaje, Obstetricia, Reconocimiento de animales, Teoría y Práctica de forjado y herrado, y Clínica quirúrgica, vacante en la Escuela de Veterinaria de Córdoba.
Este fue sólo el inicio. Calvo Redondo siempre intentaba nuevos y mejor remunerados destinos, postulando para diversas cátedras. Trabajó también en Madrid, León y Santiago de Compostela. En 1929 fue ascendido al número veinte del Escalafón general del profesorado de Escuelas de Veterinaria, con lo cual su sueldo se incrementó sustancialmente.
Su carrera como docente llegó a las máximas cotas, pero la Guerra Civil supuso para Moisés Calvo un duro golpe al ser de ideas republicanas y afín al también veterinario Félix Gordón Ordás, a quien además le unía una sincera amistad. Estaba en esos días en Zaragoza, donde llevaba una apacible vida junto a su mujer, María Regla Franchelli Martín, profesora de las Escuelas Evangélicas de la ciudad. Su republicanismo y su credo evangélico explícito pusieron en verdadero peligro su vida, hasta el punto de que fueron los jefes de la escuadrilla aérea de la Legión Cóndor con base en Zaragoza, los que acudieron en su defensa.
LA PERSECUCIÓN
Como les ocurrió a otros compañeros, en diciembre de 1936 resultó separado provisoriamente de su puesto en la Escuela; su suspensión definitiva fue decretada en 11 de mayo de 1937. La situación del matrimonio se tornó angustiosa. Moisés y Regla tuvieron que trasladarse a León donde contaban con buenos amigos. Allí encontraron el cariño y la ayuda que necesitaban, aunque las dificultades económicas fueron muchas. Su amigo Audelino Gonzáles Villa, también veterinario, y la Iglesia Evangélica supusieron para ellos un descanso en medio de la presión política y religiosa –del catolicismo oficial- que procuraban obligarlos a retractarse de ser evangélicos, pero su fe no vaciló ni un instante.
Como medio de vida, impartieron clases a hijos de familia evangélicas. Ella enseñaba gramática española, francesa e inglesa, y él matemáticas, contabilidad, geografía e historia, taquigrafía y mecanografía, cobrando ambos tarifas más que asequibles. Sus ingresos eran escasos pero contaron también con la solidaridad de colegas, amigos y hermanos en la fe.
En 1947 Moisés Calvo solicitó ser reincorporado a la Cátedra de la que había sido despojado; contaba para ello con el informe favorable del decano de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza. Paro no se hizo justicia. Jubilado por ley en diciembre de 1950, las gestiones de Demetrio Nalda, de fe evangélica, con contactos en el Ministerio de Educación, le permitieron recibir la pensión reglamentaria.
El matrimonio se trasladó a Madrid, cuando Regla enfermó y perdió la memoria y el habla. Moisés falleció en la capital española el 21 de mayo de 1954, diez meses después de perder a su querida esposa.
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