Jornadas de teología J. Grau: la Iglesia católica casi ha neutralizado la oposición teológica del mundo evangélico

Organizadas por el Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB), en reconocimiento a José Grau y gratitud por su amplio ministerio durante más de 40 años como uno de sus fundadores, se llevaron a cabo las “Jornadas de teología” que llevaron su nombre los días 22, 23 y 24 de mayo pasado en la Iglesia Evangélica Bautista de Hostafrancs Barcelona.

BARCELONA · 08 DE JUNIO DE 2008 · 22:00

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Dichas jornadas nos plantearon como tema: “Evangélicos y Católicos: ¿Comparten un futuro común? El desafío del catolicismo romano para la fe evangélica”. A esta pregunta tan comprometida dio respuesta Leonardo de Chirico durantes las distintas ponencias que hubo en las conferencias. Para José Grau este tema ha sido una de las principales preocupaciones en su vida, prueba de ello es la gran obra “Catolicismo Romano I y II” en la cual ha trabajado intensamente. El conferenciante Leonardo de Chirico ha obtenido el doctorado de investigación teológica en el Kings College de Londres cuya tesis ha sido publicada con el título: Perspectivas teológicas evangélicas sobre el catolicismo romano posterior a Vaticano II. Además de ello debemos considerar que aparte de su formación académica, como italiano, conoce de primera mano lo que es y representa el catolicismo romano en un país en el que es la creencia mayoritaria y como influencia los diferentes ámbitos tanto sociales como políticos. Las perspectivas de Leonardo de Chirico en estas jornadas nos dejan una reflexión profunda sobre la necesidad que tenemos en nuestra teología evangélica de comprender la naturaleza del “sistema del C. R.” (Catolicismo Romano) y particularmente desentrañar la relevancia de Vaticano II. ABSORBER EN VEZ DE ANIQUILAR Comenzando a partir del análisis que nos deja el teólogo también italiano, Vittorio Subilia, quién publicara un libro que lleva el título “La nueva catolicidad del catolicismo” tras la conclusión de Vaticano II en 1967, De Chirico ayuda a comprender que el C.R. que surge después de este evento es un “sistema” que se despoja de sus vestiduras teocráticas heredadas de largos siglos de historia y se comienza a ocupar masivamente de la puesta en práctica de su catolicidad. No puede pensar más en dominar el mundo en forma absoluta y de este modo trata de infiltrarse en el mundo para modificarlo desde dentro. No puede seguir profiriendo anatemas contra cualquier cosa moderna pero se esfuerza por penetrar en ella para modificarla. No puede continuar imponiendo su poder con medidas coercitivas, pero trata de ejercerlo de una forma mas refinada. La iglesia católica ya no disfruta de seguimiento popular cuando habla de doctrina y moral, pero pugna por mantener su habilidad para influenciar, condicionar y dirigir la sociedad. El objetivo ya no es la aniquilación del antagonista sino absorberlo mediante la expansión de los límites de la catolicidad. La catolicidad del catolicismo es la habilidad para introducir en una escala global, ideas divergentes, valores diversos, movimientos heterogéneos, aguantando tensiones e integrándolas en el marco del “sistema”. Por ejemplo: si la fe evangélica elige solo Escritura, solo Cristo, solo Gracia, solo Fe. El catolicismo añade Escrituras y tradición, Cristo y la iglesia, Gracia y meritos, fe y obras. TEOLOGÍA DE RATZINGER El segundo día de conferencia compartió “Una perspectiva evangélica sobre la teología de Joseph Ratzinger”. Nos enseña que luego de Carol Wojtyla mas conocido como Juan Pablo II, quien personificara durante su pontificado la actualización de la iglesia católica, alentada por el concilio Vaticano II, sin perder los lazos orgánicos con la tradición. La elección de Benedicto XVI representa un progreso en la misma línea, o sea la aceptación, elaboración y aplicación del Vaticano II. En cuanto a la Biblia, se dice que Ratzinger representa una “visión moderada dentro de la orientación liberal de la iglesia C.R. del Vaticano II. Las primeras reacciones de los evangélicos cuando fue elegido Papa fueron de encomio a su teología “centralizada en la Biblia”. Pero hay que entender siempre que su punto de vista sobre la Escritura deriva de un catolicismo tradicional que combina Escritura más tradición eclesiástica. En síntesis se nos describe el perfil teológico de Ratzinger como tradicional y actualizado lo cual se traduce en mantener el más alto respeto por la herencia recibida de la iglesia, pero también realizar el mayor intento de encontrar nuevos caminos para articularlo y vivirlo. Es destacable, en referencia a la eclesiología de Ratzinger, decir que sus convicciones son: Primero, la presencia de obispo es esencial para definir la iglesia. No hay iglesia si no hay un obispo autorizado que la presida. La consecuencia es que aquellos grupos cristianos que no reconocen en su esquema eclesial a un obispo debidamente ordenado, no pueden reclamar la condición de iglesia pero pueden definirse como “comunidades eclesiales”, o sea encuentros de cristianos que gozan de eclesialidad hasta cierto grado, pero no de la plenitud que otorga la bendición de ser una iglesia. Segundo, la catolicidad de la iglesia significa la unión de todos los obispos, cuya agrupación es presidida por el obispo de Roma. No es suficiente para una iglesia tener una estructura episcopal; debe estar en comunión con la sede de Roma, que ejerce la primacía. Tercero, según la declaración Dominus Iesus (08/2000) cuando aún no era Papa, la iglesia existe donde el misterio de la Eucaristía es guardado en su integridad, o sea, donde se celebra según la doctrina católica romana de la transubstansación y la representación sacramental del sacrificio de la cruz. Por tanto las consecuencias para los cristianos no católicos son evidentes. En realidad, los grupos no católicos que celebran la Cena del Señor de otras formas y con una teología diferente no se consideran como iglesias correctamente definidas. Son “comunidades eclesiales” y la condición para formar parte de la iglesia como iglesias en concreto es llegar a una plena comunión con Roma. EL ECUMENISMO CATÓLICO En sus primeros discursos después de su elección, el Papa Ratzinger puso de manifiesto que quería comprometerse con la causa ecuménica, a saber, la plena restauración de la unidad de la iglesia. Este deseo se recibió en términos muy positivos de parte de los no católicos, incluso evangélicos. No obstante hay un problema. La unidad significa adherirse al sistema C. R. sometiéndose a él. Otra ventana del pensamiento de Ratzinger que pudo abrirse durante esta ponencia fue aquella de la fe–razón y el choque con la Reforma. Para Ratzinger, el cristianismo es el resultado de “un acercamiento íntimo entre la fe bíblica y la investigación filosófica griega”. En el cristianismo medieval es cuando la “síntesis entre el espíritu griego y el espíritu cristiano” encuentra su culminación y se convierte en “un encuentro entre la ilustración genuina y la religión. Según Ratzinger esta convergencia es la quintaesencia: el cristianismo. Ha habido intentos de “deshelenizar” el cristianismo lo cual el Papa considera un peligro y un error fatal. En cuanto a la Reforma del siglo XVI con su principio de sola Scriptura, Ratzinger la considera una peligrosa depreciación de la versión helenizada de la fe cristiana. Por tanto el principio sola Scriptura tiene una connotación negativa porque choca con sus profundas convicciones sobre la relación entre la fe y la razón. Y está en lo cierto en ver la Reforma como una amenaza al equilibrio del mencionado binomio. En definitiva lo que Ratzinger percibe como una parte esencial e inherente de la fe cristiana (esto es razón griega más una fe bíblica) la posición reformada lo considera como el problema básico del C. R. Y lo que Ratzinger aprecia como una amenaza peligrosa a la síntesis (o sea la sola Scriptura) la fe reformada lo acepta como el principio esencial para la fe cristiana. LOS EVANGÉLICOS FRENTE AL CATOLICISMO Durante la tercera jornada de estudio se nos introdujo a la conclusión con el tema: Los Evangélicos frente al catolicismo: ¿Integrativo, atractivo o alternativo? Se nos expone la valoración evangélica del catolicismo a partir de la comprensión del Vaticano II que realizaran tres de los teólogos evangélicos que mejor han tratado el tema en su conjunto y en los detalles. Gerrit Berkouver, David Wells y Herbert Carson. De Chirico también aborda los textos producidos por el diálogo entre los evangélicos y la iglesia C. R. tras el concilio. Las conclusiones no son del todo halagüeñas porque nos demuestra las dificultades que tenemos los evangélicos a la hora de entender el C. R. como un sistema de creencias unificado y coherente, que evidentemente tiene traslaciones a la vida y la práctica. Nos muestra especialmente alerta en contra de los fallos de la apologética tradicional evangélica acerca del catolicismo, la cual califica constantemente como atomizada y fragmentaria, términos con los que califica el hecho de centrar nuestra apologética en dar respuesta a cuestiones concretas (como la mariología, méritos, santos, etc.) sin percatarnos de la incuestionable unidad interna existente en todas estas áreas. Y esto es un grave fallo en la medida que esta unidad es precisamente lo que da al C. R. toda su fuerza intelectual o teológica. Como evangélicos contemporáneos haremos bien en considerar debidamente estas apreciaciones que nos han sido compartidas. Para ir a una conclusión es muy adecuado el análisis de tres perspectivas que propone el teólogo evangélico Jorge Ruiz respecto al aporte del pensamiento de Leonardo de Chirico a la posición Evangélica con referencia al tema del C. R. En primer lugar, estudiar el C. R. desde una perspectiva evangélica implica como paso previo la definición de lo que es ser evangélico. En segundo lugar, debemos tener en cuenta la reconstrucción de las aproximaciones de los evangélicos a Roma a partir del Concilio Vaticano II; y contemplar el espectáculo de cómo la iglesia romana ha llegado a neutralizar en buena medida la antigua oposición teológica del mundo evangélico. Y en tercer lugar, delante de esta encrucijada en la cual se encuentra el mundo evangélico actual aparece como absolutamente imprescindible la profundización y definición de lo que es verdaderamente la teología evangélica, por que no es extraño que experimentemos gran dificultad de concebir al C. R. como un sistema de creencias unificado y coherente. Esto solo podrá hacerse desde la perspectiva de otro sistema de creencias unificado que comporte una ética determinada, personal y social.

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