Nuestro futuro, un desafío del presente
Las Jornadas de Bioética concluyeron abriendo preguntas, al observar cómo los adelantos tecnológicos traen bienestar y peligros, apelando a las cuestiones más básicas del ser humano.
ALPEDRETE (MADRID) · 09 DE DICIEMBRE DE 2022 · 18:08
“Es importante hacer comunidad”. Kari Clewett, psicóloga, expresaba lo que encontró en estas jornadas como algo valioso. Tanto por la posibilidad de coincidir con otros de su profesión, como con otras personas de otros ámbitos.
Durante los últimos días de las jornadas, se produjeron reuniones de los Grupos Bíblicos Graduados (GBG), que forman parte del movimiento de GBU en España. En estos grupos se encuentran profesionales de Medicina, Enfermería, Derecho, científicos, empresarios, docentes y artistas. Las IV Jornadas de Bioética han sido un espacio en el que pudieron compartir un tiempo especial para conversar entre ellos, pero también para compartir con profesionales de otras áreas. Quedó de manifiesto que los temas tratados necesitan de un enfoque multidisciplinar, dado que afectan a prácticamente toda la sociedad en su conjunto.
“Hemos llegado al final y damos gracias a Dios. Si algo nos queda claro es que Dios sigue siendo Dios”, expresaba Rosa López, del comité organizador y presidenta del Grupo de Bioética de la Alianza Evangélica Española, en el acto de clausura del encuentro. Los cuatro días se pasaron rápido, en un programa intenso y ambicioso que se complementó con el buen ambiente que se percibía en la librería, los stands, o los tiempos libres, nutridos de conversación.
“Como cristianos, nos basamos en las Escrituras. Y entendemos que la Biblia contiene unos principios universales, que tienen que aplicarse a las cuestiones que hoy enfrentamos. Reconocemos que debemos ejercer un cuidado responsable. Creemos que no existe una conciencia adecuada de esta responsabilidad. Apelamos a nuestra conciencia para seguir con mayor compromiso el ejemplo de Jesús”, expuso Rosa López recogiendo el sentir de los organizadores.
La reflexión es necesaria
Casi todos los participantes expresaban su alegría por asistir a un encuentro que ha tratado temas que no son tan habituales en el ámbito cristiano, y sin embargo, necesitan un abordaje serio y reposado. En los coloquios y tiempos de preguntas se percibía ese afán por buscar una respuesta adecuada, pero también por reconocer las limitaciones que tenemos. “Hay asuntos que son complejos y están llenos de matices, no todo es blanco y negro”, expresaba John Wyatt al final de su última ponencia.
En esta cuarta intervención, Wyatt abordó los desafíos del futuro, marcado por el desarrollo tecnológico y cómo empresas, gobiernos y también los ciudadanos tenemos que lidiar con ello. Wyatt recordó que el “tecno-optimismo” dirige muchas de las decisiones empresariales, comerciales y políticas: parece que nuestro mundo ha puesto su fe en lo que los propios seres humanos podamos desarrollar para hacer del futuro un mundo mejor.
Wyatt enumeró algunos de los avances positivos que han logrado la ciencia y la tecnología, entre ellos la reducción de la mortalidad infantil o la pobreza a nivel mundial. Sin embargo, la tecnología abre muchas posibilidades preocupantes. Control social, cambios genéticos sin que sepamos medir sus consecuencias, invasión de la privacidad y adicciones tecnológicas con las que ya nuestro mundo está lidiando, por señalar algunas de los comentadas en mayor profundidad por el ponente.
“Bajo la apariencia de utilizar la tecnología para el bien de los seres humanos hay un lado más oscuro. Una pretensión de poder. Nosotros, los fuertes y poderosos, tenemos derecho a utilizar la tecnología para controlar a los más débiles”, analiza Wyatt, que no tuvo que presentar un futuro distópico para mantener la afirmación, sino ir a un ejemplo contemporáneo: “Mientras hablamos, existe un comercio mundial de órganos humanos traficados para trasplantes. Se comercializan riñones, hígados y otras formas de tejido en todo el mundo. Pero es sorprendente que los órganos para trasplantes pasen de cuerpos pobres a cuerpos ricos, de cuerpos jóvenes a cuerpos mayores y de cuerpos femeninos a cuerpos masculinos”.
Por ello la fe cristiana ofrece “razones convincentes y persuasivas para defender y proteger nuestra actual condición humana no modificada. Lo vemos en la doctrina de la Creación, la singularidad de los seres humanos creados a imagen de Dios, creados del polvo de la tierra, frágiles, vulnerables e interdependientes”, explicó Wyatt.
El ponente manifestó que “cuando se trata de utilizar la tecnología para cambiar nuestra propia naturaleza humana, me parece que estamos cruzando un límite”.
Redimir la tecnología
¿Con qué ética podemos, de acuerdo a la fe cristiana, interactuar o incluso utilizar la tecnología que ya está entre nosotros y la que viene en el futuro? Wyatt dejó algunas pistas sin cerrar todas las respuestas, porque la reflexión es necesaria y no todos los casos son iguales. Pero una metáfora que ayuda a dar una respuesta con sentido está en considerar la labor del restaurador de arte.
“Cada cuerpo humano es como una "obra maestra defectuosa". La obra maestra original, creada por Dios con tanto amor y arte, se ha estropeado y desfigurado por las consecuencias del mal y la caída del mundo”, afirmó Wyatt. “¿Cuál es la responsabilidad que le debemos a esta obra maestra defectuosa? Actuar como conservadores y restauradores de arte. Nuestro deber es proteger las obras maestras defectuosas para que no sufran más daños e intentar restaurarlas de acuerdo con las intenciones del artista original”.
Por eso la tecnología puede usarse con un fin adecuado, que sería “preservar y proteger el diseño original” ya que “por muy tentador que sea, por muy espectaculares que sean las consecuencias que puedan derivarse, no debemos recurrir a una restauración poco ética. No somos libres de mejorar el diseño fundamental. Las intenciones del Creador original son normativas”. Con cada nuevo avance tecnológico “tenemos que plantearnos la pregunta básica: "¿El uso de esta tecnología permite cumplir la intención del artista o cambia el diseño en un nivel fundamental?". Esto pone de manifiesto la necesidad de distinguir entre las intervenciones que son restauradoras y las que son potenciadoras”.
Un mensaje de esperanza
Para finalizar, Wyatt apuntó a lo que cada persona puede hacer en base a su confianza en Dios. “No escogemos el tiempo que nos toca vivir, Dios te ha llamado en vivir en esta era de la historia cristiana. Y te escogió antes de la fundación del mundo y estás en este tiempo concreto, este tiempo confuso y peligroso de la historia. El futuro está en las manos de Dios, no debemos estar asustados o preocupados. Recordemos que Dios no nos ha pedido ser exitosos, sino fieles. En sus manos dejamos los resultados, nuestra labor es ser fieles”.
“Su amor no falla”, concluyó John Wyatt. “Tenemos que recordar que nuestras acciones, a la luz de Cristo, tienen sentido. Jesús nos dice una y otra vez: ¡no tengáis miedo!”
Conclusiones
Tras la celebración de las jornadas, un equipo reducido se quedó trabajando en el documento de conclusiones que saldrán a la luz la próxima semana. Desde la organización también se anunció que las ponencias y otros materiales estarán disponibles próximamente, de forma que los contenidos puedan ser difundidos y aprovechados por muchas más personas que no hayan podido asistir a las jornadas. Toda la información será difundida puntualmente en Protestante Digital.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ciencia - Nuestro futuro, un desafío del presente
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