Lo que no entiendes ahora lo entenderás después

Nada en esta vida le daba tanta rabia como que algún familiar le recordara que en aquella época no se enteraba de nada por ser muy pequeño. Era como sentir de nuevo la impotencia de su infancia al verse en inferioridad de condiciones y excluido de las experiencias comunes de los demás. Aquella sensación de haber llegado tarde y con el partido empezado.

24 DE OCTUBRE DE 2009 · 22:00

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Todos estaban antes que él en su núcleo familiar y parecía haberse perdido algo importante. Consideraba aquellos primeros años de vida como tiempo perdido. Quizá por eso, ya de adulto, nunca llegaba tarde a ninguna reunión que de verdad le interesara. Nada mejoró en los años siguientes porque ahora oía muchas veces al meterse en las conversaciones que eso eran cosas de personas mayores. Parecía que estorbaba en los corrillos y que, queriendo o sin querer, todos querían quitarle de en medio. Se veía insignificante, menospreciado y no tenido en cuenta. Cada vez que conseguía colar su opinión tras grandes esfuerzos y fatigas con la voz alzada indefectiblemente se le venía encima un reproche seco instrumentado en las palabras “ya lo entenderás cuando seas mayor”. Estaba en el vacío. Superado el no te enterabas de nada seguía sin poder jugar el partido porque todo eran cosas de mayores que él entendería cuando fuera mayor. Un día el mensaje cambió. La juventud es una enfermedad que se cura con los años. Se veía, como siempre a la orilla del camino. Acusado implícitamente de una inexperiencia de la que no era culpable y testigo de constantes alardes de experiencia por parte de los demás. El discurso no dejaba lugar a dudas: Cuando te cures serás tenido en cuenta. Ya de adulto leyó aquel fragmento del evangelio en que el Apóstol Pedro se niega a que Jesús, el Maestro, le lave los pies en presencia de los otros apóstoles y se topó con las palabras del Señor Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después. No lo pudo evitar, le sonó a un nuevo aplazamiento pero este para comprender las cosas tras la barrera de la muerte y se sintió muy mal. Pronto comprendió de qué iba la cosa al darse cuenta que Jesús no estaba marginando a Pedro sino aproximándose a él. Al hacerse viejo entendió que cuando no se enteraba de nada estaba aprendiendo las cosas básicas e importantes de su vida: escuchar, hablar, entender, caminar, amar y ser amado. No fue tiempo perdido. Entendió que la juventud ni es una enfermedad ni se cura; sólo se cura cuando se nos enferma el alma. Se dio cuenta de que hay cosas de mayores que cuesta más de entender cuando eres mayor. Entendió que la vida desde el mismo principio es apasionante y que es un regalo de Dios. Había vivido siempre con ilusión y gran entrega a pesar de todo y así iba a seguir hasta el final. Eso sí también vio que hay unas cuantas cosas que las entenderemos después.

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