Cuidar sin rendir culto
La idea de que cuidar el cuerpo carece por completo de importancia podría parecer del todo superada. Sin embargo no falta quien, haciendo una interpretación más que libre de 1ª Timoteo 4:8 «porque el ejercicio físico aprovecha poco», defiende que no hay que prestar atención a nuestra parte física y que lo único que importa es lo que tiene que ver con
02 DE FEBRERO DE 2008 · 23:00

Un estudio reciente elaborado por hospitales de Barcelona, Granada, Basurto, Zaragoza y Málaga indica que la talla media de varones y hembras españoles de veinte años ha aumentado hasta equipararse con el resto de europeos, excepto holandeses y suecos que son unos centímetros más altos.
La población española ha aumentado su estatura en catorce centímetros durante el último siglo, de los cuales once desde los años sesenta. Las causas son la mejora en las condiciones alimenticias y la salud en general. Cuidar implica mejorar.
Hay muchas formas de castigar el cuerpo, sin ir más lejos una mala manera de alimentarse y el sedentarismo que amenazan a jóvenes y no tan jóvenes con la obesidad. No benefician para nada a nuestro organismo el consumo incontrolado de alcohol, las drogas, el tabaco y los desordenes en el descanso. Ningún exceso es beneficioso aunque se trate de algo tan extendido y aceptado en nuestra sociedad como la adicción al trabajo. Castigar es estropear.
En pocos días ha saltado a los medios de comunicación el fallecimiento de tres mujeres como resultado de complicaciones en operaciones de cirugía estética.
Al margen de que se puedan contabilizar, o no, en el porcentaje normal de riesgo en este tipo de operaciones tales muertes forman parte del peaje que pagamos por el culto al cuerpo —“No me siento a gusto con mi cuerpo”—. Si eliminaran de los gimnasios todos los aparatos pero dejaran los espejos muchos no se darían cuenta del cambio pendientes de la admiración de su cuerpo en sucesivas posturas y contorsiones.
Rendir culto es esclavitud.
No podemos descuidar el cuerpo sin pagar las consecuencias ni castigarlo sin que nos pase una factura amarga en un plazo siempre corto. El culto al cuerpo da muchas sorpresas desagradables.
Sólo queda la alternativa de cuidarlo adecuada y racionalmente para que nos acompañe toda la vida en el mejor estado posible.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cartas de un Amigo - Cuidar sin rendir culto
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