De virtudes y virtuosos
“Las acciones adecuadas hechas por la razón errónea” no sirven de nada, decía C. S. Lewis. Aunque, en realidad, siempre tratamos de justificarnos con lo que hacemos.
24 DE AGOSTO DE 2023 · 15:50
Hace poco que ha llegado a España, de la mano de Filmin, The Virtues, la miniserie británica que dirige Shane Meadows, director de This is England, y que co-escribe junto a Jack Thorne (Skins, Wonder, Enola Homes), y que para algunos críticos contiene “los mejores 20 minutos de la historia de la televisión”.
Con un cartel compuesto entre nombres ingleses y norirlandeses, y que encabeza Stephen Graham (Al Capone enBoardwalk Empire; también conocido por This is England o Hierve) uno de los actores de moda en Reino Unido, esta producción emitida por primera vez en el canal 4 de la BBC no pasa desapercibida.
Este breve pero intenso drama de carácter familiar va mucho más allá de una situación específica y tiene la capacidad de adquirir una comprensión universal en el imaginario de cualquier espectador. La combinación de imágenes normales con otros planos editados para presentar apariencia “retro” evocan una memoria por la que todos transitamos, unas veces pasando rápido por la superficie, y otras excavando lo inexplorado a pesar de nuestros temores.
Todo ello da paso, al final, a una reflexión sobre el perdón y el hecho de no poder perdonar; el amor expresado de formas que resultan poco amorosas y un sinfín de prejuicios y reproches con el propio ego.
Recuerdos
Meadows recurre al elemento de los recuerdos para explicar una situación actual en su protagonista. Aunque parezca algo ya demasiado visto, la técnica con la que lo hace, intercalando imágenes que han sido tratadas para aparentar otra época y formato de grabación, resulta peculiar. El director británico construye así todo su personaje, entre la visión que quiere transmitir de la actualidad y el niño que era.
Aunque otros lo han hecho a veces, acaba resultando fácil disociar a ambos personajes, de manera que cuesta relacionar al niño del pasado con el adulto del presente. Sin embargo, Meadows consigue elaborar una simbiosis entre ambos por la forma y los momentos en los que intercala los diferentes tipos de imágenes. De manera que ver al niño es ver al hombre, y sus problemas en la actualidad son lo que comenzaban a ser en el pasado.
The Virtues rehúye del sentimentalismo fácil de muchos dramas que se publican hoy en las plataformas de streaming. Es una historia que no pretende ser más de lo que es, y eso la hace creíble, honesta y cercana a un público (me aventuro a decir) en el que nadie estamos exentos de ese ocasional sentimiento de pesadez que arrastra en sí la vida.
De hecho, el tratamiento que Meadows hace de esa realidad es uno de los elementos clave de la serie. Al final, no todo el mundo podrá identificarse con una persona que tiene problemas con el alcohol, pero cualquiera sí puede identificarse con alguien que ha tratado de vivir mejor su vida, especialmente sus errores, y que arrastra el peso de verse una y otra vez fracasando.
Eso que llamamos virtud
Meadows trabaja también con el concepto de “virtud” y lo vincula a la comprensión religiosa más habitual en el catolicismo romano de occidente (de hecho, la “t” del título de la serie que aparece en la careta al principio es un crucifijo con un Cristo). Esa idea de virtud evoca la esencia de lo bueno, aunque al final se refiere simplemente al buen hacer. Virtuoso es hacer lo correcto, y punto.
En la serie, tanto el protagonista como el resto de personajes luchan (aunque sea indirectamente) contra esa concepción. Incluso quienes viven toda su vida “haciendo lo bueno”, acaban viéndose ante la realidad de un abismo desconcertante cuando fracasan o algo no sale como tenían previsto. En este marco, Meadows expone a su protagonista ante un más que complejo perdón, ligado a traumas infantiles, y a otro de los personajes a la realidad de afrontar esa carencia de afecto y amor que siempre ha experimentado por parte de su madre.
Y es que, aunque pensemos que en este universo de desafección y en este mecanismo de acciones que trata el bien como si fuera simple cuestión de engranajes, no podemos vivir lo que no somos. Por eso escribía C. S. Lewis que “las acciones adecuadas hechas por la razón errónea no nos ayudan a edificar la cualidad interna o el carácter llamado ‘virtud’, y es esta cualidad lo que realmente importa”. “Quizá pensamos que Dios simplemente quiere obediencia a un conjunto de normas. Sin embargo quiere a un tipo particular de personas”, añadía el escritor.
En el Evangelio de Lucas (18:9-14), Jesús alude a una pequeña historia en la que dos hombres se presentan a orar en el templo. Uno da gracias por no ser lo que creía que no era, es decir, un pecador. Otro, reconocía simplemente lo que era, pero confiaba en la gracia, la misericordia y el poder de Dios para aceptarlo tal y como era.
Es difícil encontrar a alguien virtuoso por sí mismo. Más bien, imposible. Nuestra virtud se aferra únicamente areconocernos en nuestra caída como aquellos que no han sido abandonados para siempre por Dios, que ha enviado al Hijo para rescatarnos. Reconocernos como aquellos que han sido llamados a la vida eterna en Cristo a pesar de la extraña sensación de pesar que acompaña a esta en todo momento.
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