Logan Roy y la resurrección
Como para el ficticio magnate de la comunicación, la muerte sigue representando para muchos nada más que una sospecha imposible.
06 DE ABRIL DE 2023 · 20:00
La plataforma HBO acaba de lanzar la cuarta temporada de una de sus series de más éxito en los últimos años. Desde finales de este mes de marzo, y continuando con su política de un episodio a la semana, Succession ha vuelto a las pantallas de millones de hogares.
La saga, que narra la historia de desencuentros y pujas internas en la multimillonaria y polémica familia Roy, es para muchas voces del ámbito cinematográfico una obra maestra contemporánea de las series de televisión. Su fama respalda la idea. Tan conocida a llegado a ser la producción creada por Jesse Armstrong que hasta han introducido una breve parodia suya en uno de los últimos episodios de Los Simpson.
Comenzando desde lo dejaron en la tercera temporada, hace ya dos años, la serie retoma el transcurso de las disputas entre el patriarca de la familia, Logan Roy, y los hijos, por el control del patrimonio empresarial, más que una simple herencia monetaria. El regreso de Succession, no obstante, se produce con una profundidad de guion que no deja indiferente.
Cuestión de poder
El universo de la familia Roy en Succession es un inframundo de disputas y tensiones constantes por el poder. Ni siquiera las alianza que se establecen entre los diferentes miembros, que van variando con el desarrollo de la historia, transmiten sensación de seguridad.
Esta nueva temporada incluye en su segundo episodio un retrato perfecto de lo primordial que resulta el elemento de poder para los Roy, con una escena en un karaoke que para muchos ya es icónica de la serie. En palabras del propio Armstrong, se trata básicamente de “intentar persuadir gente que tiene algo de ventaja sobre ti”. Y luego habla de Logan, el viejo Roy, que hasta ahora nos tenía acostumbrados a permitirse el lujo de no tener que medir sus palabras.
“La razón por la que Logan es más locuaz en esa escena es, a mi parecer, por simple poder. Esta es una posición inusual para él en la que los hijos tienen poder sobre él, por lo que necesita echar, ya sabes, vinagre y miel, si quiere atrapar a estas moscas”, dice Armstrong.
La ambición desmedida es algo que impide disimular las intenciones verdaderas a largo plazo. Si a eso se le suma que la mecha de Logan es especialmente corta, no es de extrañar que la escena acabe con el patriarca de los Roy diciéndole a sus hijos que los quiere, pero que no son “gente seria”.
En la familia Roy, todo ha quedado por debajo del objetivo principal de hacerse con el poder del conglomerado y de las estructuras empresariales. Por eso, la pataleta de Logan en su cumpleaños no simplemente nos habla de una herida emocional y de una falta de cariño, que son innegables, sino sobre todo de la frustración que le produce la insubordinación de sus hijos. “Sus hijos le causan dolor, pero no puede expresarlo porque no quiere […] Logan es responsable del conglomerado empresarial que ha creado. Incluso aunque se ha vuelto ligeramente monstruoso, piensa que puede controlarlo”, explica Brian Cox, el actor escocés que interpreta a Logan.
¡Cuántas veces nuestro amor se ve enfriado y disuelto en la sopa de las ambiciones de la que nos emborrachamos constantemente! La serie refleja que esta es una realidad común a todos. No es necesario poseer un conglomerado empresarial para ser presa del riesgo que implica una vida basada en la estratagema antes que en el amor.
Lo imposible de la muerte
Logan es el claro protagonista al inicio de la cuarta temporada. Es el hombre que piensa en solitario y calla en lo público. Por eso, su guion deja auténticas perlas. Además de la conversación con sus hijos, en el primer episodio se enfrenta con la soledad en su propio cumpleaños y trata de distraerse yendo a cenar a una hamburguesería con su leal chófer. En esa escena, nos dejará una de las reflexiones más valiosos de toda la serie.
Logan le dice a su chófer: “¿Crees que hay algo después de todo esto? Más allá. Yo no lo creo. Creo que esto es todo, ¿verdad? No lo sabemos. No podemos saberlo. Pero tengo mis sospechas. Tengo mis puñeteras sospechas”.
Esta maravilla de guion nos muestra al poderoso vulnerable ante la idea de la muerte. Lo curioso es que recoge el pensamiento de buena parte de la sociedad. O la muerte es el final de todo, o simplemente no podemos saber si hay algo más y, por lo tanto, podemos esperar que se nos trate como a ingenuos desconocidos.
Sin embargo, no es hasta su soledad que Logan se pregunta qué hay después de la muerte y si esta vida lo es todo. ¿Por que el abismo y la soledad se relacionan? ¿Por qué parece que el hecho de sentirnos solos puede darnos una perspectiva más profunda del sentido de la vida? El chófer de Logan calla, y él sigue mirando la carta. ¡Qué desolación!
Me pregunto si el impedimento que tienen muchos con la idea de la resurrección tiene que ver precisamente con la vida y esa noción de que, a pesar de todo lo que podamos decir y hacer, es lo más valioso que tenemos. Lo cierto es que en el mundo de los teóricos, no hay respuesta que pueda calmar el dolor que un ser como Logan Roy muestra el día de su cumpleaños en un restaurante de platos combinados.
“Es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:53). Pablo no presenta la idea de la resurrección como algo dualista, y quizá eso es lo que muchos no entienden, porque no pueden imaginar que nada de lo que haya aquí siga después de la muerte. Sin embargo, el apóstol habla de un cuerpo (físico) glorificado, y podríamos también considerar una exégesis de la idea de la “nueva creación” como algo no únicamente espiritual, sino también físico. Una de las razones por las que Jesús sigue siendo “piedra de tropiezo” para muchos, como le pasa al ficticio pero realista Logan Roy, no es solo porque sea el Hijo de Dios encarnado en un ser humano, sino ha muerto y ha resucitado con un cuerpo físico, según anuncia el evangelio, y vive eternamente en ese cuerpo físico glorificado como “las primicias” (1 Corintios 15:23) de todos los que han de resucitar.
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