¿Qué pueden aprender los cristianos occidentales de las iglesias del resto del mundo? (I)

Hacia 1980 el centro de gravedad de la Iglesia se había desplazado de Occidente al Mundo Mayoritario. Con este cambio, algunas de las fortalezas y debilidades relativas al cristianismo occidental se han vuelto cada vez más claras. Por Hwa Yung.

  · Traducido por Rosa Gubianas

05 DE OCTUBRE DE 2023 · 10:00

El edifico de una iglesia en Malasia. / <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@trrallinone">T RR,</a> Unsplash.,
El edifico de una iglesia en Malasia. / T RR, Unsplash.

El título de este artículo no habría sido una pregunta si se hubiera planteado a mediados del siglo XX. Las iglesias de los países no occidentales o del Mundo Mayoritario (MW)i seguían estando bajo la tutela de Occidente.

El gran temor en África entonces era que el final de la era colonial llevara al islam a extenderse por todo el continente. La Iglesia china, en apuros, acababa de entrar en la hora más oscura de su historia moderna. En el sur de Asia, los cristianos eran una minoría diminuta y a menudo despreciada en medio de cientos de millones de hindúes y musulmanes. Sin embargo, en sólo 70 años, se ha producido un cambio masivo y alrededor de dos tercios de la iglesia mundial viven ahora en el MW.

Aun así, el título de este artículo sigue pareciendo hoy presuntuoso a muchos por varias razones. En primer lugar, los centros teológicos de poder se encuentran en gran medida en Occidente, a donde peregrinan multitud de estudiantes del MW para obtener su doctorado. Aunque ahora hay excelentes seminarios en el MW, en términos de profesorado, recursos financieros y bibliotecarios y poder de atracción, no están a la altura de las instituciones occidentales.

En cuanto a la teología, las formas de pensar y de hacer iglesia y misión, muchas iglesias del Mundo Mayoritario siguen adoptando modelos y respuestas occidentales de forma acrítica.

Además, lamentablemente muchas iglesias del MW siguen funcionando como apéndices y extensiones de las iglesias de Occidente, consciente o inconscientemente. Los sistemas organizativos y financieros pueden ser independientes. Pero en términos de teología, formas de pensar y de hacer iglesia y misión, siguen adoptando modelos y respuestas occidentales de forma acrítica. El problema no se debe únicamente a que muchas iglesias del MW hayan nacido de misiones o movimientos occidentales con muchos líderes formados en metodología y teología de Occidente sino que también se debe a que, globalmente, el dominio político y cultural de los países occidentales ha sido muy abrumador a lo largo del siglo XX. Estos factores se han combinado para impedir que muchos cristianos del MW articulen interpretaciones y narrativas alternativas de su fe que estén firmemente arraigadas en las Escrituras por un lado y que por el otro sean culturalmente sensibles y contextualmente relevantes.

Sin embargo, el hecho es que hacia 1980 el centro de gravedad de la Iglesia se había desplazado de Occidente al MW. Con este cambio, algunas de las fortalezas y debilidades concernientes al cristianismo occidental frente al del MW se han hecho cada vez más evidentes.

Con este telón de fondo, ofrezco este análisis como compañero de peregrinación y aprendizaje, porque el cristianismo en el MW todavía se enfrenta a multitud de retos. Al mismo tiempo, creo que al menos en seis áreas la Iglesia occidental puede aprender algo del cristianismo del MW.

1. Recuperar la dimensión sobrenatural

Al referirse al avance del Evangelio en su obra, Pablo habla de “lo que Cristo ha realizado por medio de mí para la obediencia de los gentiles, de palabra y de obra, con el poder de las señales y los prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” (Rom 15:18s).

En los últimos cien años, más o menos, el rápido crecimiento de las iglesias en el Mundo Mayoritario ha sido impulsado en gran medida por las mismas “señales y prodigios” de las que habla Pablo. Estos incluyen la liberación de los poderes demoníacos y de la curación, de los milagros y las profecías, de los sueños y las visiones y similares. Hay que subrayar que esto no se debe a la influencia del pentecostalismo estadounidense de Azusa Street, que ha hecho incursiones en el MW. En muchos casos se trataba simplemente de creyentes autóctonos que tomaban la Biblia en serio y actuaban según sus enseñanzas, o del Espíritu Santo que venía en un avivamiento y manifestaba su impresionante poder a la iglesia.

Un examen exhaustivo y cuidadoso de los registros lo confirmará una y otra vez como han demostrado estudiosos como Philip Jenkins.ii Este es el caso del crecimiento de muchas iglesias de base en el subcontinente indio, el crecimiento del cristianismo en África, los avances entre los grupos tribales en todo el Mundo Mayoritario, el renacimiento chino en los últimos 60 años, los avances históricamente sin precedentes y en curso entre los pueblos musulmanes en todo el mundo islámico de hoy y así sucesivamente.

El rápido crecimiento de las iglesias en el Mundo Mayoritario ha sido impulsado en gran medida por los mismos “signos y prodigios” de los que habla Pablo.

Un ejemplo muy interesante es el poderoso ministerio de sanación del pastor presbiteriano coreano Kim Ik Du (1884-1950) en la década de 1920. La postura oficial de la Iglesia Presbiteriana entonces era que “en la era actual, la autoridad para hacer milagros está suspendida”, una postura cesacionista presumiblemente enseñada por los misioneros estadounidenses. Pero el impacto del ministerio de sanación de Kim fue tal que provocó un cambio fundamental en la forma de pensar y el reconocimiento dentro de la iglesia de que Dios sigue obrando milagros en la era actual.iii

En contraste directo, un observador de las iglesias emergentes de Brasil dijo: “La mayoría de los presbiterianos tienen un Dios tan grande, que ni siquiera pueden hablar con él abiertamente porque está lejos. Los grupos pentecostales tienen el tipo de Dios que resolverá mis problemas hoy y mañana”.iv

Bajo la influencia de la Ilustración, el Cristianismo Occidental de la era moderna ha rechazado lo sobrenatural como superstición anticuada, al igual que los liberales, o bien ha tratado lo milagroso como algo que sucedió en el pasado pero que ya no ocurre en la actualidad.

En consecuencia, gran parte de la Iglesia occidental no ha abordado adecuadamente todo este tema. Ha cegado a la Iglesia ante el poder del Espíritu Santo y sus señales y prodigios, así como ante la realidad de la actividad demoníaca en el mundo actual. El resultado, como lo describe el profesor Charles Kraft, es que “el cristianismo de la Ilustración es ineficaz”.v

Aquí radica uno de los principales defectos del cristianismo occidental: su cautiverio por una visión antisobrenaturalista de la Ilustración. ¿Podría ser esta ceguera ante el reino espiritual una razón clave para el declive del cristianismo occidental, especialmente en un momento en que las prácticas ocultas de todo tipo, incluyendo la adoración a Satanás, están proliferando en todo Occidente?

2. Misionología gerencial frente a la dependencia del Espíritu

El teólogo latinoamericano Samuel Escobar ha criticado una tendencia dentro de la misionología evangélica de finales del siglo XX, asociada especialmente con la Escuela de Crecimiento de la Iglesia y movimientos como AD2000 and Beyond. Escobar la denomina “misionología gerencial” y la describe como “un esfuerzo por reducir la misión cristiana a una empresa manejable”.vi

Para ello, se simplifica la realidad en una imagen comprensible: “La acción misionera se reduce así a una tarea lineal que se despliega en pasos lógicos a seguir en un proceso de gestión por objetivos”.vii Así, por ejemplo, los objetivos de la misión se cuantifican por el número de conversos ganados o de iglesias plantadas, y se establecen planes estratégicos para lograr los resultados deseados. Todo el ejercicio se basa en enfoques seculares de planificación estratégica, construidos sobre el método científico que produjo nuestra era tecnológica. Dicho crudamente, en principio, no difiere del modelo de cadena de montaje de la fabricación moderna.

Me gustaría sugerir que la crítica de Escobar a la misionología empresarial forma parte de un problema mucho más amplio de la Iglesia moderna. ¿No es cierto que gran parte de nuestro pensamiento ha sucumbido al enfoque científico-tecnológico de la modernidad para hacer iglesia y misión?

¿Pueden el ministerio y la misión llevarse a cabo principalmente mediante técnicas de gestión sólidas y una buena planificación estratégica?

¿No suponemos la mayoría de nosotros que, con sólo disponer de recursos suficientes, como personal debidamente formado, dinero, una planificación estratégica adecuada y una buena gestión, la iglesia crecerá invariablemente y nuestros objetivos de misión podrán alcanzarse sin falta dentro de nuestro marco temporal humano? En otras palabras, el ministerio y la misión pueden realizarse principalmente mediante técnicas de gestión sólidas y una buena planificación estratégica, de una manera que no difiere de otras empresas humanas, ¡como la venta de Coca-Cola! En última instancia, hay dos grandes problemas con este enfoque.

La primera es que reducir nuestros objetivos de misión principalmente a medidas cuantitativas de cuántos conversos se hacen y cuántas iglesias se plantan se queda muy lejos del mandato de Cristo de “hacer discípulos”. Como dice un escritor: “Cuando apuntamos sólo a lo que podemos medir, ignoramos los objetivos más importantes del carácter, el discipulado y la santidad, que no podemos predecir ni cuantificar sin caer en el legalismo... Las iglesias tibias son el resultado de esta mentalidad de cadena de montaje”.viii

El segundo problema es que tanto el Nuevo Testamento como la historia de la Iglesia han demostrado una y otra vez que el Evangelio nunca avanza por el mero esfuerzo humano.

Más bien, lo que encontramos es que los avivamientos y los grandes avances de la Iglesia son invariablemente el resultado de dos poderosas fuerzas entrelazadas en acción. En el lado divino, vemos la iniciativa y el poder del Espíritu Santo, y en el lado humano, encontramos factores menos tangibles como la santidad radical, la oración imperante, la obediencia y el sacrificio. Estos, y no la gestión humana y la planificación estratégica, son fundamentales. “El viento sopla donde quiere... Así sucede con todo el que ha nacido del Espíritu” (Juan 3:8).

En los últimos cien años, vemos esto repetidamente en los avances misioneros en el MW, por ejemplo, los ministerios de africanos como el Profeta Harris y Simón Kimbangu a principios del siglo XX y el fenomenal crecimiento del pentecostalismo en América Latina en las últimas décadas. Uno de los mejores ejemplos en Asia es el actual avivamiento chino. El evangelista y renovador chino más notable de la primera mitad del siglo XX fue John Sung, un brillante doctor formado en Estados Unidos. A su regreso a China en 1927, descubrió que las iglesias protestantes crecían lentamente a pesar de los grandes y sacrificados esfuerzos de los misioneros. Mientras oraba, Dios le reveló el meollo del problema. Las misiones occidentales habían traído miles de misioneros y mucho dinero, y habían construido muchos de los mejores orfanatos, hospitales, escuelas y universidades de China. Y tanto los líderes occidentales como los chinos dependían de estos recursos humanos y no del Espíritu Santo para crecer. Poco antes de su muerte en 1944, John Sung reveló que Dios le había mostrado que un gran avivamiento estaba llegando a China. Pero primero, todos los misioneros debían irse.ixComo predijo, poco después de su muerte, todos los misioneros tuvieron que abandonar China con la toma del poder por los comunistas en 1949. Todo lo que habían traído las misiones occidentales fue confiscado por un gobierno hostil. Y entonces, bajo una intensa persecución y sin nada más que Dios, llegó el avivamiento.x Como suele decirse, el resto es historia.xi

Lamentablemente, muchos en las iglesias del MW no han aprendido bien esta lección vital. Por el contrario, la tendencia de muchos de nosotros es inspirarnos en enfoques occidentales basados en el pensamiento misionológico gerencial, modelado y enseñado por nuestros maestros occidentales, sin reflexionar críticamente sobre ellos a la luz de la enseñanza bíblica y la guía del Espíritu. Pensemos, por ejemplo, en los cerca de dos mil planes elaborados por el grupo AD2000 and Beyond para completar la evangelización del mundo para esa fecha. Los recursos humanos, la buena gestión y la planificación estratégica ocupan el lugar que les corresponde en el ministerio y la misión de la Iglesia.

3. Confianza en el Evangelio de Cristo como Buena Noticia

Hoy en día, muchos occidentales consideran que el cristianismo es anticuado, arcaico e irrelevante. La Buena Nueva se ha convertido en Mala Nueva. Esto ha contribuido al declive y a la pérdida de vitalidad del cristianismo occidental. Esta pérdida se debe también, en parte, a la debilidad espiritual y moral interna de la Iglesia. Desgraciadamente, esto se ha agravado aún más con las revelaciones de abusos sexuales generalizados en la Iglesia católica e informes similares de escándalos sexuales y financieros y abusos de poder en los que están implicados pastores de megaiglesias y evangelistas de televisión.

Pero la pérdida de vitalidad es también el resultado de las presiones que ejerce sobre las iglesias de Occidente un secularismo cada vez más militante, arraigado en la modernidad y la posmodernidad. En gran parte de la vida pública de Occidente prevalece una hostilidad, tanto sutil como abierta, hacia cualquier punto de vista cristiano. Si, por ejemplo, un líder cristiano defiende públicamente una perspectiva bíblica en contra de la agenda LGTBIQ+, es casi seguro que los medios de comunicación nacionales caerán duramente sobre él. En Europa, uno de los ejemplos más claros de esta hostilidad pública hacia el cristianismo se vio en el debate sobre la nueva Constitución de la UE en 2004. La polémica giraba en torno a si el cristianismo debía citarse como una de las fuentes de la civilización europea. Muchos intelectuales y académicos argumentaron en contra porque consideraban que el cristianismo no sólo era irrelevante para la vida pública sino un obstáculo para la evolución de una Europa laica.xii En contra de toda evidencia histórica, los laicistas militantes de una Europa postcristiana parecían empeñados en negar que el cristianismo hiciera alguna contribución significativa al bienestar de la sociedad europea.

Todo ello ha contribuido a una pérdida de confianza en el Evangelio como “poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (Rom 1:16) dentro de la Iglesia occidental. Esto se ve más claramente en el ala liberal de la iglesia, que básicamente ha abandonado las misiones alegando que es imperialismo religioso y destruye la cultura del converso. Además, el cristianismo liberal afirma el pluralismo religioso en contraste con la unicidad de Cristo y defiende el rechazo de la ética bíblica, especialmente en relación con el aborto, el matrimonio y el divorcio, y las cuestiones LGTBIQ+.

Pero para que el Evangelio avance, en última instancia nuestra dependencia tiene que ser de Dios y sólo de Él. ¿Cómo puede esta verdad remodelar e impulsar nuestro ministerio y misión en los próximos años?

Pero esta pérdida de confianza en el Evangelio y en los rasgos distintivos y la autoridad final de la Biblia está empezando a observarse incluso entre quienes se identifican como evangélicos. Por ejemplo, algunos evangélicos occidentales no están dispuestos a adoptar una postura firme sobre la posición bíblica en cuestiones LGBT+. Pero el problema es más profundo. Muchos evangélicos occidentales son reacios a aceptar las claras enseñanzas de la Biblia sobre el divorcio y las segundas nupcias y sin embargo quieren afirmar la autoridad bíblica en la cuestión del mismo sexo. Pero está claro que es una batalla perdida. No se puede transigir en un aspecto de la enseñanza bíblica y trazar la línea en otro.

Esta pérdida de confianza en el Evangelio, no obstante, no es compartida por la mayoría de los cristianos del MW. Para empezar, en muchas sociedades y culturas de África, Asia, América Latina, Oriente Medio y Norte de África, el encuentro con Cristo es reciente y la experiencia de su eficacia y poder es nueva y liberadora. En la propia Asia, pensemos en las decenas de millones de personas que han sido liberadas del miedo ancestral y de la esclavitud a los poderes demoníacos y a los espíritus malignos. Pensemos en los millones de dalits de la India que han salido de la opresión cultural y sociopolítica tras miles de años de existencia como subclase infrahumana. O pensemos en muchos intelectuales de China, tanto cristianos como no cristianos, que ven en la historia pruebas claras de que el Evangelio de Cristo ofrece la única base adecuada para construir una nueva sociedad basada en la auténtica libertad, democracia, justicia y equidad.xiii Aunque esta postura ha sido rechazada por la mayoría de los laicistas, ha sido defendida por muchos pensadores cristianos. Además, como señala un observador: “Muchos intelectuales conservadores confiesan ahora abiertamente que el cristianismo es esencial para la supervivencia de la civilización occidental, pero sencillamente no se atreven a creer que el cristianismo sea verdadero”.xiv Un ejemplo notable es Tom Holland, un intelectual público británico, que ha argumentado en sus últimos escritos que gran parte de lo que es bueno y noble en la cultura occidental debe sus raíces al cristianismo. Escribiendo como cristiano no practicante, concluye un reciente artículo en The New Statesman de la siguiente manera: “En mi moral y mi ética, he aprendido a aceptar que no soy griego ni romano en absoluto sino completa y orgullosamente cristiano”.xv

El segundo punto a destacar es que las creencias moldeadas por la modernidad y la postmodernidad que subyacen en el secularismo militante en Occidente hoy en día no son compartidas por las culturas y sociedades del MW, simplemente porque no son hijos de la Ilustración. Ciertamente, gran parte del MW se ha visto afectado por el impacto superficial del secularismo a través de la globalización. Pero pocas sociedades del MW comparten la idea moderna de que sólo hay verdad en la lógica y la ciencia, pero no en la religión y la ética, o la visión posmoderna de que no existe la verdad porque todo es una cuestión de perspectiva. Siendo así, la modernidad y la posmodernidad deben ser reconocidas como lo que son, no conceptos universalmente verdaderos, válidos y aplicables en todas partes, sino cosmovisiones estrechamente contextuales operativas sólo en Occidente y en un momento concreto de la historia. ¿Por qué entonces los cristianos occidentales deberían sentir temor y mostrarles el respeto que les otorga un laicismo militante?

Muchos cristianos del MW se sienten impulsados por la visión de un mundo nuevo fundado en el Evangelio de Cristo, que encierra promesas para ahora y para la eternidad. Están convencidos y entusiasmados por el poder salvador del Evangelio. Lo encuentran racionalmente coherente e intuitivamente verdadero y satisfactorio. Y, sobre todo, han comprobado empíricamente que su poder transforma vidas y comunidades. O, en palabras de Julia Garschagen, los cristianos del MW encuentran el Evangelio “emocionalmente satisfactorio, intelectualmente inspirador y moralmente bueno y bello”.xvi Creo que esta sensación de frescura y confianza en el Evangelio debería servir de estímulo y fortaleza a muchos cristianos de Occidente seriamente comprometidos con la verdad y la autoridad bíblicas, pero que luchan contra un secularismo poderoso y militante que amenaza con abrumar a la Iglesia.

(La segunda parte de este artículo se publicará próximamente)

 

Hwa Yung, obispo emérito de la Iglesia Metodista de Malasia.

Este artículo se basa en una presentación realizada en el Foro Europeo de Líderes 2023 en Wisla, Polonia. Publicado con permiso del Foro de Líderes Cristianos (FOCL).

 

Notas

i Se prefiere el término "Mundo Mayoritario" a "Sur Global" simplemente porque gran parte del mundo no occidental no está en el sur, especialmente Asia Central y Oriental.

ii El libro más conocido de Philip Jenkins es probablemente The Next Christendom: The Coming of Global Christianity [La próxima cristiandad: El advenimiento del cristianismo mundial], 3ª ed. (Oxford y Nueva York: Oxford University Press, 2011). 

iii Jun Kim, A Historical and Theological Investigation of the Healing Movement in Korea: With Special Reference to Ik-du Kim, Seongbong Lee, and Yong-gi Cho [Una investigación histórica y teológica del movimiento de curación en Corea: Con especial referencia a Ik-du Kim, Seongbong Lee y Yong-gi Cho] (tesis doctoral, Middlesex University, Londres, y Oxford Centre for Mission Studies, Oxford, 2021), 77-78.

iv Citado en Jenkins, The Next Christendom, 98.

v Charles Kraft, Christianity with Power: Your Worldview and Your Experience of the Supernatural [Cristianismo con poder: su visión del mundo y su experiencia de lo sobrenatural] (Ann Arbor, MI: Servant Books, 1989), 37-49.)

vi Samuel Escobar, "Misionología gerencial", en Dictionary of Mission Theology: Evangelical Foundations, [Diccionario de Teología de la Misión: Fundamentos Evangélicos,] eds., John Corrie, et. al. (Nottingham: Intervarsity Press, 2007), 216-218.

vii Escobar, "Misionología gerencial", 216.

viii Jim Plueddemann, "SIM's Agenda for a Gracious Revolution", International Bulletin of Missionary Research, Vol 23[Boletín Internacional de Investigación Misionera, Vol 23] (1999), 156-160.

ix William E. Schubert, I Remember John Sung [Recuerdo a John Sung] (Singapur: Far Eastern Bible College Press, 1976), 65-6. Véase también John Sung, The Diary of John Sung-Extracts from His Journals and Notes, [El Diario de John Sung - Extractos de sus diarios y notas] compilado por Levi (Singapur: Genesis Books, 2012), 79, 197-8, 210, 231, 369 y 383.

x Es imposible decir cuándo comenzó el avivamiento. Lo mejor que se puede decir es que nació silenciosamente bajo persecuciones durante los años 50 y 60, y cobró impulso y se dio a conocer públicamente en los años 70.

xi Es pertinente señalar que muchas de las iglesias tradicionales más antiguas del sur de Asia, que se beneficiaron de la abundante provisión de recursos financieros y materiales de las misiones occidentales en el mismo período, no son conocidas por su crecimiento en la actualidad. Además, estas iglesias se ven a menudo atascadas por disputas legales sobre sus vastas propiedades heredadas de las misiones.

[12] George Weigel, The Cube and the Cathedral: Europe, America, and Politics without God [El cubo y la catedral] Europa, América y la política sin Dios (Nueva York: Basic Books, 2005), espa.54-68.

[13] Por ejemplo, véase Samuel Ling y Stacey Bieler, eds., Chinese Intellectuals and the Gospel [Los intelectuales chinos y el Evangelio] (San Gabriel, CA: China Horizon, 1999); David Aikman, Jesus in Christianity Beijing: How Is Transforming China and Changing the Global Balance of Power [Jesús en Pekín: Cómo el cristianismo está transformando China y cambiando el equilibrio de poder mundial] (Washington, D.C.: Regnery Publishing, 2003, 5

xii14 Jonathan van Maren, “Malcolm Muggeridg, Lifelong Seeker,” The European Conservative (Jan 28, 2023).

xiii15 Tom Holland, "Why I was wrong about Christianity", The New Statesman (14 sep 2016); véase también su Dominion: The Making of the Western Mind (Nueva York, NY: Little, Brown & Co, 2019).

[16] Julia Garschagen “Como la buena noticia de Jesús se convirtió en mala noticia", Foro Europeo de Liderazgo, 20-24 de mayo de 2023. 

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