Pájaros y melancolía
En este libro, Stuart Park se ocupa de la impronta que la Biblia ha dejado en la obra poética del gran escritor abulense José Jiménez Lozano, con una especial mención a algunos de los versos dedicados a las aves.
02 DE MAYO DE 2025 · 13:05

El pasado 5 de marzo se presentaba en el Aula Triste del Palacio de Santa Cruz, en Valladolid, el último libro de Stuart Park titulado Pájaros y Melancolía. Magníficamente editado por la Fundación Jorge Guillén, es el volumen 12 de la colección Cátedra. Guillén, el poeta vallisoletano de la generación del 27, autor del gran Cántico que incluye esta línea: “todo en el aire es pájaro”.
Pájaros y Melancolía se ocupa de la impronta que la Biblia ha dejado en la obra poética del gran escritor abulense José Jiménez Lozano, con una especial mención a algunos de los versos dedicados a las aves. No es esta la primera aproximación de Stuart Park a esa señalada poesía de Don José, como le llama Stuart a Jiménez Lozano, pues en 2009 escribió Las Hijas del Canto, sobre sus composiciones de pájaros. Otro gran poeta José Corredor Matheos, nacido en Alcázar de San Juan, Premio Nacional de Poesía en 2005, y afincado en Barcelona, escribe asimismo sobre las aves:
Los pájaros no vuelan porque sí,
te hacen cantar a ti,
para que veas
como cantar
te hace revivir.
Y lo has de celebrar.
Todo te hace hoy
cantar para vivir,
como si siempre fuera así.
Sabes que no lo es.
Y que vivimos siempre
al borde del abismo
pero no ha de importarnos.
Park y Jiménez, que falleció en el 2020 con ochenta y nueve años, compartían un mismo amor e interés por las Sagradas Escrituras y por esas criaturas aladas que surcan incesantemente nuestros cielos. Stuart Park entabló una honda amistad con el que fuera premio Cervantes en 2002. Fruto de la misma es igualmente el precioso libro titulado El viaje a Oxford que nunca tuvo lugar en el que los dos autores conversan sobre temas de interés común y en los que abundan referencias a la Biblia y a la literatura.
En la presentación de Pájaros y Melancolía el filósofo vallisoletano Reyes Mate señaló que este libro es “una sorprendente guía de lectura del autor castellano”, pero que “tiene entidad propia”. Me resultó muy curioso que Reyes Mate señale exactamente aquello que yo también encuentro en los libros de Stuart Park: “Con toda naturalidad te saca de tus afanes para ponerte en contacto con lo sensible de la naturaleza y el misterio que tras ella se esconde. Una escritura la suya que amansa y sosiega”.
Stuart Park, como gran conocedor de la Palabra de Dios, desvela que el estilo escueto y sencillo de los versos de Lozano responde a una característica esencial de los narradores y poetas de la Biblia: “Si la narrativa bíblica es altamente poética, la poesía bíblica es predominantemente narrativa y, por ello, al lector no le sorprenderá que los versos de Jiménez Lozano se puedan leer perfectamente como prosa, ya que su fuerza reside no en rimas u otros adornos retóricos, sino en sus ritmos y en sus ideas”. Francisco Javier Higuero alude al jansenismo de Jiménez Lozano como una posible explicación de su estilo literario: “una de las razones de la simpatía de Jiménez Lozano hacia el jansenismo, se debe a que los partidarios de este movimiento teológico odiaban la literatura … en su acepción de retórica … Según esto, toda forma literaria superflua es barroquismo, manierismo, retoricismo y vaciedad. Jiménez Lozano se atiene únicamente a la forma estética que es absolutamente inseparable de la realidad. De aquí que sea imprescindible tener en cuenta el contenido para examinar si se ha conseguido expresarlo con claridad fiel a lo que se quiere comunicar”. Los autores jansenistas por ejemplo, la figura del genial Blas Pascal, me recuerdan vívidamente el estilo de otro gran escritor francés, Juan Calvino. Confieso, asimismo, mi íntima predilección por el estilo poético de autores como Lozano y que encuentro también en nuestro gran Antonio Machado.
Pero nuestro premio Cervantes no solo escribe poesía con un cierto estilo bíblico. Otra parte de su obra literaria revela una asimilación del texto bíblico en el sentido de una recreación de las conmovedoras historias que nos traen las Escrituras. Así, tenemos, por ejemplo su Sara de Ur de 1989 o El viaje de Jonás de 2002. Lozano lamentaba profundamente que, en ese sentido, “en nuestras letras ... no hay una revivencia bíblica”. Reyes Mate lo explica así: “Sobre motivos religiosos hay mucha literatura; que transmitan el espíritu de la narración, pocas”. Nuestro premio Cervantes abre, pues, ese terreno tan inexplorado en nuestras letras.
Pero no es esta la única queja de nuestro escritor: “Pero mayor ausencia es, desde luego, la de la Biblia en el imaginario y la existencialidad de los propios escritores y de la literatura producida, lo que, desde luego, ha costado a la literatura española la condición de profundidad y universalidad. La tensión existencial de las historias bíblicas y su soberbio lenguaje, el encanto o la grandeza a veces trágica de sus personajes no han significado nada en nuestro ámbito literario, y, que no hay aquí un Paraíso Perdido, ni una obra tan radicalmente cómplice en el modo y en la palabra misma como la de Shakespeare con la Biblia del Rey Jaime, una obra como la de Racine o, por poner un ejemplo moderno … José y sus Hermanos de Thomas Mann … Y si de un biblismo temático pasamos a un biblismo como concepción del narrar, lo que hay que decir es que nada hay más alejado de nosotros … Y hay que añadir que en el período barroco … el a-biblismo se convierte prácticamente en miedo a la Biblia y este miedo se dobla luego al brotar en el país el luteranismo”. Y es que a Jiménez Lozano se le puede aplicar con propiedad lo que el mismo dice, en Buscando un amo y otras aprensiones, de una de las composiciones más famosas de Rembrandt: “Cuando Rembrandt hace el maravilloso grabado de su madre, leyendo la Biblia, nos la dibuja, mostrándonos verdaderamente, que ha sido, y sigue siendo, constituida por aquel libro. Está ya en su vejez extrema, y desaparecerá pronto; pero la que ella fue, y por lo que queda constituida, ahí está y habita en nosotros al mirar el cuadro”.
Pájaros y Melancolía contiene una cuidada selección de algunos poemas de José Jiménez Lozano. Stuart Park los comenta con una extraordinaria perspicacia y hondura. “Los poemas seleccionados aquí, que no representan la totalidad de los referidos a temas bíblicos, se centran en alusiones o referencias oblicuas que pueden escapársele al lector no muy familiarizado con la Biblia. Este hecho permite al poeta guardar en la intimidad (en sus adentros, como decía con frecuencia) su propia vividura espiritual”. Stuart Park usa aquí uno de los neologismos acuñado por Américo Castro, me refiero al vocablo vividura. Este gran pensador español es el último institucionalista (de la Institución Libre de Enseñanza en la que Américo Castro fue discípulo del enorme Francisco Giner de los Ríos) con el que Jiménez Lozano entabló una profunda amistad
La obra de Lozano muestra la impronta de Castro en muchas direcciones, en particular en cuanto al entendimiento de lo que ha sido España, y la importancia crucial de la libertad de conciencia. Es curioso constatar como la relación de Don José con Castro comenzó por Jorge Guillén, amigo de ambos, en cuya colección aparece ahora este libro. Como botón de muestra del saber hacer de Stuart Park leamos sus comentarios a uno de los poemas que más me gustan a mí también de Jiménez Lozano. De su libro Elogios y Celebraciones de 2005, se titula Emaús y alude al encuentro del Jesús Resucitado con dos de sus discípulos que se dirigían a esa aldea y que relata Lucas en el capítulo 24 de su Evangelio.
“Haces el camino de Emaús,
solo o acompañado, con frecuencia;
y ningún desconocido se unió al viaje,
nunca.
Más Emaús está aún lejos;
quizás más adelante ocurra”.
Stuart Park comenta así estos versos: “El Resucitado se acercó a los dos, perplejos y desmoralizados por los eventos de la crucifixión, de incógnito, y les explicó desde las Escrituras que era necesario que el Cristo padeciera para cumplir su plan de redención … El relato desvela, además, la estrategia hermenéutica de Jesús, la que Jiménez Lozano plantea en este hermoso poema, ya que el Maestro no se presentó a los dos directamente, sino a través de las Escrituras, fuente última del conocimiento de Cristo en el mundo… De todos los poemas de Don José es este el que quedó grabado en mi memoria desde la primera vez que lo leí. Revela todas las claves de su visión del mundo: la vida como un camino; la larga espera; la esperanza de un encuentro trascendental; la modestia que obliga a guardarse en intimidad la duda y la lucha; la clara confesión de que en el camino de Emaús se encuentra la clave del misterio de la vida”.
Tanto Stuart Park como Reyes Mate aluden al propósito que según Jiménez Lozano debía tener el arte literario o la palabra, que no es otro que el de “levantar o despertar vida”. Expresión también, curiosamente, tomada de la Biblia misma, como dice Lozano: “En 2ª Reyes 13.21, se cuenta que 'aconteció a unos sepultar un hombre, súbitamente vieron al ejército y arrojaron al hombre al sepulcro de Eliseo, y fue y tocó el muerto los huesos de Eliseo, y revivió y levantose sobre sus pies'. Y para no otra cosa se relata, ciertamente, sino para levantar vida de muerte, puesto que todo lo que ocurrió es pasado, y está muerto irremisiblemente. Esto es, para hacer que quienes oigan o lean sean arrastrados, como el muerto que tocó los huesos de Eliseo, a esta vida, y queden convertidos en sus contemporáneos. Y estas categorías son teológicas, como lo es la concepción del nombrar adámico, pero ofrecen la dimensión más profunda y más seria de lo que constituye el relatar, por encima del nivel estético mismo”. Y en otro texto escrito para la conferencia inaugural del ciclo de ponencias Cervantes en la encantadora localidad de Urueña, villa del libro, la Hay on Wye española, impartida en el 2016, Jiménez Lozano vuelve a usar esta expresión favorita suya para insistir en el hecho de que efectivamente la literatura otorga “un gozo y un dolor intransferible … en la recepción de la historia que escribimos o contamos … Cervantes es un escritor, y un escritor es muy poquita cosa, pero es el único que logra levantar vida con palabras, y ni el mismo sabe cómo ...”. La buena literatura añade a “la propia experiencia de la vida” señala nuevamente Francisco Javier Higuero. O, como le escuché decir en Argamasilla de Alba, al recientemente fallecido premio Nobel Mario Vargas Llosa sobre la narrativa: “contar es vivir más y mejor”.
Este despertar vida que tiene toda buena literatura, con palabras, apunta al evangelio mismo. Como dijo Jesús: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”, Juan 5.24,25. Cristo vino para darnos vida y vida en abundancia, Juan 10.10. Jesús sabe la razón por la que sus palabras levantan vida. Esto lo había experimentado Pedro, y por eso le dice al Señor Jesus: “ Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”, Juan 6.68. No hay, pues, palabras como las divinas, las de Cristo y que solo hallamos en las Sagradas Escrituras. Ellas pueden proporcionarnos vida eterna. Palabras divinas que gustó José Jiménez Lozano y que gusta Stuart Park, y que se ofrecen a todos para que, como el salmista, podamos afirmar: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”, Salmo 119.103.
Una vida eterna que, paradójicamente, nos viene solo por la muerte expiatoria de esa Palabra encarnada en la cruz del Calvario. Un pago suficiente por nuestro pecado y que hacemos nuestro por la sola fe en Cristo. Y es así como el Verbo encarnado de Dios nos levanta a una vida eterna que consiste en conocer al único Dios verdadero, y a Jesucristo a quién ha enviado, Juan 17.3. Y ¿quienes son los que gozarán de esa vida eterna? Según Jesús, los que han guardado la Palabra del Padre, Juan 17.6.
José Moreno Berrocal es el presidente del Grupo de Teología de la Alianza Evangélica Española.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Atisbos teológicos - Pájaros y melancolía