El reino de Saba

Generalmente es conocida en las culturas judeocristiana e islámica la tradición de una enigmática reina de Saba o Sabá, que visitó al rey Salomón para poner a prueba su sabiduría, de la que se hablaba en todas partes.

05 DE SEPTIEMBRE DE 2009 · 22:00

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La Biblia describe el encuentro en el I libro de Reyes 10:1-13. Su narrador destaca la acción divina sobre Salomón, exaltando la grandeza de su reino, dejando entrever un estrato histórico y de relaciones comerciales. Estudios actuales, con la ayuda de diferentes ciencias, están corroborando y dándonos a conocer el antiguo reino de Sabá. El imperio sabeo estaba situado al sur de la península arábiga (actual Yemen). Gozaba de unas condiciones geográficas privilegiadas entre dos mundos, el Indico y el Mediterráneo, lo que le hacía jugar un importante papel como intermediario comercial, y como productor del tan demandado incienso u olíbano, junto con otros artículos. Pero... ¿qué datos de los que disponemos podemos aportar someramente de estas tierras ancestrales donde la realidad se confunde con la leyenda? En primer lugar; el reino de Sabá es mencionado por autores clásicos. Así, el geógrafo griego Claudio Ptolomeo llamó al sur de Arabia “Eudaimon Arabia”, término más conocido por su traducción latina, Arabia Felix. Herodoto habla de la obtención de los productos aromáticos en Arabia. Diodoro Sículo relata el esplendor del reino de Sabá en su libro III: "Este pueblo supera en riqueza y derroche no sólo a los países árabes vecinos, sino también a todos los demás pueblos. Para beber tienen copas de oro y plata...". Plinio el Viejo describe el tributo que tenían que pagar las caravanas del incienso a las tribus por cuyo territorio pasaban, haciendo incrementar su precio. Y en su historia natural indica “los sabeos son riquísimos por la fertilidad de sus bosques olorosos, además de por sus minas de oro, por el regadío de sus campos y por su producción de miel y cera”. Agatárquidas en el siglo II aC menciona a los sabeos y su comercio. Igualmente son nombrados por Eratóstenes de Cirene y Estrabón. Pero, no sólo tenemos referencias de este periodo, sino que remontándonos al imperio asirio, disponemos de textos que informan de los tributos que pagaban los sabeos a conocidos reyes asirios mencionados en la Biblia, como Tiglat Pileser III en el siglo VIII aC, Sargón II y Senaquerib. Los textos asirios incluso hacen mención de dos reyes de Sabá: It´amra y Karib-ilu. Por otra parte, las tablillas cuneiformes de Hindanu, en el Eúfrates medio, informan de una caravana de comerciantes, que con 200 camellos provenientes de Sabá, fue saqueada por el gobernador de Suhu. Mario Liverani indica:“Este panorama que nos ofrece un gobernador de Suhu hacia el 750 aC puede trasladarse dos siglos más atrás, mediante el análisis de las importaciones del norte y el sur de Arabia que recogen las inscripciones asirías, todas ellas concentrada en torno a la terminal de Hindanu desde aproximadamente del 950 aC.” (Más allá de la Biblia. Pág.95 Ed. Crítica). Ejemplo de ello es la mención en los anales del rey asirio Tukulti-Ninurta II, donde se afirma que la mirra y los dromedarios fueron recogidos en Hindanu. La ruta principal del comercio del incienso partía del sudoeste de Arabia y se bifurcaba
en dos caminos, uno hacia la costa de Palestina y Egipto, a través del Neguev y otro hacia Mesopotamia, a través de Jordania, como señala Kjeld Nielsen. La fecha del establecimiento de la ruta del comercio arábigo está aún en debate, pero se sugiere bastante temprana, constatándose por el uso del camello sobre el siglo X aC en Carquemish y Tell Halaf (Siria) y recientemente por los descubrimientos del investigador Lyubov Kircho en Turkmenistán (Altyndepe al oeste de Asia central), fijándolo en el tercer milenio aC (Revista Arqueología, Etnología y Antropología de Eurasia). Existen diversas opiniones sobre el origen de la cultura sabea. Por un lado, arqueólogos como T.J. Wilkinson, señalan su origen en los asentamientos hallados en las tierras altas del sudoeste arábigo de la edad del bronce. Con una agricultura realizada sobre terrazas, aprovechaban la lluvia y la humedad monzónica. Posteriormente las condiciones comerciales con Egipto, Mesopotamia y Levante (costa oriental mediterránea), provocaron el desarrollo de la población, apreciándose en la alfarería, escritura y arquitectura. Por otro lado, para el Instituto Arqueológico Alemán la cultura sabea tiene probablemente su origen en una migración hacia el 1200 aC, desde las regiones de Levante al sur de Arabia, asentándose en el borde del desierto Ramlat al Sabatayn, en ricos oasis. Trajeron su idioma y su sistema de escritura consonántico. Su sofisticada tecnología de riego le proporcionó una agricultura intensiva, que junto con el comercio a larga distancia fue la base de riqueza de este gran reino en el que floreció la arquitectura y el arte. Actualmente se llevan a cabo sistemáticas excavaciones en diferentes yacimientos del reino de Sabá, uno de ellos en su capital Marib, situada a 135 kilómetros al este de la actual capital del Yemen, Saná. Los primeros vestigios de asentamiento en Marib, según el análisis del carbono 14, son de alrededor del 1900 aC. Entre el siglo VIII y VII aC el reino de Sabá llegó a su máximo desarrollo, alcanzando su capital Marib una superficie de 98 hectáreas, la mayor ciudad del sur de la antigua Arabia. Estaba
rodeada por una muralla, doble en su lado sur. En 1951 Wendell Phillips, realizó las primeras excavaciones en el templo de Mahram Bilqis (templo de la luna) en las cercanías de Marib y dedicado al dios Almaqah. Por motivos de enfrentamientos militares en los que su vida y la de su equipo corrían peligro, tuvo que abandonar precipitadamente la excavación. Posteriormente su hermana, Merilyn Phillips, patrocinó una nueva excavación en 1998, con el arqueólogo William Glanzman, de la Universidad de Calgary. Entre los elementos del santuario, destaca sus ocho pilares de piedra caliza, un peristilo y frente a ellos se abre un recinto ovoidal de más de 100 metros de ancho. Junto al templo de Mahram Bilqis, también conocido como templo de Awam, se encuentra un cementerio sabeo utilizado desde el siglo VIII aC hasta el IV dC. Las tumbas principales tienen inscripciones monumentales con nichos de alabastros y en los ajuares funerarios hallados destacan objetos en miniatura de la vida cotidiana. Otro de los templos alrededor de Marib es el de Bar´an, en la lengua vernácula "arsh Bilqis” o Trono de Bilqis, conocido por sus cinco pilares monumentales. A lo largo de su historia se sucede la superposición de cuatro construcciones templarías. En su estrato más bajo, el primer templo se asocia a una construcción anterior al siglo X o IX aC y el cuarto templo se realizó durante el siglo V aC. De este último se conserva sus formas básicas, podio, y peristilo. En las galerías del patio hay bancos y bajorrelieves de alabastro con figuras de antílopes y cabras monteses.
Sirwah, al oeste de Marib, es la segunda ciudad más importante y centro religioso del reino de Sabá. Es datada entre el siglo X o IX aC, aunque en el lugar se aprecian restos de antiguos asentamientos de la segunda parte del bronce. Sirwah sirvió como parada de caravanas, en la ruta comercial. La ciudad estaba amurallada y tenia una arquitectura monumental de edificios administrativos, templarios y palacio. Su santuario consagrado al dios Almaqah estuvo en vigor desde el siglo IX aC al III dC. En Sirwah se ha encontrado una gran inscripción de 6,80 metros de larga, sobre un pilar de 9 toneladas de peso, descifrada por el epigrafista Norbert Nebes de la Universidad de Jena, es un documento histórico del reino sabeo que menciona campañas militares de reyes como Yitha´amar Watar´m Yakrubmalik y Karib´il Watar, que han sido identificados con los reyes sabeos nombrados en los anales asirios, It´amra y Karib-ilu respectivamente.
Al noroeste de Marib se encuentra una de las obras arquitectónicas que muestra la tecnología alcanzada por la cultura sabea. Se trata de la presa de Al-Mabna, donde se recogen las aguas del Wadi Dhana. Alcanzó los 16 metros de altura, 60 metros de ancho y 620 metros de largo. Mediante sofisticados sistemas de riego, transformaron el desierto en fértiles tierras de cultivo, alcanzando las 9.600 hectáreas. La presa, construida a principio del primer milenio aC, estuvo en servicio hasta el siglo VI dC, cuando sufrió un colapso, tras ser probablemente abandonado su mantenimiento, al disminuir las fuentes de ingreso de la región, dado que habían cambiado las rutas del comercio mundial. Es interesante destacar las pruebas del asentamiento sabeo localizado en Etiopía, por la excavación dirigida por el Dr. Pawel Wolf y los profesores Ricardo Eichman y Norbert Nebes, en Noviembre del 2008. Hallaron un santuario dedicado al dios Almaqah, con varios altares, inscripciones y una estatua de mujer, datado en la primera parte del primer milenio aC. Los datos que se están obteniendo del reino de Sabá hacen que la figura de una reina sabea en el relato bíblico, junto a otras referencias al comercio de Arabia con Levante, expresado en los libros de los profetas, Isaías 60:6, Jeremías 6:20 o Ezequiel 27:22, adquieran más veracidad. Así, los arqueólogos Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman manifiestan: “El hecho de que el libro de los Reyes hable de la visita de una reina (y no de un rey) añade una nota más de credibilidad, pues algunos documentos asirios de finales del siglo VIII y principios del VII aC atestiguan el fenómeno de la existencia de reinas árabes” [David y Salomón. Pág.149 Ed. Siglo XXI]. MÁS INFORMACIÓN FOTOS: Vistas panorámicas de Mahram Bilqis VIDEO-DOCUMENTAL: La Reina de Sabá - Detrás del Mito (puede verse o descargarse desde el reproductor de video - 121 Mb)

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