Bajo a las calles y veo…
El sonido del ajetreo se mezcla con el silencio de lo perdido, con los suspiros de quienes, sin palabras, siguen preguntándose por qué. Por Abigail Castellanos.
04 DE FEBRERO DE 2025 · 12:00
Bajo a las calles y veo por primera vez la tierra que me acogió hace tantos años,
pero hoy no la reconozco.
Las huellas del agua han cambiado su piel,
las calles son heridas abiertas, cicatrices aún sin cerrar.
El barro cubre los rincones,
como si el tiempo se hubiera detenido en un instante de caos.
Camino hacia mi trabajo y el paisaje parece una escena de ciencia ficción.
Coches apilados en los márgenes, como juguetes olvidados tras un desastre.
Bomberos, voluntarios, vecinos con las manos sucias,
todos luchando contra el lodo,
achicando agua de los garajes,
rescatando lo poco que el agua no ha devorado.
El sonido del ajetreo se mezcla con el silencio de lo perdido,
con los suspiros de quienes, sin palabras,
siguen preguntándose por qué.
Entro a consulta con las botas aún húmedas,
con el eco del pueblo roto en la memoria.
Hoy no hay teoría que valga,
hoy la psicología no está en los libros,
está en la mirada temblorosa de quien lo ha perdido todo,
en la voz entrecortada que no sabe por dónde empezar,
en el llanto contenido de quien aún no ha encontrado su hogar.
Escucho.
Escucho como si el mundo dependiera de ello.
Porque, en este instante, depende.
Porque hay dolores que no se curan con consejos,
sino con presencia.
Porque a veces lo único que queda en pie
es la certeza de que alguien está ahí,
sosteniendo las palabras,
sosteniendo el miedo.
Pero también veo algo más…
Veo manos que se alzan para ayudar,
veo corazones que laten al mismo ritmo del prójimo.
Veo una fuerza que el agua no pudo arrastrar,
una esperanza que el lodo no pudo enterrar.
Veo la fe convertida en acción,
en cada gesto, en cada abrazo, en cada oración silenciosa.
Aquí, en medio del desastre,
sé que Dios no nos ha abandonado.
Él está en la mirada del que consuela,
en la fortaleza del que sigue,
en la paz que, incluso en la tormenta,
llega como un susurro al alma.
Bajo a las calles y veo…
Y aunque el mundo parezca roto,
sé que el amor siempre encuentra la manera de levantarnos.
Abigail Castellanos es psicóloga y forma parte de la Asociación Butterfly, una organización implicada en la ayuda a los afectados por la dana en Valencia.
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