AEI: el largo proceso del nacimiento y la primera década (I)

La Alianza Evangélica Italiana celebra 50 años. Una mirada retrospectiva a los primeros años de vitalidad y creciente unidad. Por Chiara Lamberti.

  · Traducido por Rosa Gubianas

24 DE ABRIL DE 2024 · 16:43

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Celebración del décimo aniversario de la Alianza Evangélica Italiana en el congreso de 1984 en Florencia. / AEI.

Cincuenta años es siempre un aniversario importante para cualquier vida, historia privada o acontecimiento histórico.

Esto es especialmente cierto cuando se trata de celebrar los 50 años de una organización evangélica situada en un contexto difícil y minoritario como Italia.

Por esta razón, la Alianza Evangélica Italiana (AEI) está muy agradecida de poder celebrar su primer medio siglo de historia, décadas que consisten en gran parte en avances, momentos difíciles, situaciones inestables y picos de vitalidad, pero siempre vividos bajo la bandera de la unidad y la ortodoxia evangélica.

Las raíces se remontan a Londres

La Alianza Evangélica Italiana nació oficialmente en 1974, pero sus raíces se remontan mucho más atrás.

El nacimiento de la primera Alianza Evangélica en Londres en 1846 surgió del fermento de los “despertares evangélicos” en distintas partes del mundo, que habían renovado y reavivado el legado de la Reforma Protestante.

Al mismo tiempo, sin embargo, en Italia, los movimientos por la unidad nacional, impulsados también por una cierta idea de laicismo frente a un papado que aún poseía gran parte del territorio italiano, habían acentuado el reaccionarismo católico. En este contexto los evangélicos penetraban lentamente en la nación, también con la ayuda de misiones extranjeras, mientras que la Alianza Evangélica se establecía rápidamente como el órgano representativo de un cristianismo evangélico despierto.

AEI: el largo proceso del nacimiento y la primera década (I)

Un momento de oración en el congreso de 1984. / AEI.

La figura de Paul Geymonat

En este contexto, hubo un hombre que comprendió la necesidad de promover la unidad evangélica en Italia en un tejido tan fluido y dinámico. Paul Geymonat, nacido en 1837, en Villar Pellice, en el seno de una familia valdense, se había educado en el ambiente del Despertar Europeo y había estudiado en la facultad de teología de Ginebra.

Tras completar sus estudios se hizo pastor valdense y fue enviado a Florencia. No fue inmune a la persecución y, tras la caída de la República Toscana en 1849 y el regreso del Gran Duque Leopoldo, fue encarcelado y exiliado. Después de varias estancias en Turín y Génova, regresó a Florencia, donde actuó como puente entre los diversos componentes del evangelicalismo que se habían formado y comenzó a abogar por la unión de las iglesias y sentó las bases para la creación de la Alianza Evangélica en Italia.

Fue Geymonat quien, en un documento escrito en 1864, hipotetizó los propósitos para el eventual nacimiento de una Alianza italiana. Contemplando los fructíferos 20 años de la Alianza Evangélica en otros lugares esperaba un modo igual de unidad para Italia, también como una forma de testimonio de libertad en la verdadera fe bíblica que pudiera hacer frente a las reacciones desequilibradas y autoritarias de Roma.

Por desgracia, debido a la desconfianza interna y a la falta de cooperación, Geymonat nunca vio realizado su objetivo. No obstante, en 1891 él mismo tuvo la oportunidad de inaugurar la novena conferencia internacional de la Alianza Evangélica, celebrada en Florencia del 4 al 12 de abril, con la participación de numerosos italianos.

Un mundo (evangélico) cambiante

Estos llamamientos no cayeron en saco roto y se retomaron tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el escenario internacional había cambiado por completo.

En la década de 1970, años después de la recuperación de las dos guerras mundiales, el mundo evangélico nacional e internacional había cambiado totalmente. 

Había comenzado la era del pentecostalismo y del movimiento fundamentalista en respuesta al liberalismo, y al mismo tiempo había surgido un movimiento ecuménico de mentalidad liberal que desembocaría en la formación del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEC por sus siglas en inglés) en Ámsterdam en 1948, donde las iglesias protestantes “históricas” encontraron una forma federativa con las iglesias ortodoxas orientales.

Así, en 1951 se fundó la Alianza Evangélica Mundial que, siguiendo la historia y los ideales de la Alianza Evangélica de 1846, quiso ofrecer a esta experiencia evangélica de unidad la posibilidad de encontrar un organismo de enlace con un perfil mundial diferente al de la CEC liberal.

En los años siguientes, se formaron diversas alianzas evangélicas nacionales que se vincularon a escala continental y mundial. En este contexto de diversos renacimientos unificados, se produjo también el del nuevo rostro del catolicismo romano surgido del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965).

En Italia, los ecos de estas dinámicas mundiales, aunque amortiguadas y debilitadas por la situación de minoría en que vivía el evangelicalismo, no tardaron en manifestarse y encontrar formas de correspondencia.

AEI: el largo proceso del nacimiento y la primera década (I)

Ejemplar de la revista Idea de 1978. / AEI.

La delegación italiana en Amsterdam '71

Mientras tanto, el mundo evangélico internacional instaba al mundo evangélico italiano a no permanecer encerrado en sí mismo sino a participar en el “resurgimiento” evangélico que estaba teniendo lugar tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Fue en el Congreso Europeo sobre Evangelización, que Billy Graham convocó en Ámsterdam en 1971, donde se produjo un acontecimiento crucial. La numerosa delegación italiana, compuesta por pastores y evangelistas de iglesias pentecostales y libres, apreció la bondad de estar juntos, no sólo en términos de fraternal compañerismo sino también de una cooperación más sólida. En palabras de Elio Milazzo, primer presidente de la Alianza Evangélica Italiana, “en Ámsterdam se expresó el deseo de dar continuidad a una relación que, de otro modo, habría durado sólo unos días”.

Así, en noviembre de 1974, la labor unificadora de los participantes en el Congreso de Ámsterdam dio lugar a la fundación de la Alianza Evangélica Italiana.

Ese mismo año se celebró en Lausana el Congreso Mundial de Evangelización, en el que algunos italianos que habían participado respiraron el aire del renacimiento de la evangelización mundial y lo llevaron a su país para colaborar en el nacimiento de la Alianza Evangélica Italiana.

En el informe sobre Italia presentado en el Congreso de Lausana por Franco A. Bono, el primer punto es precisamente la creación de la Alianza Evangélica Italiana y la necesidad de un compromiso unificado en favor de una nación totalmente evangélica.

En busca de la vitalidad y la diversidad evangélicas

Inmediatamente nació la AEI, compuesta por un amplio abanico de denominaciones que representaban a todo el movimiento evangélico italiano. La primera década de vida de la AEI se caracterizó así por una cierta vitalidad y diversidad, y desde los primeros años de su nacimiento la AEI se organizó mediante una publicación periódica trimestral titulada Idea, que aún existe, a pesar de algunos cambios e interrupciones.

Aunque en condiciones minoritarias y con sus propias críticas internas, la AEI también consiguió contribuir a frenar los riesgos de compromiso con el catolicismo romano por parte del evangelicalismo mundial. Fueron las denuncias italiana y española las que más tarde desembocaron en la posición oficial de la Comisión Teológica de la Alianza Evangélica Mundial sobre el Catolicismo Romano (Singapur 1986).

Después de una primera década vital y dinámica, hubo signos de agotamiento que condujeron a un periodo inicial de estancamiento y de puesta a prueba de la capacidad de resistencia de la AEI.


 

Este es el primer artículo de una serie sobre la historia de la Alianza Evangélica Italiana.

Chiara Lamberti, miembro del personal de la AEI en Roma.

 

 

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