Celebrando la fidelidad de Dios: 20 años de ‘Proyecto Éfeso’

El sábado 10 de junio ha supuesto una fecha muy especial para el Proyecto Éfeso, una doble alegría y celebración por sus veinte años de historia y la graduación de la décima promoción de estudiantes.

Éfeso comenzó en 2002 por la visión de algunos líderes de iglesias. Sabían de la necesidad de hombres y mujeres que servían al Señor en sus congregaciones locales y deseaban contar con más herramientas para ese servicio, pero no podían apartar unos años de su vida para dedicarse exclusivamente al estudio. Se diseñó un plan de formación a desarrollar en tres cursos, cada uno con clases presenciales durante seis fines de semana. En total, dieciocho asignaturas, complementadas con las tareas posteriores realizadas por el alumno.

De este modo iniciaron su andadura en Éfeso personas de distintos puntos de España, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Todos combinando ese esfuerzo con las presiones normales de la vida, sus propios estudios académicos o sus cargas laborales y familiares. A esa primera promoción, con veinte graduados, se han ido añadiendo nuevas promociones cada dos años hasta llegar actualmente a la undécima, lanzada en el curso 2022-2023.

Con motivo de esta ocasión, La Posada en Navafría (Segovia) ha reunido a muchos antiguos alumnos y a familiares y amigos de los integrantes de la décima promoción para celebrar el final de una etapa. Se han graduado quince personas procedentes de siete ciudades y ocho iglesias, de distintas edades (24 a 66 años), distintos trasfondos, profesiones y nacionalidades, que han luchado por aprender y han reflexionado sobre temas difíciles en ocasiones. Algunos han participado en el viaje misionero, conociendo otra cultura y otras formas de hacer de los cristianos. Para todos ha sido un tiempo de compartir y establecer vínculos muy fuertes entre ellos.

Es cierto que es el fin de una etapa, pero la graduación no supone una meta en sí misma, sino una oportunidad de mirar atrás y dar gracias a Dios, con la vista dirigida hacia el próximo paso, en continuo proceso de aprendizaje y puesta en práctica de lo aprendido. Este mensaje ha formado parte de la exposición bíblica a cargo de Timoteo Glasscock, que presentó el ejemplo de Pablo como siervo en 1 Tesalonicenses 2, y la necesidad de imitarle en su carácter y actuación. En palabras de una de las graduadas, “ha sido un punto de partida para lo que tenemos por delante. Éfeso no es un diploma, sino el desafío del resto de nuestra vida”.

El acto de clausura ha contado también con la visita de Ronaldo Blue, misionero vinculado en el pasado a Segovia. Él fue quien compartió la Palabra en 2005, durante la graduación de la primera promoción. Los alumnos han hablado de su experiencia y parte de lo que se llevan. Ha habido mucha emoción, alabanza y gratitud al Señor y también, como expresión de gratitud a hermanos que han trabajado a lo largo de los años, un reconocimiento especial al amor y dedicación de Timoteo y Elena al Proyecto Éfeso.

Los números dicen que en estos veinte años se han graduado más de doscientos alumnos, con casi un centenar más que hicieron algún curso del programa. Hombres y mujeres pertenecientes a unas cien iglesias distintas, servidos por profesores voluntarios de todo el país, acompañados desde la segunda promoción por tutores a nivel individual. Servidos asimismo por voluntarios que han dejado de lado su descanso de los fines de semana para cocinar, limpiar, ocuparse del comedor, la oficina… Más allá de números y estadísticas, Éfeso es el resultado del trabajo y la colaboración de numerosas personas, muchas de las cuales han sido parte también del alumnado.

El 10 de junio ha sido una muestra más de la bendición de Dios, que incluso retuvo la lluvia durante las horas precisas para que pudiéramos hacer el acto de celebración y comer todos juntos. Una bendición reflejada en las participaciones de diversos integrantes del equipo directivo de Éfeso, como Rubén Lugilde, Amable Morales o Dan Hollingsworth, el vídeo recopilatorio de algunos aspectos de la historia de estos años, la intervención de Samuel Pradas como responsable de una de las iglesias que han enviado a varios de sus miembros desde el inicio. Una bendición manifestada en la alegría del reencuentro con compañeros de las distintas promociones, de la primera a la undécima, con los profesores y tutores presentes, familiares e invitados. En total, más de doscientos asistentes hemos podido acompañar y alegrarnos con los que se alegran. Pero, sobre todo, hemos celebrado la fidelidad de Dios.

Antes de terminar, estudiantes del pasado y de la actualidad nos hemos unido para cantar que queremos darle a Él la gloria, y esa es la razón de ser de Éfeso. Alabamos a Dios porque hasta aquí nos ha ayudado; reconocemos que el trayecto hasta hoy ha sido un milagro de su poder, bondad y misericordia. Parte de ese milagro es el lugar (y hogar) que Él nos ha provisto en La Posada. Pero no podemos quedarnos a vivir en el pasado. Intentamos mejorar, seguir aprendiendo incluso de los errores, buscar cómo proporcionar mejores herramientas, cómo acompañar a las generaciones actuales de la iglesia en el servicio a Dios y a las personas. Todo mientras el Señor desee y permita que sigamos colaborando en esta parte de Su trabajo.

Marisa Guardiola forma parte del equipo de Proyecto Éfeso.