Fronteras: ¿límite o vecindad?

El corazón de la empresa misionera de la iglesia cristiana ucraniana es cruzar las fronteras en lugar de erigirlas y nosotros, en el resto de Europa, debemos apoyarlos.

  · Traducido por Rosa Gubianas

03 DE JUNIO DE 2022 · 11:00

Una barrera con bloques de hormigón improvisada en la ciudad de Odesa. / Lidonchik, Wikimedia Commons.,
Una barrera con bloques de hormigón improvisada en la ciudad de Odesa. / Lidonchik, Wikimedia Commons.

Las fronteras dividen y las fronteras unen los barrios. Algunas son pacíficas, otras muy violentas.

Cruzar las fronteras excita a unos y pone en peligro a otros. Las sociedades construyen fronteras o las dejan sin marcar, verdes como decimos, dependiendo de lo pacífica que sea la relación entre los vecinos.

Yo crecí en Estonia, detrás del Telón de Acero, la frontera fuertemente militarizada entre los países capitalistas occidentales y el bloque comunista liderado por la Unión Soviética. Para mí, la frontera con el mundo exterior estaba grabada en piedra o en hierro. Cruzarla era imposible.

Obligado a abandonar el país en 1976, pronto descubrí la transparencia de las fronteras en las sociedades democráticas. De hecho, las regiones fronterizas a menudo se convertían en zonas económicas, políticas e incluso culturales transnacionales.

Recuerdo perfectamente una visita al Muro de Adriano, en la frontera entre Inglaterra y Escocia. Tras horas de caminata, entramos en un pub para tomar algo. El dueño resultó ser un hombre amable.

Le pregunté qué era, si inglés o más bien escocés. Su respuesta fue especial. “Ni lo uno ni lo otro”, contestó, “no soy ni inglés ni escocés, soy fronterizo”. “Gracias a tipos como yo, hay paz y unidad entre ingleses y escoceses”. ¡La frontera como factor de paz! ¡Qué concepto!

Desde que conocí al fronterizo en el Muro de Adriano, en Gran Bretaña, he visitado muchas regiones fronterizas y las palabras de este hombre me resultaron estimulantes en muchos sentidos.

Las poblaciones fronterizas determinan muy a menudo que la frontera se cierre o, por el contrario, establezca relaciones pacíficas entre vecinos.

Ucrania oriental: en la frontera de la violencia

Una de las fronteras más amenazadas de Europa es la de Rusia y Ucrania. Desde que Rusia invadió partes del este de Ucrania, el peligro de guerra ha dominado la diplomacia occidental.

La orientación de Ucrania hacia Europa Occidental y su deseo de ingresar en la OTAN y la Unión Europea preocupa a los políticos rusos y, en especial, a su presidente Vladimir V. Putin.

El 24 de febrero de 2022, las tropas rusas invadieron Ucrania. Comenzó una guerra agresiva. Declarada oficialmente como una “operación militar especial” en apoyo de las dos provincias rebeldes de Luhansk y Donetzk, que horas antes declararon su total independencia de Ucrania y firmaron un acuerdo de cooperación militar con la Federación Rusa, la guerra tiene claramente como objetivo el control total de Ucrania por parte de Rusia, la destitución del presidente electo de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y su gobierno, y el establecimiento de una administración pro-rusa. Esto marcaría el fin de la independencia ucraniana.

No hace falta decir que esta guerra no se puede justificar y que Putin es el único culpable de ella. La horrible brutalidad de los soldados rusos matando a ciudadanos ucranianos inocentes y destruyendo ciudades y pueblos marca la locura de los dirigentes rusos.

Putin podría haber esperado que la minoría de habla rusa de las provincias del Este diera la bienvenida a sus soldados como liberadores de lo que él llamó un régimen nazi en Kyiv.

Pero fue todo lo contrario. No solo el mal equipado ejército ucraniano sino la inmensa mayoría de los ucranianos se oponen al agresor.

Lo que se consideraba una guerra relámpago de dos o tres días se está convirtiendo en una lucha brutal a gran escala por cada pueblo y ciudad. Obviamente, Putin no calculó la unidad ucraniana ni su disposición a proteger su territorio.

La neutralidad de Ucrania era un problema menor para Rusia, pero la integración de Ucrania en las estructuras de poder de Europa Occidental abrió un peligro potencial para Rusia en su frontera occidental.

De hecho, la frontera pasaría de ser una frontera entre dos naciones eslavas con una larga historia de relaciones fructíferas, a una frontera entre dos sistemas políticos diferentes: Rusia y la Unión Europea.

Según los gobernantes de Moscú, se trataba de un cambio peligroso y potencialmente agresivo que no se podía tolerar. Por lo tanto, hubo presión en la frontera y finalmente la guerra.

La presión militar rusa, hablando honestamente, no está realmente centrada en Ucrania. Está dirigida contra la OTAN y la estrategia de expansión de la Unión Europea. Pero los ucranianos están sufriendo, como han sufrido en siglos de su existencia.   

Incluso la propia palabra Ucrania, traducida al español, significa “en la frontera”.[1] Durante siglos, marcó las fronteras de los imperios: el ruso en el Este y el polaco-lituano y más tarde el húngaro-austriaco en el Oeste, y grandes territorios de la Ucrania moderna fueron ocupados y gobernados por uno u otro.

La mejor prueba de ello son las diferencias terminológicas entre las variantes orientales y occidentales de la lengua ucraniana hasta ahora.

¿La neutralidad es una solución?

Los Estados fronterizos prosperan mejor si se mantienen políticamente neutrales. En este sentido Ucrania no es diferente. Vivir en buenas relaciones con Rusia en el Este y con la Unión Europea en el Oeste abre muchas oportunidades para ser un conector entre el Este y el Oeste.

Los verdaderos fronterizos son, según el escocés/inglés del Muro de Adriano, una garantía de paz. Suiza es desde 1648 el mejor ejemplo de ello[2]. Y otras naciones europeas como Suecia, Irlanda, Austria y Finlandia, por mencionar algunas, apoyan la teoría[3]. 

Los Estados neutrales se identifican fácilmente por ciertos factores políticos.

- Los estados neutrales valoran la diversidad étnica y lingüística por encima de las ambiciones nacionales monoétnicas. Suiza ha demostrado a lo largo de los siglos la eficacia de su sistema cantonal, que mantiene al país unido y económicamente muy eficiente. Los alemanes, los francófonos, los italianos y los románicos conviven apreciando la cultura y la lengua de los demás.

- Los estados neutrales multiétnicos aplican un sistema federal, controlado por estructuras de poder descentralizadas y, por tanto, apoyan a todos los grupos minoritarios independientemente de su fuerza numérica.

- Los estados neutrales apoyan la cooperación internacional en lugar de ampliar su propia influencia de poder. En realidad, la neutralidad se utiliza ampliamente en la resolución de conflictos.

Ucrania está predestinada a permanecer neutral, pero la neutralidad ucraniana está en peligro por fuerzas políticas dentro y fuera del país.

Por un lado está la agresiva búsqueda de una identidad nacional, que pretende constituir una nacionalidad ucraniana basada en una lengua por encima y en contra de las demás minorías étnicas del país, tales como los rusos, los húngaros, los polacos, los tártaros, los rumanos, los moldavos, los gagauzianos y varios más.

Especialmente mortífero, en mi opinión, es el intento de “elevar” algunas naciones eslavas como los rusos y los hutsules a una etnia ucraniana[4].

La política de “una lengua, una nación, una cultura” sigue el modelo exacto de la filosofía de la ‘rusificación’ del Imperio Ruso y su sucesor, la Unión Soviética, y de todos los demás imperios del mundo, como Gran Bretaña, España o Estados Unidos, por ejemplo.

Un crisol de culturas que unifique todas las identidades étnicas bajo una sola es, en muchos casos, problemático. Y al igual que los ucranianos se rebelaron contra la ‘rusificación’, muchas tribus étnicas de Ucrania se rebelan contra la política de ‘ucranización’.

La esencia misma de un estado pacífico y neutral se contradice con la búsqueda de una identidad nacional unificada.

Esto no quiere decir que esa búsqueda sea en sí misma nacionalista, pero es potencialmente problemática, especialmente para las minorías más grandes, que temen ser marginadas. Y los ciudadanos de etnia rusa de Ucrania, especialmente en Crimea y el Donbass, ciertamente lo sienten así.

Junto a la intensa búsqueda de una identidad nacional, estaba la decisión declarada de Ucrania de ingresar en la Unión Europea, donde tantas naciones viven en paz entre sí.

Todos los gobiernos ucranianos, desde su independencia en 1991, han expresado su deseo de pertenecer a la familia europea de naciones. Esto, por sí solo, cuestiona todas las posibles tendencias nacionalistas. La acusación de Putin de que el “régimen de Kyiv es nazi” carece de fundamento.

Por otra parte, las estructuras de poder de Europa siguen guiándose por tendencias rusofóbicas, especialmente en Norteamérica.

El intento de Rusia de unirse a Europa y construir “una casa europea unida”, como dijeron en su día Mijaíl Gorbachov y más tarde Vladímir Putin, ha sido rechazado tajantemente[5]. 

En su lugar, la OTAN amplió permanentemente su influencia a los países de Europa Central y Oriental, aislando a Rusia como un enemigo potencial.

Todos los Estados del Báltico y de Europa Central entraron en la UE y en la OTAN por decisión propia. Pero también es cierto que algunos de ellos lo hicieron por temor a su vecino ruso, bajo cuyo dominio sufrieron durante siglos.

La oportunidad de esconderse bajo el techo de la OTAN, la estructura de defensa más poderosa del mundo, les resultó muy atractiva.

Es esta política de alienación permanente la que ha llevado a las duras reacciones rusas en la anexión de Crimea y al apoyo a los regímenes rebeldes de Donetsk y Luhansk en el este de Ucrania, y ahora a una guerra total entre los dos países.

Posibilidades de paz: convertirse en una frontera de tolerancia y paz

Los ucranianos, al igual que la mayoría de los rusos, sueñan con una vida pacífica y libre en Europa, con fronteras que conecten y no separen. Y Ucrania tiene todos los elementos para convertirse en un país de paz en el corazón de Europa.

Es un país multiétnico, multirreligioso y multicultural en la frontera de las mentalidades occidental y oriental.

En lugar de soñar con unirse a los poderosos de Europa Occidental estableciendo una nación de una sola lengua y una sola cultura, los ucranianos deberían seguir los numerosos ejemplos de sociedades europeas multiculturales y organizadas federativamente.

Este modelo europeo fue rechazado por los actuales dirigentes de Ucrania poco después de la declaración de independencia, pero la filosofía nacional aplicada tampoco ha aportado ningún desarrollo positivo al país.

Que la OTAN y la UE acojan alguna vez a Ucrania como miembro de pleno derecho no es más que un proyecto desde hace años. Sin embargo, vivir en una buena relación tanto con la UE como con Rusia podría establecer la prosperidad.

La fuerte iglesia cristiana de Ucrania podría desempeñar un papel crucial en ese futuro. Los cristianos no están llamados a participar en la política partidista[6], sino a establecer el Reino de Dios, pero no un estado nacionalista.

El corazón mismo de su empresa misionera es cruzar las fronteras en lugar de erigirlas. Nunca deben luchar por el dominio de una nación sobre la otra. Los cristianos son mensajeros de la reconciliación (2 Cor. 5:18-19).

Por supuesto, los cristianos nunca pueden nombrar el mal como algo bueno. Se pondrán al lado de los perseguidos y atacados. Pero lo harán en paz.

La situación tal como está en Ucrania actualmente, donde la iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Kyiv después de haber recibido el estatus de iglesia ortodoxa nacional en 2019, se apodera violentamente de los edificios de la iglesia y asalta los servicios de culto de las iglesias del Patriarcado de Moscú en nombre de la identidad nacional, es insoportable y no encuentra justificación.

Y lo mismo ocurre con lo que los regímenes separatistas de Luhansk y Donetsk hacen a las iglesias protestantes y católicas romanas.

Ahora hay guerra en Ucrania. Una guerra horrible. Los ucranianos se han unido sorprendentemente en torno a su país y tratan de protegerlo de la agresión rusa.

El mundo entero les apoya. Y todos los países europeos han abierto sus fronteras a los refugiados ucranianos que huyen de los combates. Los acogemos y tratamos de cuidarlos. Y entre los que aman y apoyan a los ucranianos hay muchos cristianos evangélicos.

La guerra terminará un día. Y entonces la frontera entre Ucrania y Rusia se restablecerá de nuevo. ¿Será una línea de división o más bien una frontera de paz?

La respuesta a esta pregunta depende en gran medida de lo que hagan los cristianos de Ucrania y Rusia. Están llamados a una misión de reconciliación y nosotros, en el resto de Europa, debemos apoyarlos.

La iglesia evangélica de Ucrania y Rusia debe participar en una misión de paz. No hay ningún otro país en Europa con una iglesia evangélica tan fuerte como en Ucrania.

Pero, al mismo tiempo, no hay ningún otro movimiento evangélico en Europa tan dividido en cuestiones teológicas, políticas, étnicas y culturales como el ucraniano y el ruso. Sanar esta división debe ser una prioridad para todos los interesados en la paz en Ucrania.

 

El Dr. Johannes Reimer es director del Departamento de Compromiso Público de la Alianza Evangélica Mundial (AEM).

Vista es una revista online que ofrece información basada en la investigación sobre la misión en Europa. Fundada en 2010, cada edición temática cubre una variedad de perspectivas sobre temas cruciales para la misión. Descargue la última edición o lea los artículos individuales aquí. Este artículo apareció por primera vez en la edición de abril de 2022 de la revista Vista.

 

Notas finales

[1] F. Gaida: De Ryazan y Moscú a Transcarpacia. Origen y uso de la palabra "ucranianos" // Patria. 2011. № 1. S. 82–85; Natalia YAKOVENKO: ELECCIÓN DE NOMBRE VERSUS ELECCIÓN DE VÍA (NOMBRES DEL TERRITORIO UCRANIANO ENTRE FINALES DEL SIGLO XVI - FINALES DEL SIGLO XVII) En: Diálogo intercultural. Vol. 1: Identidad. (Kyiv: Spirit and Letter, 2009), 57-95.

[2] Francis Kendal: El sistema cantonal suizo: modelo de democracia.

[3] Ver una visión general.

[4] Según la Constitución ucraniana, todos los habitantes de Ucrania constituyen la nación ucraniana.

[5] Ver más: Andreas Zumach: Der enttäuschte Traum vom gemeinsamen Traum Europa [El sueño decepcionado de un sueño compartida de Europa]

[6] Véase mi artículo: Johannes Reimer: Home, mission field and the Great Commission [Hogar, campo de misión y la Gran Comisión].

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