Apuntes sobre cómo ayudar a los familiares de quienes sufren Covid-19

Necesitamos la ayuda del Señor para que Él nos dé las palabras oportunas en cada situación. Un artículo de Eduardo Bracier y Ester Martínez.

02 DE ABRIL DE 2020 · 16:00

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Foto de Nik Shuliahin en Unsplash.

¡Hay tantas personas que están angustiadas estos días por múltiples motivos! ¿Cómo puedo ayudar a mi familia, a mis hijos, a mis amigos, y especialmente a los que no pueden acompañar a sus seres queridos en sus últimos momentos de vida? ¿Cómo puedo comunicarles algo de consuelo?”

Estamos en medio de circunstancias totalmente nuevas para todos, y los pastores y líderes (incluyendo los padres al tener que explicar la situación a nuestros hijos) necesitamos la ayuda del Señor para que Él nos dé las palabras oportunas en cada situación y, por lo tanto, ante cualquier acción hemos de “orar como nunca”.

Nuestras Limitaciones

Debido a lo dictado por el Gobierno, no nos es posible realizar las visitas pastorales que normalmente forman parte de nuestro ministerio, ni en los hogares ni en los hospitales. Por lo tanto, estamos limitados a usar solamente la palabra: escrita y hablada a través de las nuevas tecnologías. En las UCI no es permitido (normalmente) el uso del teléfono y en muchos hospitales, tampoco en las otras salas de enfermos con el Covid-19. Así pues, nosotros,   los familiares y los enfermos se encuentran, dolorosa y ‘cruelmente’, incomunicados. Por lo tanto, nuestro ministerio está limitado a los familiares de los enfermos.

Nuestras posibilidades de ministerio de la palabra   

Debido a lo mencionado en el párrafo anterior, este artículo (nuestro ministerio) va a estar enfocado hacia los familiares, puesto que a los enfermos solamente podemos ‘tocarles’ por medio del instrumento poderoso de la oración (y de esto hablaremos en un momento). Hay distintas maneras de comunicación:

1. Palabra escrita: por medio de WhatsApp, correo electrónico, etc. Podemos ‘ponernos al lado suyo’ con palabras de ánimo, especialmente de la Escritura. Por ejemplo, el Salmo 46:1-3, 10 y un largo etcétera. Este aspecto debe ser comprendido como un ministerio en que muchos pueden participar. Podemos animar a otros miembros de la iglesia o de su grupo de hogar a ir enviando mensajes cortos a los familiares, asegurándoles sus oraciones.

2. Palabra hablada: Si se van transmitiendo los cultos de nuestras iglesias, que los familiares oigan sus nombres mencionados en oración, así sabrán que no son olvidados. Pero también las llamadas telefónicas van a ser nuestro principal instrumento para dar ánimos. Y ¿cómo se puede animar en estas circunstancias? Asegúrales: 

  • Que sepan que no están solos; estamos con ellos, a su lado, aunque sea a distancia.
  • Que sepan, a ciencia cierta, que el Señor también sufre con ellos (Is 63:9 y 57:15). 
  • Que crezcan en su visión del Omnipotente y Eterno Dios, que sigue siendo su Padre amante.
  • Que, aunque no entiendan lo que está pasando ni el porqué, el Señor no les ha abandonado (Is 49:14-16 y Rom 8:35-39) y un día lo verán desde otra perspectiva (Jn 13:7).
  • Anímalos a ‘devorar’ las Escrituras para fortalecer su fe. 
  • Que sus oraciones sean humildes y sumisas (sin exigencias) al desarrollo de la perfecta voluntad de Dios.

Unas sugerencias al hablar por teléfono

  • Prestar atención a la escucha atenta de la voz del familiar.
  • Tener algún versículo (¡corto!) o frase bíblica preparada para compartir cada vez que llamas.
  • Al terminar la llamada ofrece orar por y con el familiar.

Al orar por y con ellos expresa gratitud al Señor por Su presencia y por el hecho de que, serenamente, podemos poner nuestros a seres queridos en Sus manos. Para los que no conocen al Señor, Él es capaz de hablarles en los últimos instantes, cuando ya está fuera de nuestro alcance. Y para los que conocen al Señor, la muerte es la puerta por la que pasamos a una vida inmensamente mejor. Y no traspasan aquella puerta solos, porque el Yo Soy está al lado suyo, llevándolos por la mano. (Sal 23:4;  Is 43:2  Is 41:10 y un largo etcétera). Hasta en la UCI están bien acompañados, por el Señor (y esto sin contar con el hecho de estar rodeados de ángeles que les ministren según Heb 1:14). Sabiendo todo esto, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, podrá llenar nuestras mentes y corazones y también las suyas.

Unas preguntas y consejos generales

a) ¿No deberíamos estar preparando a los miembros de nuestras iglesias, por si acaso el Señor les llama a pasar por una UCI en cualquier momento de sus vidas? 

b) ¿No debemos acostumbrarles a recordar que el Señor está al lado suyo en todo momento y toda circunstancia?

c) Que tengan el hábito de “practicar la presencia del Señor”. 

d) Que desarrollen el hábito de aprender versículos de memoria, para que el Espíritu Santo se los pueda traer a su memoria en momentos de necesidad (Salmo 119:11).

Cuatro consideraciones finales

El coronavirus no está al mando: Sé que no descubro América al decir que Dios está en control. (Ef. 1:11). También montones de otros textos afirman que Dios está al mando del Universo. Tenemos que fijar nuestros ojos en el Rey que lleva la corona, y no en un (corona)virus. Pase lo que pase con nuestra salud o nuestra economía, nuestro omnipotente Padre celestial tiene todo bajo Su dominio.

El plan perfectamente sabio de Dios: Además de ser Omnipotente también tu Padre es Omnisciente, y, por lo tanto, sabe lo que hace. Él es capaz de redimir toda situación angustiosa para el bien de la humanidad rebelde. En Lucas 13:1–5 Cristo nos avisó sobre cómo distintas calamidades frecuentemente son usadas como una llamada de trompeta para despertarnos a nuestra realidad y la imperiosa necesidad de acudir a Dios. ¡Tantas veces este es el método que Dios utiliza para atraernos a Él! ¡Oh, si no fuéramos tan sordos a Sus reclamos sobre nuestra vida y Sus avisos sobre nuestra manera egoísta de vivir! También como cristianos podemos enredarnos y amar ‘las cosas’ más que a Él y también a las personas alrededor nuestro (Mat 10:37–39).

Nuestro Salvador nos hace valientes: Es triste que necesitemos un desastre global para darnos cuenta de que nuestra vida está en Sus manos (Salmo 31:15), y esto incluye nuestra misma respiración (Dan 5:23). Sabiendo esto podemos serenamente disfrutar de las implicaciones de Romanos 8:28, y el hecho de que nada nos podrá separar del amor de Dios (Rom 8:35-39). Meditando en todo esto, nos hacemos cada vez más valientes frente a cualquier peligro.

Confía en Él siempre: El celebre pastor John Piper solía enseñar a las generaciones de niños que pasaban por su iglesia un sencillo poema que, adaptándolo un tanto saldría así:

Cuando las cosas no salen como esperabas, di:

“Dios, para nuestro bien, siempre las transformas”.

Confía en Él siempre, en cada circunstancia, porque Él es digno de nuestra confianza total.

Frente del virus COVID 19, si nosotros no podemos curar, por lo menos podemos cuidar.

 

Eduardo Bracier y Ester Martínez son doctores en Psicología y expertos en pastoral y relaciones. Ambos son autores del libro 'Psicología para la vida diaria', publicado por Andamio.

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