Navidad en el desierto

Fue como vivir un instante celestial en medio de la ´nada´ habitada por el Espíritu de Dios.

24 DE DICIEMBRE DE 2012 · 23:00

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Tiempo atrás me tocó pasar la Navidad en el Sahara Occidental, territorio invadido por Marruecos desde 1976. En este lugar formé parte de un equipo de cooperantes internacionales que trabajábamos en diversos proyectos sociales. Por tratarse de un país musulmán y de una región en conflicto (el pueblo saharaui sigue reclamando su territorio), allí los extranjeros están muy vigilados. Reunirnos con los pocos creyentes del lugar significaba un grave riesgo para ellos. Sin embargo, deseábamos festejar unidos el nacimiento de nuestro Señor. ¿La solución? Irnos lejos de la ciudad, lejos de las miradas de los vecinos, lejos de los policías de civil, es decir, irnos al desierto. Y eso hicimos: alquilamos una jaima (carpa) y nos repartimos las tareas para que no faltara nada; queríamos pasar juntos un día completo, jugar, comer, alabar a Dios y orar. Fue una Navidad inolvidable! En la mañana del día fijado subimos los integrantes del equipo a nuestro Jeep y emprendimos la ruta al desierto, llevando alimentos y una guitarra. Al llegar al lugar, la jaima ya estaba armada y comenzamos a arreglar la mesa que pronto se cubrió de fuentes exquisitamente decoradas. Para los árabes, la estética es muy importante y sus comidas siempre son hermosas, además de ricas. Mis fuentes de ensaladas parecían preparadas por alguna de las mujeres nativas y me sentí contenta de poder compartir lo que la noche anterior había hecho con esmero y mucho amor. Cuando nos dispusimos a alabar al Señor, a la guitarra se unió un violín, las voces, la percusión… Tuvimos una fiesta de los sentidos y del espíritu, donde el arte en sus distintas expresiones (la música, la decoración de los alimentos y del lugar) alababa a Dios junto al viento del desierto. Fue como vivir un instante celestial en medio de la ´nada´ habitada por el Espíritu de Dios. Nuestro Creador nos ha dado dones y habilidades por medio de los cuales podemos glorificarlo. “Hemos dejado el campo de las expresiones artísticas al diablo”, decía el predicador Alberto Motessien el congreso COICOM 2011 (Asunción, Paraguay), llamando a los jóvenes cristianos a prepararse para ocupar esos espacios, en la música, las artes visuales y audiovisuales, la escritura. Sería bueno que al celebrar la próxima Navidad demos gracias a Dios por los dones con los que nos ha equipado y, al comenzar el nuevo año, nos propongamos darle alas a nuestras capacidades, explorar nuevas áreas de conocimiento, completar estudios que antes dejamos inconclusos, leer más, comenzar a pintar, a cantar, aprender a coser, investigar; capacitarnos y ocupar espacios desde donde podamos reflejar la luz de nuestro Salvador.

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