Coldplay y la transparencia

Algo se respiraba en el aire hace unas semanas, como que era un momento idóneo para que volviera Coldplay. Como en las anteriores ocasiones, todo parece cuadriculado: la expectación se crea a principio de primavera y el disco sale a las puertas del verano.

07 DE JUNIO DE 2008 · 22:00

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Parachutes (2000) les hizo sacar la cabeza por encima de muchos y les llevó a quedarse por un tiempo con la tan deseada etiqueta de ´banda revelación de favorita de los británicos´. Rush of Blood to the Head (2002) causó la explosión que les hizo expandirse por las radios comerciales del resto de Europa y Estados Unidos. Se trataba de canciones como “Clocks”, con esos famosos arpegios de piano que se han usado en todos lados (alguna promoción de TVE incluida). Se hizo de rogar X&Y (2005), pese a que se publicó sólo tres años después. Los rumores hablaban de la presión de tener que mantener el nivel, de todas esas cosas de que “el tercer disco es el más difícil”. Pero después de pasar meses en el estudio, surgió a la luz un trabajo hiperproducido, superretocado (demasiado profesional, para algunos) que dejó descubrir una grandiosa canción, “Fix You”. Parece como que toda la trayectoria de éste grupo surgido del mundo universitario de Londres ha estado marcada por el perfeccionismo. O esa sensibilidad extrema del vocalista Chris Martin. Un tipo de autoexigencia, o más bien, una ilusión sana por no decepcionar. Y junto a esta búsqueda por la ´excelencia´, como lo definiría un cristiano, la banda ha invertido mucho en no dejar de ser transparente. La dolorosa “The Scientist”, la épica “Politik”, la inyección de positivismo de “Yellow”, el sentimiento de inferioridad de “What If”, todo suena a auténtico. Nada de poses, ni de gestos forzados. En sus apariciones, en los conciertos, hay sonrisas francas, miradas limpias, intensidad y sudor en la frente. [Inciso: muy recomendable el dvd en directo “Live 2003”].
Es esta mezcla de sencillez y profundidad lo que identifica a personas tan diferentes –desde pijas a indies– con la música de Coldplay. Música sencilla. Armonías simples: tónica, subdominante, dominante, tónica. Y el acorde menor cuando nadie lo espera. Un inicio suave, un bridge potente, y otra vez un final suave. El bajo (Guy Berryman) toca las notas básicas, el batería (Will Champion) conoce perfectamente los pocos momentos en que ha de salir de su discreto segundo plano. El guitarra (Jon Buckland) toca cinco notas que encajan a la perfección, y Chris Martin pone el resto con ese carisma melancólico y una voz que le pone a la altura de Tom Yorke de Radiohead, o Bono de U2. Y claro está, el piano, que Coldplay hizo resurgir como instrumento protagonista. CANCIONES TRANSPARENTES De lo que hay en el corazón habla la boca. Martin describe en sus canciones de “lágrimas que fluyen por la cara / cuando pierdes algo que sabes que no puedes recuperar”. También, de la necesidad de toda persona de ser comprendida: “Desde el principio de tu propio camino / simplemente quieres a alguien / que escuche lo que dices”. Mezclando muchas veces sentimientos con preocupaciones metafísicas, Martin susurra: “Sé que hay algo que está roto / e intento solucionarlo / sea de la forma que sea”. Incluso hay piezas que amagan una búsqueda espiritual y hablan de un “pesado corazón / [que] está hecho de piedra / …no has de estar a solas contigo mismo”. En otras ocasiones, la vida queda resumida de forma resignada: “irás hacia atrás / y entonces / hacia adelante / otra vez”. Lo que salta a la vista de Coldplay es la empatía que crean con quienes les escucha. Porque exponen sus dudas más profundas sin complejos de autosuficiencia. Se preguntan sobre el sentido de la vida de una forma natural. Y lanzan interrogantes sobre el individuo, sobre el mundo que les rodea. Uno de sus singles, “Trouble”, resume una realidad que Coldplay reconoce: “Veo una tela de araña / y soy yo el que está en medio de ella / así que me tuerzo e intento girarme / aquí estoy, en mi pequeña burbuja”. La canción termina sentenciando hasta tres veces: “Han hilado una red para mí”. Una red que limita la libertad de cualquier persona. Llega el verano y, después de vender 21 millones de discos, Coldplay se vuelve a presentar en sociedad con un nuevo single, que ha recibido muy buenas críticas: “Violet Hill”. Las grandes radios, televisiones musicales, revistas especializadas, muchos ya especulan sobre lo que los británicos tienen que ofrecer. A mediados de junio estará disponible el álbum entero. De momento, ya se sabe que el título es doble. Se llamará ni más ni menos que Viva la vida or death and all his friends. El título suena a interrogante. Esperemos que haya más transparencia. Autor: Joel Forster

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - 33RPM - Coldplay y la transparencia