Batallas de un joven

Ser joven y cristiano y vivir en el siglo XXI no es tan sencillo

ESPAÑA · 08 DE JULIO DE 2016 · 15:33

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Me voy a presentar, aunque mi nombre realmente no importa. Pero sí puedo decir que estoy en mi segunda década de vida. Nunca me he planteado contar mis pensamientos por escrito, pero surgió ese deseo en mí no hace mucho.

Me gusta la música, estar con mis amigos, pasear; la fotografía y el video son mi pasión.

He sido criado en un ambiente familiar estructurado y con valores cristianos. Desde pequeño he ido a la iglesia, a campamentos cristianos, encuentros, campañas de evangelización, etc. Acepté al Señor como mi Dios y Salvador de niño, y me bauticé unos años después, en mi adolescencia. Mi vida no ha sido un caminito de rosas, pero he podido ver y sentir el poder de Dios.

Ahora ya me conoces un poco más. Me considero un joven cristiano normal, pero no todo es perfecto o bonito. En realidad, estoy aparentemente limpio por fuera… pero realmente sucio por dentro. Si eres joven, o has pasado por la época de la juventud, ya sabes de lo que hablo.

Un joven de hoy en día está muy expuesto a las tentaciones pecaminosas de la lujuria y deseos sexuales. En los tiempos que corren, todo gira en torno a la sexualidad. Lo podemos ver en la televisión, en la música, en los bailes, en los anuncios… prácticamente todo está infectado por la sexualidad mal interpretada por el ser humano.

El enemigo ha trastornado, ha cambiado el sentido, de uno de los mayores regalos que nos ha dado Dios, dentro del matrimonio -repito, dentro del matrimonio. El sexo no es más ni menos que un regalo de Dios, porque a través de esta unión, de esta relación, entre un hombre y una mujer, Dios nos da nuestra descendencia.

Pero, ¿qué pasa? Que el enemigo ha decidido utilizar ese regalo y tergiversarlo para convertirlo en algo totalmente diferente.

Si eres padre o madre y estás leyendo esto, por favor cuida a tu hijo o hija de todo esto: de la pornografía, de las películas con escenas de sexo, de la música que escuchan, de las amistades que tiene… Cuídale y estate atento o atenta a estas cosas.

¡Hoy en día es tan fácil, pero tan fácil, que sean enganchados por el anzuelo de la pornografía, la lujuria y el deseo descontrolado de la sexualidad fuera del matrimonio! Sólo con un clic, al alcance de cualquier persona, se encuentra todo esto. También en las redes sociales, o simplemente en cualquier programa de televisión denigrante, que se exhibe a la mujer como un objeto sexual, sin darle ningún tipo de valor.

Es la triste realidad de hoy en día.

La Biblia nos habla de esto. En Gálatas 5:19 dice así: ‘Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia.’

En el siglo XXI si no has tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, eres un bicho raro, un amargado, un desgraciado o una persona que no sabe vivir la vida. Así es como lo pinta el mundo.

Pero en 1 Corintios 6:18-20 dice así la Palabra de Dios: ‘Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.’

Probablemente si eres padre o madre podrás pensar: ‘mi hijo o hija nunca será así, o nunca estará enganchado a la pornografía o con problemas de masturbación’.

Tengo una mala noticia, probablemente mis padres pensaron lo mismo de mí y tristemente se equivocaron. He estado enganchado a la pornografía desde mi adolescencia, y os puedo asegurar que ha sido, y está siendo mi mayor batalla. Llevo mucho tiempo luchando, y el enemigo solo ha querido pisotearme, desgarrarme y destruirme. Sabe que soy un hijo de Dios, y que mi mayor deseo es seguir a Cristo y compartir el amor que me da, con las personas que me rodean.

La pornografía es como una droga: primero te atrae, después te engancha, te trastorna, te cambia por dentro, te hace más débil, te discapacita, y finalmente te destruye.

Es duro decir que soy un hijo de Dios cuando estoy enganchado a tal pecado. Es duro de oír, duro de leer, pero más duro es vivirlo. Soy un joven muy débil y me pregunto muchas veces: ‘¿por qué soy tan débil? ¿por qué a la hora de luchar no tengo la fuerza para resistir los ataques del enemigo?’

Pero creo que he encontrado la respuesta, y es porque no deposito todas mis cargas y preocupaciones en las manos de Dios. Es decir, quiero luchar, y lucho, pero apenas recibo un ataque y ya he caído en el pecado. ¿Por qué me ocurre esto? Porque cometo el error de querer luchar yo solo, sin nadie, sin Dios, yo contra el enemigo. Suena muy valiente, pero es lo más estúpido que he podido hacer.

Esta batalla solo la puede ganar Dios, cuando yo le deje todas mis cargas y toda mi debilidad a Él.

Los pensamientos siempre vendrán, y las tentaciones, pero hay que poner barreras y no caer en el pecado.

Es una batalla muy difícil y  muy complicada, pero no imposible.

Dios en su palabra nos deja este mensaje, en Mateo 28:20: ‘Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.’

Es la promesa de Dios, estará con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. No estás solo en esta batalla. Dios es el Rey de los ejércitos, y esta batalla solo la puedes ganar si dejas que Dios la lidere.

Filipenses 4:8 dice: ‘Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad’. Para tener muy en cuenta.

 

 

Joe Sensenom – Estudiante – España

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