Sociedad esquizofrénica

La palabra «esquizofrenia» procede de dos términos griegos que significan escisión (o división) e inteligencia, lo cual da a entender algo así como una inteligencia dividida, dual.

ESPAÑA · 12 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 18:05

Foto: Héctor J. Rivas,
Foto: Héctor J. Rivas

La palabra «esquizofrenia» procede de dos términos griegos que significan escisión (o división) e inteligencia, lo cual da a entender algo así como una inteligencia dividida, dual.

En el terreno psiquiátrico, se refiere a un grupo de enfermedades que se caracterizan por una disociación específica de las funciones psíquicas, lo cual implica falta de percepción de la realidad, alteraciones en la percepción o en la expresión de la alteración de la realidad, creencias falsas, un pensamiento poco definido o confuso, etc.

El diagnóstico (no siempre fácil) de esta enfermedad se basa en el grado de intensidad de estos y otros síntomas. Un esquizofrénico es lo que vulgarmente se conoce como un loco. Según las estadísticas, la esquizofrenia afecta a un 1% de la población mundial y tiene mayor prevalencia en los países desarrollados: es decir, a más desarrollo, más locura.

Ahora bien, sería absurdo negar que estos síntomas mencionados afectan (aunque sea en una mínima medida) al 100% de la sociedad. En ese sentido podemos decir, sin temor a equivocarnos, que vivimos en una sociedad esquizofrénica.

Quizá el síntoma más inequívoco de esa condición mental es el cúmulo de contradicciones en que está inmersa la sociedad y que, paradójicamente, le permiten mantener y practicar conceptos totalmente opuestos que su mente enfermiza deja convivir en incoherente armonía. Por si alguien lo duda, véanse a continuación algunos ejemplos.

 

Ejemplos

Se lamenta la violencia y sus consecuencias, pero se fomenta continuamente en películas, videojuegos, etc., y hasta se les regalan a los niños juguetes bélicos. Y luego se espera que estos mismos niños sean pacíficos y que practiquen la no violencia.

Se defiende la igualdad y la dignidad de las mujeres con respecto a los hombres, pero se las trata (o se tratan ellas mismas) como objetos sexuales en la publicidad, la televisión, los espectáculos, etc. Mientras que ellos se visten y actúan «normalmente», ellas lo hacen frecuentemente de forma sexy y provocativa. Como canta incisivamente Leonard Cohen: «Había tanta gente que tuviste que prescindir de tu ropa».

Se critica severamente a los políticos corruptos, pero no se le da importancia a evadir impuestos en el IVA, el IRPF y otros. Los ciudadanos no parecen (o no quieren) darse cuenta de que millones de pequeños fraudes superan con mucho unos pocos fraudes millonarios en su montante total.

Se demandan sueldos más altos (lo cual es justo), pero la productividad en nuestro país está por debajo de la de otros países de nuestro entorno. ¿No debería haber una correlación entre salarios y productividad?

Se dice que hay mucha pobreza en nuestro país, pero los bares y restaurantes están llenos, y los futbolistas cobran cantidades millonarias... ¡que pagan los aficionados! Los premios millonarios de las distintas loterías los pagan los que se juegan el dinero de esta manera, ¡no el Estado! Y todo eso sin contar los millones que se gastan los ciudadanos en prostitución y otros vicios, y las toneladas de alimentos que se arrojan diariamente a la basura…

Se propugna la no discriminación por las tendencias sexuales de los ciudadanos mientras que (por ejemplo, en otros países) se imponen fuertes multas a pasteleros por negarse a escribir eslóganes homosexuales en las tartas. Se multa a los varones que vayan por la calle con el torso al aire, pero se permite que el colectivo LGTB haga toda clase de obscenidades el día del Orgullo Gay. 

Se enarbola la bandera de la libertad en todos los ámbitos, pero se impone a la sociedad el pensamiento único con respecto a los principios éticos y religiosos, que se presenta como una «vaca sagrada» intocable e innegociable. 

Se produce un escándalo de dimensiones virales cuando una madre (quizá por profunda depresión) arroja a su bebé de unos días a un contenedor de basura, pero a la mayoría de la sociedad le parece aceptable que millones de bebés no nacidos sean arrojados a contenedores de basura hospitalarios (cuando no son troceados y vendidos como mercancía). 

Se gasta alegremente el dinero en lujos innecesarios y diversiones. Sin embargo, se reclama a los distintos Gobiernos toda clase de prestaciones y, sobre todo, que no haya «recortes». ¿No sería mucho más justo que fuéramos más solidarios con los demás y más austeros con nuestros gastos en tiempo de crisis en vez de esperar que los políticos hagan milagros? ¡Con los 175 000 kilos de tomate arrojados en la «tomatina de Buñol» se podría proporcionar una abundante ensalada a una población de más de más de 350 000 habitantes o a mil personas diariamente durante un año! Demencial.

 

Análisis

La lista podría alargarse pero, como muestra, es suficiente. Lo importante es preguntarnos por las causas y el remedio de esta «esquizofrenia social». Está claro (a la luz de la experiencia y la enseñanza bíblica) que el ser humano no está controlado por la razón sino por la sinrazón de pasiones y deseos desordenados que lo conducen a un relativismo en el que todo vale con tal de satisfacer su codicia: aunque esto produzca resultados totalmente incoherentes y contradictorios.

El remedio lo tenemos ejemplificado en la curación del endemoniado gadareno (manifiestamente esquizofrénico) efectuada por Jesucristo, al que finalmente vemos «sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio» (Lucas 8:35).

Solo la obra redentora del Hijo de Dios puede devolver la cordura a esta sociedad esquizofrénica.

 

Demetrio Cánovas Moreno - Editor jubilado - San Luis de Sabinillas (Málaga)

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