Occidente frente al humor o la blasfemia

ESPAÑA · 27 DE ABRIL DE 2024 · 03:26

,

Los acontecimientos dramáticos del pasado 7 de enero de 2015, que se saldaron con 12 personas asesinadas por terroristas de Al Qaeda en el atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo, ponen de relieve la delicada frontera entre el humor y la blasfemia. Incluso en su estilo crítico, el humor tiene sus límites y cuando estos se sobrepasan nos encontramos con la blasfemia e, incluso, el desprecio.

La opinión de los musulmanes (pero no la de los terroristas, invalidada por sus métodos), en cuanto a sus quejas, ha de tenerse en cuenta sin ampararnos en el derecho de la libre expresión que reclama occidente. El humor no debe tener “carta blanca” que le permita sobrepasar los límites que otros modos de expresión respetan.

Precisamente, días después de los atentados, el polémico humorista francés Dieudonné era detenido por comentarios relacionados con ellos y acusado de apología del terrorismo. Este se justificó amparándose en su derecho a la libertad de “mofarse de todo”. Francia, concretamente, tiene el eslabón muy alto en cuanto a humor satírico, pues el mal gusto y la mofa predominan bastante en medios y espectáculos del país vecino.

Pero si Mahoma resulta ser un blanco muy seductor para el humor gráfico occidental, y ello a pesar del freno que han supuesto las amenazas de los radicales, no menos ha sido la sátira que ha sufrido la propia religión cristiana. Jesucristo ha sido, lamentablemente, el protagonista de muchas viñetas, comentarios televisivos y expresiones verbales que atacan la dignidad del Hijo de Dios.

El propio Charlie Hebdo publicaba un dibujo denigrante contra la Trinidad en su portada del 6 de noviembre 2012 por citar algún ejemplo. En España es el Gran Wyoming quien no se muerde la lengua cuando intenta ganarse el público con sus pullas de mal gusto contra la religión.

No parecen molestarle, al ciudadano occidental, las burlas sobre Aquél que se ha erigido como nuestro salvador al precio de su sufrimiento y muerte, y los españoles quizás seamos a los que menos importe. La expresión “me cago en D…” es un ejemplo significativo, y parece no molestar a nadie. La introducción que Juan hace en su evangelio denuncia esta realidad cuando declara: “A lo suyo vino [Jesús], y los suyos no le recibieron” (Jn 1:11).

Este rechazo no tardó mucho en sufrirlo por sus propios contemporáneos, y ejemplos encontramos a lo largo de su vida. Pero lo más extremo lo tenemos cuando Cristo colgaba de la cruz mientras muchos judíos se mofaban cruelmente de Él. Cortas se quedaron las crudas burlas de Herodes unas horas antes o las de los soldados romanos al coronarle con espinos. Pero Cristo no se defendió ante ninguna de ellas.

Hoy tampoco Jesús necesita que alguien le defienda. Él, que nos mandó amar a nuestros enemigos, ¿no dará el ejemplo supremo? Jesús no considera a nadie como enemigo. Incluso quien le clavaba las manos sobre la cruz recibió una tierna mirada del Señor. Su clamor fue: “Padre, perdónalos,  porque no saben lo que hacen…”.

Su gran amor es lo único que encontrarás en todo el relato de su crucifixión. Lo que quiere subrayar es que esto lo pasó por su propia decisión, que si dio su vida fue porque quiso, y la volvió a tomar porque tenía poder para hacerlo. Lo hizo para salvarnos. Lo hizo por nosotros.

Tú no eres su enemigo, aunque te burles satíricamente de Él. No enviará contra ti a ninguno de sus ángeles, sino que susurrará a tu corazón la tierna frase: “El que cree en mí, tiene vida eterna” (Jn 6:47).

 

Daniel Abad – Dirección editorial – Denia (España)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - DANIEL ABAD - Occidente frente al humor o la blasfemia