“Mi padre me decía: puedes cambiar de religión, pero no hacerte cristiano”

Ab Shaik es un ex musulmán de la India. Su misión, dice, es poder llevar el mensaje del evangelio a sus compatriotas en un contexto hostil.

Verónica Rossato

ANTEQUERA · 19 DE FEBRERO DE 2019 · 17:41

Ab Shaik, misionero entre musulmanes en India. / V. Rossato,
Ab Shaik, misionero entre musulmanes en India. / V. Rossato

Ab Shaik nació en el sur de la India hace 46 años, en una familia musulmana. No obstante, se educó en una escuela bautista porque su familia consideró que allí accedería a un buen nivel de enseñanza. “Recuerda, vas solo para estudiar y no escuches lo que enseñen sobre religión porque ellos van a intentar convertirte al cristianismo”, le advirtió su padre.

Ab obedeció y cuando al inicio de la jornada les contaban una historia bíblica, él simplemente no prestaba atención. Recibió más de una vez una Biblia de mano de los Gedeones que visitaban la escuela. La recibía y luego la tiraba, pero un día decidió conservar un Nuevo Testamento, lo escondió en su casa y allí quedó olvidado hasta varios años después. A los 17 años Ab concluyó el ciclo superior en el colegio bautista y comenzó una diplomatura en mecánica general en un instituto del gobierno.

Pudimos hablar con él porque está en España, donde visita varias iglesias en estos días. En India quedaron su esposa y sus dos hijas, de 13 y 10 años. La conversación se dio en el marco de una conferencia sobre Liderazgo y Discipulado realizada en Manantiales de Vida (Antequera), y allí nos contó que a su hija más pequeña “Dios la sanó de cáncer”. También habló sobre la mala relación con su padre durante la juventud, las continuas peleas entre ambos y el desánimo que lo llevó a un intento de suicidio en 1992. “Fue después de una discusión. Salí de casa y me fui al campo en busca de un veneno que se utiliza en agricultura. Después que lo bebí, oí una voz que me dijo: “Por qué quieres matarte?”. Regresé a casa de mi padre y él me llevó urgente al hospital”.

 

BÚSQUEDA DE DIOS

Después de ese episodio, Ab comenzó a buscar a Dios. Tenía algunos amigos ex compañeros de colegio y ellos le hablaban de Jesús. Pero él tenía un problema: “Para nosotros, Jesús era para las castas bajas. Mi padre siempre me decía: Puedes cambiar de religión, pero no hacerte cristiano”.

También en el curso de mecánica un compañero le hablaba de Jesús. “Siempre buscaba la manera de predicarme. Como sabía que me gustaba leer, me prestaba libros para el viaje de 40 km que hacía en tren entre el instituto y mi casa. Uno de esos libros llamó mi atención porque estaba escrito por un hindú de casta alta. Allí pude leer cómo Dios creó a los humanos, cómo el hombre perdió su caminar con Dios y luego Dios vino a nosotros. También explicaba cómo recibir al Señor”. Era el 9 de junio de 1992 y Ab hizo una oración a Dios, sintiendo en aquel momento como si alguien removiera el peso que él cargaba. Entonces, fue lleno de gozo y paz.

 

Ab Shaik se encuentra en España estos días, visitando iglesias. / V. Rossato

Después de esta experiencia, recordó el Nuevo Testamento que había escondido años atrás. “Lo busqué y lo leí en tres días. Luego busqué a mi amigo y le dije que quería bautizarme, pero él no me tomó en serio. Cuando le expliqué que había aceptado al Señor, me llevó a hablar con un pastor de una iglesia nueva, de 15 o 20 personas. Asistí allí cada día durante tres meses y el 30 de agosto el pastor me bautizó”.

 

EL LLAMADO

Dos meses después Shaik recibió el llamado Dios a trabajar entre los musulmanes de su país. Fue en un campamento para nuevos convertidos, organizado por la Unión Evangélica de Estudiantes. “El predicador habló de Moisés y de Pablo, de cómo ellos tenían amor por su pueblo. Yo caí al suelo llorando y le dije a Dios: Señor, quiero trabajar entre mi pueblo”.

La relación con su padre siguió tensa. Al enterarse de que se había convertido al cristianismo, su padre le dijo que podía orar y leer la Biblia, pero solo en la casa. Ab le respondió que quería ir a la iglesia. “Durante dos años fue una lucha”, comenta. Finalmente, cuando terminó la carrera de mecánica general fue al norte del país, a una escuela de discipulado de JUCUM. Luego de seis meses hizo otra capacitación por seis meses más. Tenía claro que quería ser misionero. Pensó que podría hacerlo como obrero biocupacional y comenzó a trabajar en una empresa, haciendo control de calidad de tanques de petróleo. Durante 4 años fue rotando por diferentes estados, de un extremo a otro del país. Hasta que llegó el mes de mayo de 2001 y sus padres buscaron una chica musulmana para que se casara.

Ante esta difícil situación, no faltaron los hermanos en la fe que le dieron ánimo, y el Señor le habló a través de una palabra en Mateo 9: Sígueme. “Yo pregunté al Señor: Dónde quieres que vaya? Y Dios me respondió que primero a mi tierra, a los míos. Obviamente, no me casé con aquella chica musulmana, decidí dedicarme enteramente a la evangelización de musulmanes”.

Ab oró al Señor pidiéndole compañeros para formar un equipo, conoció a otros ex musulmanes que se congregaban en una nueva iglesia y le presentaron al pastor. “Fui allí como siervo, dispuesto a hacer cualquier tarea, limpiar el templo, los baños, lo que hiciera falta. Durante la semana hacía caminatas de oración con JUCUM y los domingos iba a la iglesia. Después de dos años y medio pudimos organizar en JUCUM un curso sobre cómo trabajar con los musulmanes y realizamos un video en idioma urdu”. 

 

PLANTACIÓN DE IGLESIAS

 

Shaik ha fundado varias escuelas para líderes en India. / V. Rossato

Aunque el pastor de la iglesia y su hermana eran ex musulmanes, no querían trabajar entre musulmanes. Ab oraba por ellos y en el 2003 Dios les habló. “Comenzamos una escuela de entrenamiento con la hermana del pastor. Él fue uno de los estudiantes y me pidió perdón por no haber entendido mi llamado antes”, comenta.

En octubre de 2004 ya había un grupo de seis musulmanes convertidos a Cristo. La cosecha se multiplicó y pronto se abrieron seis iglesias caseras y hubo entrenamiento de líderes. Ab trabajó también en otro estado donde ahora hay un grupo de ex musulmanes. Viajó varias veces hacia el oeste y también allí quedó establecido un grupo.

 

SEGUIDORES DE JESÚS

Bajo el cielo azul de Antequera, respirando el aire frío de febrero, Ab habla con entusiasmo sobre cómo se expande el evangelio entre los musulmanes en India (el segundo país con mayor población musulmana, luego de Indonesia). “Siempre motivo a los nuevos convertidos a compartir su fe con la familia y les enseño que no digan soy cristiano, sino soy seguidor de Jesús. Les explico: Tú naciste musulmán, eso es tu ADN, no cambia, naciste así. Pero tu fe puede cambiar”. De esta manera, Ab sabe que el nuevo creyente puede ser reconciliado con su familia y que no se va a repetir su mala experiencia. “Yo le dije a mi padre: soy cristiano, y eso fue un error. También fue un error irme de la casa, dejar a mi familia. Es mayor el impacto si un ex musulmán ora y lee la Biblia con su familia”, asegura.

 

La India es uno de los países con un mayor número de musulmanes del mundo. / Fancycrave.com, Pexels

En India hay 250 millones de musulmanes. Uno de cada tres del total en el mundo. Ab lleva 24 años trabajando entre ellos. Al menos diez días al mes está en las calles, predicando junto a otros ex musulmanes convertidos. A veces se siente agotado por la presión económica. “Necesito dinero para viajar y predicar, para visitar grupos de convertidos en diferentes puntos del país. Oro por provisión, estabilidad y sostenibilidad. A veces pensamos: Hasta aquí… Pero el llamado es real y hasta nuestro último día sobre la tierra seguiremos predicando a los musulmanes en India”.

Para un extranjero es muy difícil hacer la labor que Ab y otros ex musulmanes realizan. El gobierno controla y expulsa a los extranjeros, de ahí la importancia de apoyar a los obreros autóctonos de esta tierra en la que la primera comunidad cristiana fue establecida hace aproximadamente 2000 años, se cree que por la predicación del apóstol Tomás.

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