MWC: la vida infinito punto cero

5G, realidad virtual e inteligencia artificial han sido algunos de los servicios más destacados en la nueva edición del Mobile World Congress. 107.000 personas han visitado el evento durante esta semana.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 02 DE MARZO DE 2018 · 12:15

El interior del recinto en el que ha tenido lugar el Mobile World Congress. / Jesús Muñoz,
El interior del recinto en el que ha tenido lugar el Mobile World Congress. / Jesús Muñoz

En la película Her se relata cómo el protagonista de la historia se enamora del servicio asistente de su ordenador. Una inteligencia virtual que le habla y le escucha, como si conociese sus sentimientos, lo que le gusta o lo que le hace estar de mal humor. A la remota o factible posibilidad de que esto acabe convirtiéndose en una realidad, tan sólo la juzgará el imparable desarrollo de la tecnología y su incidencia sobre las vidas de las personas. Y, hasta ahora, hay muchos indicadores que apuntan a ese extraño camino futurista.

El Mobile World Congress ha celebrado una nueva edición durante esta semana en Barcelona. Según informa el servicio de prensa de la organización del evento, más de 107.000 personas no se han dejado intimidar por los 799 euros que costaba la entrada más barata, y han acudido a un recinto ferial en el que ha habido 2.400 compañías expuestas.

 

Una pequeña muestra de relojes inteligentes. / J. Muñoz

El evento no deja de representar una fuerte carga ética. El gerente de GSMA, John Hoffman, que es la compañía que organiza el evento, ya ha manifestado que en 2019 Barcelona volverá a acoger el congreso. “El Mobile World Congress no sólo es un congreso tecnológico, también es un escaparate para las marcas para venderse y ofrecer lo mejor que tienen. Un escaparate que mueve mucho y mucho dinero. Ofrece un programa muy amplio de metas sostenibles de desarrollo, con hasta 17 objetivos. Uno de ellos es ‘El consumo y la producción responsable’, cuyo objetivo veo lejos de alcanzar en una industria que apremia al consumidor a consumir”, manifiesta Jesús Muñoz, ingeniero superior en informática que lleva 10 años trabajando en el sector y que incluso ha estado un año en Sillicon Valley, sede de algunas de las multinacionales tecnológicas más poderosas del mundo.

 

Infografía: Mobile World Congress: de lo que se hablará en esta edición | Statista

A los 471 millones de euros de impacto para la economía local que, dice Hoffman, ha generado el Mobile World Congress, hay que contrarrestarles las luchas y la explotación infantil en las que se basa mucha de la obtención el coltán (un mineral indispensable en la fabricación de la mayoría de los teléfonos móviles y que se extrae principalmente de la República Democrática del Congo), además de las extremadamente precarias condiciones laborales que se dan en algunos de los lugares en los que se fabrican muchos dispositivos hoy en día.

“Este crecimiento tiene varias implicaciones a nivel de querer consumir y obtener siempre los últimos dispositivos pero también, por otro lado, por lo que respecta el desarrollo de todos estos dispositivos a nivel de material y mano de obra barata. Se sabe que mucha de esta tecnología se desarrolla en países donde los derechos laborales son inexistentes y las empresas se aprovechan de los empleados”, remarca Muñoz.

Pero esta dualidad de desarrollo tecnológico no se expresa solamente a través de congresos multitudinarios por un lado y el fomento de los trabajos forzados por el otro, sino que también se introduce de lleno en la dimensión moral del uso que se está haciendo de ello.

 

ENTRE LA UTILIDAD Y LA DEPENDENCIA

 

Muñoz probando un dispositivo de realidad virtual. / J. Muñoz

La conectividad en red 5G, la inteligencia artificial y la realidad virtual han sido algunos de los servicios más destacados en esta edición del congreso, según explica Muñoz, que ha asistido al recinto en el que las empresas han expuesto sus novedades y productos más destacados. Claves que, tal como dice, giran alrededor de la puja por el consumo digital.

“El consumidor cada vez interacciona más con el mundo digital, donde se producen transacciones y una conectividad constante, generando datos con los que se pueden ofrecer cada vez más servicios. Esto afecta a la vida del consumidor y ofrece una conexión del usuario con el mundo digital constante, donde, prácticamente, el mundo digital acaba conociendo mejor al usuario que él mismo”, señala.

Por otro lado, Muñoz se pregunta si la dirección que se ha tomado implica una desconexión cada vez mayor con el entorno personal. La imagen, ya típica, de un grupo de personas tomando un café en una terraza y mirando hacia abajo, moviendo los pulgares a toda velocidad encima de una pantalla táctil. “La tecnología del consumo nos lleva al sentido de la inmediatez, al ahora y aquí y sin movernos del sofá. Nos hacemos puros consumidores, pero ¿qué aportamos aparte del rastro, de la huella que dejamos? ¿Qué hay también del esfuerzo de conseguir algo y que no sea inmediato?”, insiste el ingeniero.

Es precisa, pues, la reflexión sobre si los beneficios de esta conectividad y comodidad digital se acaban convirtiendo, o no, en una metáfora de perjuicio que pasa inadvertida desde la pantalla.

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