“Mi padre tenía una extraordinaria devoción por Jesús”

El pastor Gary Wilkerson, próximo conferenciante del 8º Congreso Evangélico, habla sobre el ejemplo de su padre David Wilkerson y el impacto que ha tenido en su vida.

Redacción PD

MADRID · 09 DE MAYO DE 2017 · 11:20

Gary Wilkerson será uno de los ponentes del próximo Congreso Evangélico que se celebrará en Madrid. / Fb Pastor Gary Wilkerson,
Gary Wilkerson será uno de los ponentes del próximo Congreso Evangélico que se celebrará en Madrid. / Fb Pastor Gary Wilkerson

Entre las muchas actividades que se llevan a cabo en todo el mundo para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma durante 2017, Madrid acogerá un Congreso Protestante del 12 de julio al 14 de julio.

Uno de los conferenciantes será el pastor y presidente de World Challenge, Gary Wilkerson. Su padre David fue mundialmente conocido por su ministerio de predicación y como fundador de Teen Challenge, una entidad cristiana que ayuda a los jóvenes a salir de las adicciones o la violencia.

Ahora Gary también lidera una entidad de ayuda a los necesitados con presencia en unos 60 países, donde además de la asistencia a necesidades físicas procuran llevar el mensaje restaurador del evangelio.

En la entrevista, Gary Wilkerson destaca la importancia de los principios de la Reforma y el impacto que esta tiene todavía hoy en nuestro mundo. Explica que “la sana doctrina es crucial, porque a veces en el movimiento carismático pentecostal no estamos arraigados y basados en la Palabra de Dios”. Pero, al mismo tiempo, “muchas iglesias están olvidando el hecho de que la Biblia predica y enseña que el Espíritu Santo todavía se mueve poderosamente hoy, todavía unge la predicación del evangelio, todavía sana a los enfermos y toca la vida de las personas de manera milagrosa”.

Wilkerson es también el autor de “La cruz, el puñal y el hombre que creyó”, un libro sobre su padre, David Wilkerson, de quien recuerda que “tenía una gran devoción por Jesús y un profundo amor por su familia”.

Gary Wilkerson respondió a las preguntas de Evangelical Focus en la siguiente entrevista (que se publicará en dos partes en Protestante Digital):

 

Pregunta. David, conocías a tu padre David Wilkerson mejor que nadie. ¿Qué destacarías de él más allá de su figura pública?

Respuesta. Creo que hay dos cosas que sucedieron entre bastidores, que mucha gente no sabía de mi padre. La primera es que él tenía una extraordinaria devoción por Jesús. Podía pasar cuatro, seis, a veces hasta ocho o diez horas, encerrado en su estudio dedicado a la oración, estudiando la Palabra, con su Biblia marcada y subrayada. Se tomaba muy en serio el seguir a Jesús de todo corazón. Creo que él comprendió que vivimos en un mundo de personas que persiguen el materialismo, sus propias ambiciones, y él quería estar seguro de que ponía su corazón en buscar el rostro de Jesús.

En segundo lugar estaba su vida familiar, aunque era un predicador fuerte, y profético en su palabra, cuando estaba en casa era muy alegre y feliz. Le encantaba estar con su familia. A mí, como su hijo mayor, me llevaba a dar largos paseos en bicicleta, jugábamos al fútbol y al baloncesto juntos. Le encantaba hablar conmigo y con mi familia, y con mis hijos también cuando crecí, acerca del Señor. Él nos acompañaba a mí y a mis hijos, y compartía sobre Cristo con nosotros.

Trato de incorporar esas dos cosas en mi propia vida, establezco una importante cantidad de tiempo todos los días para estar con el Señor, y realmente pasar tanto tiempo como pueda amando a mi esposa e hijos.

 

P. Cuando su padre estaba uno de los mejores momentos de su carrera, alrededor del año 1987, fundó una iglesia en un barrio peligroso de Times Square en Nueva York y dedicó su vida a cuidar a los marginados de la sociedad. Lo hizo dejando la vida pública -medios, políticos, incluso recibió llamadas de los presidentes de Estados Unidos-. ¿Sabes por qué tomó esa decisión?

R. A mediados de los años ochenta él viajaba por todo el mundo predicando, a veces cinco noches seguidas en cinco ciudades diferentes. Se dio cuenta de que comenzaba a predicar los mismos sermones una y otra vez, no se sentía fresco, por lo que se tomó casi un año de descanso y comenzó a pasar más tiempo a solas con el Señor, más intensamente.

Era amigo de un hombre llamado Leonard Ravenhill, que también era un gran reavivador y predicador. Le dio muchos libros de la Reforma: Calvino, Zwinglio, Lutero y los escritores puritanos de Inglaterra. Se dio cuenta de lo diferentes que eran sus voces de las de los predicadores modernos, que parecían blandos y triviales en comparación con la profundidad que tenían estos hombres. Pasó un año estudiando y buscando profundamente a Dios, y de ahí nació un deseo no solo de tener un profundo conocimiento de Dios, sino de poder conocer a Dios de una manera que te hace amar a la gente profundamente. Eso puso un amor en su corazón para reiniciar el ministerio que comenzó en 1958 en la ciudad de Nueva York, trabajando con miembros de pandillas, llegando a personas como Nicky Cruz, de quien habla el libro “La cruz y el puñal”.

 

Nicky Cruz, líder de una pandilla en Nueva York, aceptó a Cristo con el pastor David Wilkerson, en la convulsa Nueva York de los años 60.

Él quería volver a la ciudad, y dejar testimonio de que Dios tiene el poder de dar vida en medio de las situaciones más oscuras. La ciudad era horrible en ese momento, la calle 42 estaba llena de prostitución, venta de drogas, cine para adultos... Así que él comenzó una iglesia a una manzana de distancia de eso, justo en Times Square, y comenzó a llegar a los pobres, los perdidos, los solitarios, los rotos. Pasado un tiempo, miles de personas se reunieron allí, y ahora la iglesia tiene alrededor de 10.000 personas.

Creo que todo el barrio se ha transformado totalmente a través de la oración. Si caminas por Times Square, en vez de encontrar teatros para adultos, pandillas o ventas de drogas, encontrarás tiendas de Disney, restaurantes, lugares para jugar, parques. Es un mundo totalmente nuevo ahora, y creo que es el poder del evangelio, muchas vidas se han transformado. A lo largo de esos años de ministerio exitoso, fue invitado a estar en la Casa Blanca, el Congreso, en los medios de comunicación, entrevistado en programas de éxito ... Pero él quería ser un hombre resguardado por Dios, no quería publicidad.

Creo que fue un llamado profético de Dios, en una generación en la que los pastores se sienten atraídos por la popularidad, el éxito y la riqueza. A veces las personas incluso entran en el ministerio porque es una manera de obtener fama y fortuna. Creo que Dios lo usó proféticamente para decir: “esto no se trata de nosotros, sino de exaltar el nombre de Jesús”. Creo que no todo el mundo tiene que hacer eso, pero para él fue un llamado profético de Dios.

 

P. David Wilkerson era un pastor pentecostal que defendía la “sana doctrina” mientras enfatizaba que “las cosas sobrenaturales pueden suceder a través de seres humanos imperfectos”. ¿Sigue siendo esto cierto hoy?

R. La sana doctrina es crucial, porque a veces en el movimiento carismático pentecostal -del que me siento feliz de formar parte y llevo esa herencia con gran honor-, si no tenemos cuidado, no estamos arraigados y basados en la Palabra de Dios. Y lo que sucedió es que las personas que vienen de un trasfondo carismático pentecostal comenzaron a llamarla fuego extraño. Hubo incluso una conferencia aquí en Estados Unidos llamada Fuego Extraño, y denunciaba todo el movimiento carismático pentecostal. Pero yo personalmente, creo que realmente la única razón por la que la gente lo llama fuego extraño es porque no se dan cuenta de lo que es el verdadero fuego.

 

David Wilkerson, predicando en Times Square Church en los 90.

No quiero ningún fuego extraño, no quiero excesos o cosas que no sean bíblicas. Mi padre también me dijo que si profundizas en la Palabra, si haces lo que dice la Palabra, y no buscas ninguna nueva moda, ni buscas nada que emocione a la congregación o atraiga a las multitudes, entonces estarás firme en la Palabra. Creo que muchos de nosotros, si no tenemos cuidado, podemos caer en ese fuego extraño. Porque no tenemos fuego en absoluto, y necesitamos ese fuego.

Eso es lo que muchas iglesias están perdiendo, el hecho de que la Biblia predica y enseña que el Espíritu Santo todavía se mueve poderosamente hoy. Todavía unge la predicación del evangelio, todavía cura a los enfermos y toca la vida de las personas de maneras milagrosas, todavía llena a la gente con el Espíritu Santo y con poder.

Sin esas cosas, creo que no querría ser pastor o viajar por todo el mundo predicando. Necesito su poder, necesito el poder del Espíritu Santo y no el mío.

 

P. ¿Cómo ha influido el ejemplo de tu padre en tu ministerio y en el trabajo que haces ahora?

R. Ha tenido una gran influencia en mi vida y en toda la familia. Mi hermano está en el ministerio, mis dos hermanas también. Tengo primos, tías y tíos, sobrinos y sobrinas... Muchas personas están en el ministerio ahora gracias a la influencia de mi padre. A mí me influyó para poder cuidar a los pobres, para amar a la gente que está sufriendo. Y por eso soy el presidente de un ministerio, llamado Desafío Mundial (World Challenge), que actualmente actúa en unas 60 naciones diferentes.

Lo que hacemos es orar y pedir al Espíritu Santo que nos indique quiénes son los más pobres entre los pobres, los más quebrantados, los más heridos y los necesitados. Vamos a esas comunidades, a veces es una aldea rural en África, o Camboya, o ciudades urbanas como Manila, en las Filipinas, o incluso aquí en América, algunas de las ciudades más grandes. Vamos allí y empezamos a ayudar a las personas, no sólo a darles cosas como comida si tienen hambre, como la Biblia nos dice que hagamos, sino que también tratamos de proporcionar soluciones a largo plazo, ayudarles a resolver sus problemas.

 

En Manila, World Challenge se acercó a niños de la calle para regalarles Biblias. / FB World Challenge

Por ejemplo, en el norte de Uganda, donde hubo una guerra civil, se llevaban a niños y les obligaban a convertirse en niños soldados. Fuimos a esa zona, y empezamos a ayudarles a recuperar a sus hijos , les dimos comida, ofrecimos cuidado a los huérfanos. Pero a la larga, necesitábamos ver a esas familias reunidas, curadas, capaces de hacer una vida por sí mismas. Ahora estamos trabajando con unas 100.000 personas en el norte de Uganda, y viendo aldeanos que están proveyendo a sus propias familias, en lugar de construir orfanatos, están llevando a huérfanos a sus propios hogares y resolviendo sus problemas.

Mi padre me dijo que cuidara a los pobres, que les ministrase, pero también que les entregase el evangelio, para que tengan fe para creer que si tienen hambre, pueden orar por comida, por sus propios terrenos, por trabajar para proveer para su familia. Están ocurriendo milagros, y doy gracias al Señor y a mi padre por haberme ayudado a pensar de esa manera, se está volviendo algo muy fructífero en todo el mundo, en muchas, muchas formas diferentes.

 

Continuará

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