Hillary Clinton, primera mujer candidata a presidir EEUU

El Partido Demócrata de EEUU ha hecho historia, igual que hace 8 años cuando nominó la primera persona "no blanca", Barack Obama, a ese cargo.

El Mundo · WASHINGTON · 27 DE JULIO DE 2016 · 16:00

Hillary Clinton,Hillary Clinton
Hillary Clinton

La ex primera dama, ex senadora, y ex secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, se ha convertido en la primera mujer de la Historia de ese país que es nombrada candidata a la presidencia por uno de los dos grandes partidos que monopolizan el poder en la primera potencia mundial.

El Partido Demócrata de EEUU ha hecho historia, igual que la hizo hace 8 años cuando nomino en Denver a la primera persona que no es de raza blanca, Barack Obama, a ese cargo.

 

UNA MUJER EMOCIONADA

Hillary intervino por sorpresa a través de una conexión de vídeo desde Nueva York en la Convención demócrata en Filadelfia que la designó candidata oficial. 

Habló sólo unos segundos. "Puede que me convierta en la primera presidenta de Estados Unidos -dijo dirigiéndose a las niñas que estuvieran escuchándola. Pero la próxima puedes ser tú", expresó en su mensaje.

"No me puedo creer que hayamos abierto la grieta más grande en este techo de cristal", consideró la ex primera dama, tras una emocionante actuación de la cantante Alicia Keys, que interpretó en el escenario de la convención 'Superwoman', en honor al logro femenino alcanzado hoy para la historia.

 

Hillary en su intervención en directo en Filadelfia

UN LARGO Y DIFÍCIL VIAJE ELECTORAL

El viaje de Clinton a la nominación a Casa Blanca ha sido mucho más largo que el de Obama. Ha durado 17 años, 5 meses, y 10 días.

Ése es el tiempo que ha pasado desde que anunció su interés en convertirse en senadora por el estado de Nueva York, el 16 de febrero de 1999.

Clinton fue, además, nombrada oficialmente candidata por su mayor rival en las primarias, el senador por Vermont Bernie Sanders, el máximo representante de la izquierda demócrata, muchos de cuyos miembros se niegan a aceptar la legitimidad de la victoria de Clinton.

El simbólico acto de Sanders es un esfuerzo más del Senado y del Partido Demócrata de escenificar unidad. Después de disputar a Clinton las primarias hasta el final, de haberse negado durante semanas a reconocer la victoria de la ex primera dama, y de haber sembrado todo tipo de dudas acerca de la limpieza de las primarias, Sanders se ha encontrado con que el movimiento que ha lanzado le ha devorado.

Aun así, Sanders dejó muy clara su apuesta el lunes, cuando habló ante la Convención en pleno. Y así volvió a exponerlo ayer: su objetivo es que Clinton gane la Presidencia, y "que nuestra campaña haga la transición hacia una organización que anime a los jóvenes a entrar en política. La revolución política ha comenzado".

Ha sido un proceso psicológicamente duro para Sanders. Las primarias estadounidenses son inimaginablemente duras -se trata de hacer campaña durante un año, algo que jamás podría imaginar un político europeo acostumbrado a ganar en congresos de partido- que requieren un inmenso gasto de energía física y psicológica.

Clinton experimentó algo parecido en 2008, cuando perdió frente a Barack Obama, y además por un margen mucho más pequeño que el de Sanders, que a fin de cuentas se ha quedado con 3,8 millones de votos menos que su rival (de hecho, y dependiendo de cómo se cuenten los votos, Hillary sacó más papeletas que Obama en aquellas primarias). Pero Hillary apoyó a su rival inmediatamente. A cambio, obtuvo el cargo de secretaria del Estado cuando Obama fue elegido.

"Hillary sabe lo que significa estar en una campaña durante más de un año, llegar hasta el final, y perder", explica Jorge Silva, el jefe de prensa de Clinton para medios en español. "El 95% de las propuestas y objetivos de Sanders y Clinton eran los mismos. En lo que estaban en desacuerdo era en cómo alcanzar esos objetivos. Así que en las campañas nos sentamos en una mesa, y nos pusimos a negociar y a buscar compromisos", recalca Silva.

Ahora, sólo queda que los seguidores de ambos busquen ese compromiso. Y esa tarea está siendo puesta a prueba cada noche en la Convención Demócrata.

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